lunes, 15 de agosto de 2016

“Ser, o no ser, Donald Trump”; el dilema de un candidato en caída libre


“Ser o no ser Donald Trump”. Este es el dilema que enfrenta el candidato republicano, Donald Trump, que sigue en guerra con todo el mundo. En el curso de las últimas horas, sus ataques contra los medios de comunicación, a quienes insiste en acusar de tratarlo injustamente y de ser corruptos, dan la medida de su incapacidad para entender la gravedad del asunto: su guerra contra los medios sólo es síntoma de su incapacidad como candidato a la presidencia. 

Su ineptitud para aglutinar a las distintas fuerzas al interior de su propio partido está haciendo aguas por todos lados, mientras miles se han lanzado en estampida para buscar refugio al lado de Hillary Clinton, una candidata demócrata que poco a poco se ha convertido en la mejor opción de los republicanos. Robert Kagan, ex funcionario del Departamento de Estado bajo la presidencia de Ronald Reagan y asesor de los candidatos republicanos, John McCain y Mitt Romney, aseguró la pasada semana que en estas elecciones se trata de elegir “entre Hillary Clinton y el abismo”. En medio del caos y la desorganización de su campaña, la amenaza de un colapso en noviembre próximo ha obligado a los líderes del partido republicano a lanzarle un ultimátum; o corrige el rumbo de su campaña o le retirarán los apoyos para evitar un descalabro en las urnas similar o peor que el que les propinó Barack Obama en 2008, cuando los demócratas se hicieron con el control de la Cámara de Representantes y del Senado. 

Pero para que Trump corrija rumbo, tendría que pasar una cosa: que Donald Trump deje de ser Donald Trump. Y esta misión se antoja imposible. Según reportes de The New York Times y The Washington Post publicados durante el pasado fin de semana, la campaña del candidato republicano comienza a resquebrajarse mientras el magnate se sigue comportando como un aficionado de la política. Según los testimonios de miembros de su campaña, Trump es incapaz de estudiar y entender los temas de la plataforma republicana. Además es ingobernable y, a pesar de sus promesas de que cambiará el tono de sus mensajes, su incapacidad para aceptar la critica y su falta de contención —como la que mostró ante Khzir Khan, el padre de un soldado caído en acción en Irak—, lo han convertido en un arma arrojadiza para sus propias filas. 

El resultado se refleja en la mayoría de las encuestas a nivel nacional, donde Hillary Clinton le sigue sacando una ventaja de hasta 7 puntos porcentuales, mientras Trump se sigue hundiendo incluso en bastiones tradicionales del partido republicano o en Estados que serán cruciales en noviembre próximo como Pennsylvania, Colorado, Carolina del Norte y Florida. Por si fuera poco, las proyecciones a futuro también le siguen vaticinando una derrota humillante. Según la página de FiveThirtyEight, las posibilidades de victoria de Hillary Clinton son ahora del 89% contra las 11% de Trump. ¿Será capaz Donald Trump de escapar de sí mismo para reconducir el rumbo de una campaña por la presidencia que ha comenzado a deslizarse por la pendiente de la derrota?

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