miércoles, 28 de abril de 2010

Los que tienen miedo

Denise Maerker
Atando cabos
28 de abril de 2010




La valentía es mucho más que un súbito derroche de testoterona, una declaración altisonante, la espalda siempre muy derecha y el pecho echado para adelante.
El domingo un reportero de Foro TV le preguntó al secretario de gobernación Fernando Gómez Mont si alguien en nuestro país se podía sentir a salvo. Y el respondió: “Yo me siento a salvo, porque me pongo enfrente, porque protejo a los míos. Me siento a salvo porque estoy dispuesto a sacrificarme por lo que quiero y estoy dispuesto a encontrar la paz en esa lucha, y esto es estar a salvo en la vida. Esconderse, huir, temer, es estar siempre en peligro. El cobarde muere mil veces, el valiente sólo una”.

Gómez Mont dijo que él es valiente, pero también que cientos de miles de mexicanos son (somos) cobardes. Mexicanos que sí sienten miedo y no porque sean presas de un temor irracional que los tiene sometidos y se torturan imaginando en cada esquina una y mil veces su muerte, no, tienen miedo porque se saben solos frente a la violencia del crimen organizado. Solos como vimos a los habitantes de Creel, en Chihuahua, abandonados en manos de una horda de maleantes drogados y muy fuertemente armados; solos como los habitantes de Monterrey que ven cómo sus policías se esfuman y desaparecen cada vez que así conviene a los intereses de la mafia; solos como murieron Benjamín Le Baron y su cuñado después de haber dado ejemplo de civilidad y valentía; solos como dejaron los policías de Michoacán a Minerva Bautista, su secretaria de Seguridad Pública en el tremendo atentado al que afortunadamente sobrevivió la madrugada del sábado; solos como se sienten y se han sentido los habitantes de muchas ciudades del país frente a las amenazas del crimen organizado y la ausencia de respuesta de las autoridades.

Los que tienen miedo también están dispuestos a defender lo suyo a ponerse enfrente, a proteger a los suyos, pero no tienen con qué y no ven en la autoridad a un aliado. El miedo es la respuesta racional de quienes constatan la debilidad de la autoridad. Los llamados a la valentía resultan teatrales frente a la realidad de los peligros. Las explicaciones además son muy poco convincentes. El mismo domingo así explicó el secretario los ataques contra las autoridades: “Los inventarios de personas y sicarios que tiene la delincuencia organizada se han ido reduciendo de manera notable y ellos están tratando de dirigir su capacidad de fuego a aquello a lo que más temen en este momento, que es a la autoridad”.

El sentido común me dice otra cosa: los atacan justamente porque lamentablemente no les tienen miedo.

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