viernes, 25 de mayo de 2012

La embestida priísta a estudiantes de la Iberoamericana

Álvaro Cepeda Neri Creyéndose intocables Peña Nieto y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), no obstante que no hay campaña electoral donde sus protagonistas permanezcan al margen de los cuestionamientos, han empezado a recibir, de ciudadanos y estudiantes con credencial de universitarios, críticas a sus errores, abusos y corrupción política, como parte de la discusión democrática. Supuso Peña que iba a un mitin arreglado de antemano para dictar un discurso ante el clásico acarreo; pero fue reprobado políticamente en la Universidad Iberoamericana y recibido como los alumnos juzgaron se merecía. Peña justificó la represión a sangre y fuego de la manifestación social ocurrida en Atenco, convertida en un acto violento de abuso de poder, y por eso fue repudiado y cuestionado. Se despeinó su engomado copete. Frunció el seño y apretó las quijadas. Tenía una mirada fuera de sí. Todos estaban asustados y luego enojados. Si Peña tuviera una mínima dosis de conocimiento político, hubiera podido entrar a un debate democrático y republicano con sus impugnadores, en lugar de actuar arrebatadamente sin tolerar esa legítima manifestación. Confundió a la Iberoamericana con Televisa, con una entrevista comprada a López Dóriga. Rehuyó a la confrontación, porque carece de habilidad oratoria. Pasó por alto que los estudiantes siempre han sido parte de la conciencia nacional que se atreve a expresar lo que piensa. Que tienen memoria histórica, no son paleros, no se prestan a complicidades. Ni tienen miedo. No pudo sortear lo que era difícil, pero no imposible: hablar con ellos en un auténtico debate, no para convencerlos, como para dejar un testimonio de calidad política. Demostró que las encuestas son mentira y es un puntero ficticio. Escondido o no en un sanitario para diseñar el plan de huída, en lugar de asimilar el acto como un tropiezo, lo tornaron una tremenda derrota con sus descalificaciones de que no eran estudiantes, que estaban manipulados y que fueron intolerantes. Y el vocero del PRI, Eduardo Sánchez exalumno de esa universidad, remató con la idiotez de asegurar en Radio-13, que los asistentes que repudiaron a Peña “no tenían aspecto de estudiar ahí”. Nadie supo examinar el caso para sortearlo y perdieron la oportunidad de aceptar con seriedad que los estudiantes actuaron con una conciencia crítica. Los del PRI embistieron a la Universidad Iberoamericana, dejando un precedente antidemocrático. Ya perdieron el voto de cuando menos 20 millones de jóvenes, los universitarios del país, quienes decidirán la elección presidencial. El político que no sabe salir, cuando menos tablas de una discusión, no es capaz de victorias electorales. Peña ha perdido más de lo que las encuestas dicen, pues mostró carecer de mínimas cualidades para manejar el timón presidencial. Sólo tiene la vanidad de quien ya se imagina con el triunfo en la bolsa. No supo guardar la distancia weberiana con la realidad. Que no se confíe: ha perdido mucho. Perdió credibilidad. Votos. Que los estudiantes del país le concedieran el beneficio de la duda. Y demostró ser un “simple diletante político estérilmente agitado”. *Periodista

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