domingo, 25 de octubre de 2015

¡Por favor, buenas noticias! .- José Agustín Ortiz Pinchetti

A
lgunos de mis lectores consideran mis artículos amargosos. Les gustaría que fuera más optimista. Todos estamos ávidos de buenas noticias. Pero los medios creíbles no tienen mercado y los medios no creíbles (abrumadora mayoría) no dan noticias, hacen propaganda gubernamental. Es un momento de confusión y pesimismo.
¿Cómo creer que vamos bien? La ineptitud del gobierno para garantizar la seguridad, hacer crecer al país y obligar a rendir cuentas es evidente. La mentira es su arma favorita. Acabamos de saber, 30 años después, que en el terremoto de 1985 murieron 24 mil. En su momento se dijo que no llegaban a un centenar ¿Cómo convencer a la gente que las cosas no van tan mal?, cuando padecen en sus propias vidas el deterioro del salario bien remunerado; cuando todos los días la población inerme sufre asaltos, secuestros, extorsiones, cometidos por la propia policía o sus cómplices; cuando las calles están destrozadas y la atmósfera contaminada.
México es un gran país y está lleno de personas competentes y valiosas (Gabriel Zaid, Reforma 27/9/15); incluso, el crecimiento de la inconformidad puede ser visto como síntoma de salud: un movimiento social impide la construcción de un centro de convenciones en el cerro de la Guelaguetza, en Oaxaca. Se rechaza el nombramiento de Arturo Escobar como subsecretario de Gobernación por indicios de responsabilidad en delitos electorales. Produce irritación la propuesta del INE de levantar un edificio de mil 100 millones como nueva sede, cuando la institución ha caído en descrédito para 75 por ciento de la población. Un pueblo otomí, San Francisco Xochicuautla, rompe precedentes al ejercer una controversia constitucional contra el decreto queregaló el gobierno a una filial de grupo Higa, parte de sus tierras.
Todos los días sabemos de resistencias contra abusos y políticas impopulares. Es claro que está en marcha una rebelión silenciosa e implacable (Zepeda Patterson, El Universal, 21/10/15), pero esto no se traduce en un frente nacional para derrotar en la vía legal al actual sistema. Es cierto lo que afirman Rodríguez Araujo y Elvira Concheiro, la izquierda no ha podido convertir esas formas de protesta, esos movimientos desarticulados en uno con estrategias sólidas que les permita avanzar de modo no sólo continúo, sino acumulativo. Esa fuerza debería de ser un partido político, porque sólo una organización tal podría luchar hasta alcanzar el poder. La oportunidad de la única oposición progresista está en vencer la tendencia de utilizar su energía en las luchas intestinas y en orientarla a la organización ciudadana.
Twitter: ortizpinchetti

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