lunes, 11 de enero de 2016

Peña Nieto se cobró la afrenta

PROCESO 2045

El desafío se pagó con la humillación. Hace casi medio año El Chapo Guzmán se fugó de un penal de supuesta alta seguridad. México quedó exhibido, ridiculizado ante el mundo. Y la administración quiso tomar revancha. Este viernes 8 el sinaloense fue reaprehendido y mostrado ante las cámaras como un animal vencido, el estupor y el miedo reflejados en su rostro. El gobierno se la cobró. Pero finalmente hay que recordar lo que otro jefe del Cártel de Sinaloa, El Mayo Zambada, le dijo hace seis años al fundador de Proceso, Julio Scherer: algún día caeremos, pero no importa… los reemplazos ya andan por ahí.
Reparada la afrenta, el presidente Enrique Peña Nieto debe responder ahora a la petición estadunidense de entregarle a Joaquín El Chapo Guzmán. Cuándo y cómo lo hará, no se sabe. La recaptura, sin embargo, mantiene intacta la responsabilidad que desde su gobierno facilitó hace casi medio año la fuga y exhibió a México ante el mundo.
El presidente calificó entonces el escape como una “burla y un desafío” para su gobierno. La afrenta terminó el viernes 8, cuando la Policía Federal y la Marina reaprehendieron al jefe del Cártel de Sinaloa en Los Mochis, municipio de Ahome, Sinaloa, en una acción en la que el gobierno no escatimó en autoelogios y evitó toda referencia a cualquier colaboración estadunidense.
Aunque el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, lo presentó como un logro de todo el gabinete de seguridad, se trató de un operativo coordinado de la Policía Federal y la Marina, dijeron a Proceso fuentes del mismo gabinete poco después de que Peña Nieto anunciara, a las 12:19 horas en su cuenta de Twitter, la reaprehensión de Guzmán Loera.
Los informantes precisan que la detención se concretó hacia las 08:00 horas en un motel en las afueras de Los Mochis, al norte de Culiacán, la capital sinaloense. Fue la culminación de una acción armada que la Marina había presentado inicialmente como un hecho aislado y como resultado de una denuncia ciudadana, aunque horas después Peña Nieto lo anunció como “un cuidadoso e intenso trabajo de inteligencia”.
Insistente en la coordinación del Ejército, la Marina, la Policía Federal (PF), el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y la Procuraduría General de la República (PGR), el gobierno federal reu­nió por la noche del viernes 8 a los titulares de estas dependencias, incluido el titular de Gobernación –de quien dependen la PF y el Cisen–, en el hangar de la PGR para presentar al recapturado.
Pasaron 10 horas desde el anuncio presidencial hasta que Guzmán Loera bajó de un camión blindado de la Marina para que tres efectivos armados lo subieran a un helicóptero de la misma fuerza. El aparato lo regresó al penal de alta seguridad del Altiplano, en el Estado de México, el mismo lugar de donde se escapó por un túnel la noche del 11 de julio del año pasado.
En sendas declaraciones, Osorio Chong y la procuradora Arely Gómez remarcaron que todo el gabinete de seguridad tuvo que ver en la reaprehensión, en más de seis meses “de arduo” y “profundo” trabajo de inteligencia. En ningún momento se refirieron a una coordinación o a una cooperación de Estados Unidos.
La vanidad
Según la procuradora, El Chapo fue detenido a causa de su pretensión de filmar una película biográfica. En noviembre pasado este semanario publicó (Proceso 2038) que Guzmán tenía interés en publicar una autobiografía: El ahijado.
La funcionaria indicó que El Chapo “estableció comunicación con actrices y productores”. Incluso, refirió, las tareas de seguimiento “permitieron documentar encuentros entre los abogados del ahora detenido y esas personas”.
En ese seguimiento, en octubre pasado, fuerzas especiales de la Marina lo localizaron por aire en un rancho de Pueblo Nuevo, Durango. Pero como iba acompañado de dos mujeres y una niña, la Armada decidió no disparar, lo cual le permitió al capo huir por una cañada, según narró la procuradora.
La PGR informó en ese momento que en su huída, El Chapo, de 58 años, había resultado con heridas en la cara y una pierna al caerse en la cañada. Versiones de la prensa estadunidense dijeron entonces que la persecución tuvo lugar en Cosalá, en la sierra de Sinaloa que hace frontera con Durango, en el llamado Triángulo Dorado de las drogas.
Días después, pobladores de Tamazula, Durango, acusaron a la Marina de arremeter contra la población civil y la responsabilizaron del desplazamiento de varias comunidades hacia Cosalá.
Gómez informó el viernes 8 que en esos operativos la Marina detuvo a siete colaboradores cercanos de Guzmán, quienes dieron “información relevante”, después de lo cual “el delincuente se internó aún más en la zona del Triángulo Dorado, disminuyendo su círculo de seguridad y limitando sus comunicaciones”.
La versión oficial indica que a finales de diciembre El Chapo se quiso trasladar a la zona urbana y apenas el pasado miércoles 6 sus perseguidores observaron movimientos inusuales en un domicilio de Los Mochis que ya estaba vigilado desde un mes antes por el seguimiento que se hacía a una persona especializada en la construcción de túneles.
Uno de los movimientos fuera de rutina del domicilio fue la llegada de un vehículo la madrugada del jueves 7. Sin precisar quién obtuvo la información, la procuradora dijo que “los indicios y los trabajos de inteligencia dieron la certeza” de que Guzmán estaba en esa casa.
Versiones distintas
En contradicción con lo que por la mañana informó la Marina, la procuradora señaló: “Tras una planeación oportuna y eficaz, la madrugada del día de hoy (viernes), se puso en marcha un operativo por parte de las fuerzas federales”.
Poco antes del primer anuncio presidencial en la cuenta de Twitter @EPN, la Marina había emitido un comunicado para informar de “una agresión a elementos de Infantería de Marina” en Los Mochis.
Encargada de recapturar a Guzmán Loera, esa fuerza informó que en la madrugada del viernes los infantes de Marina fueron atacados cuando llegaron a un domicilio “por una denuncia ciudadana” de que en el lugar había personas armadas.
Los efectivos de la Marina repelieron la agresión “en legítima defensa, con el único fin de proteger la vida… de los elementos que participaron” en la acción, aunque uno resultó herido sin que su vida corriera peligro, de acuerdo con la versión de la institución armada.
El reporte dio cuenta de que cinco de los agresores murieron y seis fueron detenidos. Pero en la acción se escapó Orso Iván Gastélum Cruz, “presunto jefe de la zona norte de Sinaloa de una organización delictiva que opera en el área”.
La Marina se limitó luego a enlistar el aseguramiento: cuatro vehículos, dos de ellos blindados, ocho armas largas, un arma corta, cargadores, municiones de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y un tubo lanzacohetes con dos cargas.
Hasta ahí llegó el relato de la Marina. Las fuentes del gabinete de seguridad le dijeron a este semanario que el hombre detenido junto al Chapo en el motel de Los Mochis fue precisamente Gastélum Cruz.
La Marina no sólo evitó decir que se trataba de un operativo para detener al jefe del Cártel de Sinaloa, sino que la presa se les había escapado.
La procuradora aseguró que, durante el enfrentamiento, Guzmán Loera logró fugarse a través del sistema de drenaje pluvial de la ciudad, “lo cual ya había sido considerado en la estrategia de captura”. Huyó junto con Gastélum Cruz o Jorge Iván Gastélum Ávila, su jefe de seguridad.
En la “operación-persecución”, los infantes de Marina los siguieron “por el interior de los túneles y red de drenaje”. Guzmán y Gastélum “abrieron una alcantarilla para salir a una avenida”. Según la versión oficial, al salir robaron vehículos para escapar.
Ante la alerta de robo, efectivos de las fuerzas federales implementaron un dispositivo para dar con el paradero de las unidades. Ubicaron uno de los coches sobre la carretera Los Mochis-Navojoa, lo interceptaron y detuvieron a los delincuentes, indicó Arely Gómez.
Añadió que, para asegurarlos y proteger la identidad de los efectivos, éstos “se trasladaron a un motel cercano para esperar refuerzos”. Poco después los detenidos fueron trasladados al aeropuerto de Los Mochis y de ahí a la Ciudad de México.
La celebración
Motivado por el anuncio presidencial del mediodía, el primero en festejar públicamente la recaptura fue Osorio Chong. Estaba en la 27 reunión anual de cónsules y embajadores de México, en el salón José María Morelos de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Interrumpió su discurso para hablar telefónicamente con Peña Nieto y acordar la redacción del tuit.
Regresó al encuentro y leyó: “Misión cumplida. Lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”.
En el encuentro estaban también los titulares de esa secretaría, Claudia Ruiz Massieu; el de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda, y el de Marina, almirante Vidal Francisco Soberón Sanz. Todos los funcionarios ahí reu­nidos aplaudieron y cantaron el Himno Nacional.
El entusiasmo que encabezó Osorio Chong, sin embargo, no lo evade de la responsabilidad en la fuga de Guzmán Loera el 11 de julio de 2015 del penal del Altiplano, en el Estado de México, en lo que fue su segundo escape de un penal de máxima seguridad. Apenas 17 meses antes había sido detenido también en Sinaloa por elementos de la Marina y agentes estadunidenses, en la llamada Operación Gárgola.
Las áreas encargadas de su vigilancia en el penal estaban todas bajo el mando de Osorio: la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS) y la División de Inteligencia de la PF, encabezadas entonces por cercanos al exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
A raíz de la fuga fueron cesados el comisionado del OADPRS, Ignacio Hernández Mora; su subordinada Celina Oseguera Parra, como coordinadora general de los centros federales, y el director del penal, Valentín Cárdenas. Sin embargo, la PGR sólo pidió prisión para Oseguera y Cárdenas.
Hernández Mora apenas fue citado a declarar, mientras que su promotor en el OADPRS, el entonces titular de la CNS, Monte Alejandro Rubido García, renunció el 27 de agosto, mes y medio después de la fuga, pese a su negativa inicial a separarse del cargo. Fue reemplazado por el actual comisionado, Renato Sales Heredia.
El encargado de recibir los informes sobre las actividades del Chapo en el penal del Altiplano era el titular de la División de Inteligencia de la PF, Ramón Eduardo Pequeño. Tras la evasión, la segunda del capo en 13 años, sólo fue removido del cargo y se esperaba que fuera reasignado como jefe de la Policía Cibernética de la propia Policía Federal.
Fue sustituido en la División de Inteligencia por el extitular de Seguridad Pública de Hidalgo y del Estado de México, Damián Canales Mena. El día de esa designación, el 15 de julio, se esperaba también la de Pequeño García como jefe de la Policía Cibernética.
Pero en la víspera, según relataron funcionarios de seguridad a este semanario, fue captado por los servicios de inteligencia de la propia Secretaría de Gobernación en una reunión con su exjefe, Genaro García Luna. Osorio decidió entonces la salida de Pequeño de la corporación, pero sin que la PGR lo sometiera a proceso penal.
Contactos en la Segob
Durante los 17 meses que estuvo en el penal del Estado de México, Guzmán Loera operó su fuga con apoyo externo y del interior del propio penal, en lo que un alto funcionario del gabinete de seguridad describió a Proceso como “la disciplina del silencio”.
Información de inteligencia obtenida por este semanario a través de la plataforma MexicoLeaks dio cuenta de una supuesta protección de la Secretaría de Gobernación para facilitar la fuga (Proceso 2038).
Corroborada con funcionarios del área de seguridad y del sistema penitenciario, la información refirió que desde un año antes de que se escapara, Benito o R-5, claves que las autoridades le asignaron en prisión, “cuenta con contactos en la Secretaría de Gobernación”. Según ese reporte, esos contactos le informaban sobre las decisiones de la dependencia en torno a los traslados de internos a otros penales federales, entre ellos el suyo. Guzmán nunca fue cambiado ni siquiera de celda.
Describió también cómo sus abogados contactaron a funcionarios de la misma dependencia para obtener los planos del penal y beneficios como el de mantenerlo en la misma celda 20 del área de Tratamientos Especiales del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1. A raíz de la fuga, la zona fue reforzada con planchas de cemento.
El senador perredista Alejandro Encinas, integrante de la comisión bicamaral de Seguridad Nacional, informó en octubre pasado, después de una reunión con Osorio Chong, que El Chapo tuvo contacto con el exterior durante casi todos los 477 días que estuvo recluido. En ese lapso recibió 272 visitas de sus abogados, 68 de familiares y 46 conyugales.
Para sus operaciones dentro y fuera del Altiplano tuvo el apoyo de sus abogados Andrés Granados Flores y Óscar Manuel Gómez Núñez. El primero está prófugo. El segundo, detenido e internado en el mismo Cefereso 1.
Otro de los detenidos por la fuga es Édgar Coronel Aispuro, cuñado del Chapo, acusado de supervisar la construcción del túnel por donde el jefe del Cártel de Sinaloa escapó.
Los demás empleados detenidos son de menor rango, entre custodios y monitoristas. Uno de los procesados era el encargado del Centro de Control en el Altiplano, Vicente Flores Hernández, quien recibía la información sobre las actividades de Guzmán en el penal. De acuerdo con la información, Flores reportaba al director de Monitoreo Técnico, David Fernando Rodríguez Robledo, y éste a Dante Barrera Aguilar, encargado de la Dirección General del Centro de Monitoreo Técnico de la PF.
Las fuentes consultadas refirieron que Rodríguez y Barrera, junto con Rubio García y Pequeño García, formaron parte del equipo de García Luna el sexenio pasado.
La información entregada a través de MexicoLeaks reveló además que mientras estuvo en prisión, Guzmán logró pactos y alianzas dentro y fuera del Cefereso para seguir operando. Uno de esos acuerdos lo estableció presuntamente con Sigifredo Nájera Talamantes, El Canicón, considerado jefe regional de Los Zetas en Tamaulipas.
Nájera, el vecino de celda más próximo que tuvo El Chapo, hizo una larga declaración ministerial sobre la fuga… Y murió en septiembre del año pasado dentro del penal por problemas de salud, pero sin que las causas fueran aclaradas.
Otra muerte no aclarada de cercanos a Guzmán se registró apenas el 28 de diciembre último en el penal de mediana seguridad de Oaxaca. Ese día fue encontrado muerto Arturo Díaz Díaz, requerido también en extradición por Estados Unidos al considerarlo parte del Cártel de Sinaloa.
Testimonios de personas cercanas a Díaz entregados a Proceso indican que la muerte fue reportada a sus abogados y familiares como un suicidio. Díaz había sido detenido en octubre, desde cuando quedó internado en el Centro de Observación y Clasificación del Cefereso 13, en Miahuatlán,­ Oaxaca.
La Agencia de Investigación Criminal de la PGR lo detuvo a petición de Estados Unidos, donde era requerido por la Corte Federal del Distrito de Arizona, acusado de ser el responsable de la logística de transporte y de rastrear el flujo de recursos de esas operaciones.
Según la PGR, Díaz trabajaba directamente para Adelmo Niebla González, El G-3, señalado como operador del Chapo y que también se fugó por un túnel del penal de Culiacán en mayo de 2014.
Esa obra fue de características de ventilación e iluminación similares a las del túnel por el cual se escapó Guzmán. El del penal de Culiacán tuvo 10 metros de profundidad y 400 de largo. El del Estado de México, 10 metros de profundidad y un kilómetro y medio de largo.
Reemplazables
Cabe recordar aquí algunas de las cosas dichas en abril de 2010 por otra de las cabezas del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, al fundador de Proceso, quien lo entrevistó en algún lugar de aquél estado:
“A mí me agarran si me estoy quieto o me descuido, como al Chapo.
“(Supongamos que) un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.
“El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.”

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