lunes, 22 de febrero de 2010

Sin espacios

Denise Maerker
Atando cabos
22 de febrero de 2010


“No te vamos a sacar del partido, tú sola te vas a acabar yendo por lo mal que te vas a sentir”. Así le respondieron desde la dirigencia de su partido a Lía Limón cuando decidió no firmar la acción de inconstitucionalidad que quería promover la bancada panista de la Asamblea Legislativa en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo. Los rumores de su expulsión eran fuertes y Lía quiso saber cuál era la intención de su partido luego de que la sacaran de la Comisión de Vigilancia de la cual era secretaria. La respuesta fue contundente.


A Manuel Clouthier le están pidiendo que devuelva la curul que ocupa en la Cámara de Diputados o deje a su suplente por haber dicho que la guerra del gobierno contra el narcotráfico no se siente en Sinaloa. El PAN desautorizó sus declaraciones y lo acusó de causar perjuicio a los intereses del partido. En el caso de Gómez Mont ya sabemos que ni él ni su oposición a las alianzas encontraron espacio dentro de su partido.



¿Qué le pasó al PAN? Era un partido con una vida interna intensa y rica donde se podía disentir sin ser acusado de traidor. Pero eso era antes, ahora es un partido monolítico y disciplinado que según el tema obedece al Presidente o a la Iglesia y a El Yunque. Las pruebas están a la vista de todos: sus dos últimos dirigentes nacionales, Germán Martínez y César Nava, cercanísimos a Felipe Calderón, llegaron como candidatos de unidad, nadie en el partido estuvo dispuesto a competir contra ellos. Y las decisiones importantes se toman por unanimidad, recientemente el Comité Ejecutivo Nacional votó 40 contra 0 a favor de las alianzas con el PRD.



¿Qué le pasó al PAN? El PAN, nos gustará o no su ideología, era un auténtico partido con elecciones internas competidas y convenciones ordenadas pero apasionadas. Las diferencias internas eran públicas y los debates transparentes. Pero al PAN el poder le sentó muy mal. Sobrevivió a duras penas al gobierno de Vicente Fox pero es ahora que se le ve cada vez más intolerante y agónico. La explicación está en la relación con el gobierno, hoy el PAN es un apéndice del Poder Ejecutivo y el rol de sus militantes ya no es disentir y debatir sino apoyar y festejar.



“¿Qué importa lo que le pase al PAN? ¡Que se preocupen ellos!”, podría ser la respuesta de muchos y, sin embargo, es un indicio más que se suma a otros como el desmembramiento del PRD, la indefinición del PRI, la incertidumbre sobre las reglas electorales, y que nos confronta con un escenario en el que perdemos y no ganamos espacios. Es la democracia lo que está en juego.

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