sábado, 16 de octubre de 2010

El reto de los juarenses Carlos Murillo González* Investigador y Analista político


Resulta harto difícil ser mexicano(a) a últimas fechas. Celebrando o conmemorando aniversarios que nos pueden decir mucho o nada; escapándonos de una realidad hostil en la reflexión sincera o el aquelarre sin sentido de festejar por festejar; o tal vez porque simplemente así somos, la historia que construimos y compartimos todos los días, la historia personal, local, nacional o cósmica, está conformándose de lo que somos.

¿A quién no le gusta la fiesta?, pero también, ¿quién no está de luto por tanta violencia y pobreza material y de espíritu?; ¿quién tiene derecho a decir que es más mexicano(a) que otro mexicano(a)?, ¿quiénes somos? Eso es lo que hacemos a diario.

La historia de las personas, de las ciudades y de las naciones se vive en tiempos distintos. Incomparables la vida de una civilización con la de un pueblo o una persona, aunque haya naciones que vivan menos de un siglo y personas que lo rebasen. Somos la generación del Bicentenario, sí, ¿y luego?

Vivimos la continuación del régimen político estatal la ¿renovación? del Congreso, el gobierno estatal y los ayuntamientos en medio de la peor crisis de seguridad pública que haya experimentado Chihuahua en tiempos de paz. Mucha muerte, delito, crimen e injusticia es el semblante del estado, principalmente en Ciudad Juárez, la emblemática y aborrecida ciudad cuya leyenda negra vuelve a alentar su fama. El Estado Grande se ve empequeñecido por el miedo y la incertidumbre.

En este crudo contexto las y los habitantes de Juárez tenemos un reto político por venir: la situación no va a mejorar, los políticos no van a cambiar y depende de la sociedad para que la situación se torne benéfica.

En lo económico también hay problemas: al ser una ciudad fronteriza y maquiladora nos pega doble la crisis mundial económica; súmele las extorsiones y la política hacendaria nacional más la postura antiinmigrante y la decadencia del imperio estadounidense cuyo modelo económico es causante de la crisis. También aquí se requerirá de un gran esfuerzo, voluntad y creatividad desde la sociedad para construir, desarrollar o incentivar nuevas formas económicas: cooperativas, autoconsumo, trueque, micropréstamos…

Si algo nos dejan de enseñanza movimientos sociales de trascendencia como el de la Independencia, es que cuando las condiciones están dadas el cambio es inevitable. La revolución no va a venir de las clases altas ni de la clase política, pues son los principalmente interesados en que las cosas no varíen. La independencia no es un hecho consumado ni los derechos alcanzados tienen garantía de perpetuidad: hay que hacerlos valer todos los días.

Hoy no podemos salir a las calles sin tomar precauciones; hoy nadie tiene garantizada la vida en Ciudad Juárez; hoy es necesario recuperar la dignidad humana y mexicana.

Mucha gente se queja que del PRI, que del PAN, que de Calderón, que del ‘Teto’, pero va a hacer falta mucho más que una ventanilla de quejas para tanta irritación. Las palabras se las lleva el viento y estoy seguro que el cura Hidalgo no sólo decía palabras subversivas, las llevaba a la práctica. De nada sirve quejarse si se está en posibilidades da hacer algo por corregir el rumbo. Tal vez el trabajo en equipo sea una de las tareas pendientes por hacer, dada nuestra cultura patriarcal y autoritaria, pero aun siendo egoístas es posible la organización sabiendo que sólo la unidad puede facilitar el bienestar común, cosa ausente hoy en el Estado mexicano.

De nada sirve festejar o conmemorar independencias y revoluciones siendo esclavos; es como soñar en que te sacas la lotería sin comprar boleto. Van a continuar los días difíciles en Juárez, como está más que visto en las noticias; los propios partidos son parte del problema y aun dentro de ellos hay conflictos. Las mafias se han incrementado a raíz de la guerra ficticia de Calderón contra el narcotráfico, haciendo a ciudades como Juárez víctimas secuestradas por la violencia en ausencia del Estado de derecho. La jerarquía católica y algunas iglesias evangélicas arremeten contra el Estado laico contaminando a la sociedad con sus pensamientos retrógrados y alineándose con las altas esferas del poder político-económico. Estados Unidos está por reforzar su frontera con fuerzas castrenses mientras dirige desde Washington los destinos del país…

Qué responsabilidad tan grande llamarse Juárez, ser frontera, cuna de la Revolución, señora del desierto. Saludos a Lomas de Poleo y a Villas de Salvárcar, cuyos habitantes están conociendo en carne propia lo que cuesta la libertad, la independencia y la autonomía.



* Sociólogo y Maestro en Ciencias Sociales. Investigador de El Colegio de Chihuahua. Colaborador en los programas de radio Hilo Directo del 1490 y Análisis 860.

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