domingo, 23 de agosto de 2015

Salinas impuso en el PRI a quien pretende frenarme : AMLO

Tras los comicios de junio pasado, en los que Morena alcanzó el cuarto lugar nacional y desbancó al PRD en el Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador está enfocado en los comicios estatales de 2016 y los presidenciales de 2018. En entrevista con Proceso, esboza el proyecto con el que intenta llegar a la Presidencia en su tercer y “último” intento, fija sus posturas ante el gobierno de Enrique Peña Nieto, el PRI, el PAN y el PRD, pero también ante las candidaturas independientes y los promotores del voto nulo. “No voy a cambiar”, advierte cuando se le pregunta si no teme un descalabro como el de 2006, cuando se fue abajo electoralmente después de llevar la delantera.
Perfilado para su tercera contienda presidencial al hilo –la última, dice– después de que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se convirtió en la cuarta fuerza política del país y la primera en el Distrito Federal en junio pasado, Andrés Manuel López Obrador analiza la situación de México, las posibilidades electorales de la izquierda y el sistema de partidos.
En entrevista con Proceso, afirma que Carlos Salinas de Gortari terminó por doblarle las manos a Enrique Peña Nieto al imponer como presidente del PRI al sonorense Manlio Fabio Beltrones, a quien considera un incómodo adversario para los comicios de 2018:
“Salinas aprovechó la debilidad de Peña Nieto para meter a un hombre duro, un cuadro del aparato experimentado, de la nomenklatura priista, para frenarme. De eso no tengo la menor duda.”
Añade que Beltrones representa lo más nefasto del PRI, y no es gratuito que lo llamen Don Beltrone, en alusión al célebre capo de la mafia italiana don Corleone, creado por Mario Puzo, autor de la novela El padrino.
Le llama la atención que, faltando tres años para terminar el sexenio, Peña Nieto haya cedido: “Ya dejó de existir políticamente. Cedió el PRI al grupo de Salinas para que ellos busquen retener la Presidencia”.
Por su parte, Beltrones, el discípulo de Fernando Gutiérrez Barrios –el superpolicía del régimen del PRI que controló la criminal Dirección Federal de Seguridad (DFS) y la Subsecretaría de Gobernación– ya dio muestras de que le hará la vida imposible a López Obrador.
El jueves 20, un día antes de tomar posesión de la presidencia nacional del PRI, declaró al diario Reforma que López Obrador es un político amargado, obsesionado con el poder y con un pragmatismo locuaz. Incluso dijo que es el nuevo ideólogo de la Sección 22, el magisterio disidente, al defender la causa de esta facción e invitarla a una alianza con miras a las elecciones del próximo año, en las que se renovará la gubernatura de Oaxaca.
“(López Obrador) ha demostrado que busca el poder por el poder, sin importar las alianzas que en su momento pueda hacer, porque le resulta fácil negarlas después. Se ha convertido en el principal ideólogo de la Sección 22, que intenta sentenciar a los niños de Oaxaca a la marginación.”
El diputado con licencia rescató una frase creada por los estrategas del PAN para la campaña negativa que desplegó el entonces candidato de este partido, Felipe Calderón, en las elecciones de 2006: el tabasqueño “representa un riesgo para México”. La frase utilizada por el calderonismo fue que “es un peligro para México”.
López Obrador se dice consciente de que Beltrones no será pan comido, pero afirma que, como todo el mundo, no es perfecto y tiene una debilidad nada fácil de superar: “Infunde temor a la gente”.
Ante ello, dice, sólo tratará de oponer una “autoridad moral”. Prevé que “van a confabularse como siempre para ver cómo nos derrotan. Por eso tenemos que ser auténticos y actuar de manera consecuente. Sólo así vamos a poder resistir la guerra política que se nos viene encima”.
Hace una breve radiografía del país, al que encuentra en franca agonía: “Veo mucha frustración en la gente, en parte por las crisis económica y de bienestar social, y en parte por la inseguridad y la violencia”.
En tales circunstancias, añade, “da la impresión de que estamos en la recta final del sexenio. Ha sido tan mala la gestión de Peña Nieto que la gente quisiera que se acabara esta pesadilla, pero faltan tres años desgraciadamente. Estoy convencido de que nada ha dañado más a México que la deshonestidad. Antes, la sucesión empezaba después del tercer informe de gobierno, ahora ya se está hablando de 2018”.
Con todo, López Obrador reitera que Morena no se unirá con el PRD ni con otra fuerza de izquierda, pues la única alianza que tiene prevista es con la ciudadanía, con las organizaciones sociales independientes.
–¿Contender en esas condiciones le da para ganar las presidenciales de 2018? –se le pregunta.
–Por supuesto. El partido que tiene más gente es el ciudadano. Yo apuesto por ellos.
En cuanto a la crisis del PRD, al que renunció hace un año, después de 23 de militancia activa, el presidente del Consejo Nacional de Morena comenta que no le sorprende, que ya veía venir su derrumbe, sobre todo después de que sus dirigentes (Los Chuchos) suscribieron el Pacto por México. “Fue un acto de traición y entreguismo”, subraya.
No olvida que Los Chuchos avalaron también la reforma fiscal, incluidos los aumentos a las gasolinas, que respaldaron la reforma educativa y asumieron una actitud sumisa ante la reforma petrolera.
–En su pasado Consejo Nacional, el PRD acordó establecer un puente de negociación con usted. ¿Cabe alguna posibilidad de que eso suceda?
López Obrador medita unos segundos y abre una rendija: “Habría que explorar las posibilidades, para no ser majadero y no parecer intransigente; tendría que ser algo excepcional, sin politiquerías y en beneficio del interés general”.
Sin embargo, pone una condición: que el PRD reconozca que en la elección de junio pasado incurrió en fraude en el Distrito Federal, con el apoyo del gobierno de Miguel Ángel Mancera. “Me refiero a la compra del voto y a la imposición de delegados y diputados”, puntualiza.
En lo que respecta a la llegada de Ricardo Anaya a la dirección nacional del PAN, se limita a decir: “Son lo mismo que el PRI. Siempre lo he pensado. No son serios, son paleros. Anaya es un aprendiz de mafiosillo”.
Independientes, anulistas y alianzas
Una de las novedades que dejó el pasado proceso electoral, ante el hartazgo ciudadano por los partidos políticos, fue la buena acogida a las candidaturas independientes, como la de Jaime Rodríguez, El Bronco, quien al ganar en Nuevo León se convirtió en el primer gobernador independiente de la historia del país.
López Obrador reconoce esa nueva realidad, pero la ve con recelo: “Abren la puerta a los ciudadanos que deseen participar, pero no todos los que lo hacen son ciento por ciento independientes”.
Tras aclarar que no menosprecia a los candidatos que contendieron sin partido en la pasada elección, recuerda que los grupos de poder han hecho operaciones de recambio exitosas: “Cuando se les desgasta un partido, levantan a otro. Cuando se les cayó el PRI levantaron al PAN; cuando se le acabó la levadura al PAN, volvieron al PRI. En los comicios de junio intentaron levantar al Verde, pero no pudieron”.
Sobre El Bronco en particular, opina que se trata de un fenómeno mediático, como fue Vicente Fox en su momento. Observa que su candidatura estuvo fuertemente impulsada por el diario El Norte de Monterrey: “Ojalá que no quieran imitar a Televisa, que encumbró a Peña y resultó un fiasco”.
Y aunque no le regatea méritos a Rodríguez por haber roto el bipartidismo en Nuevo León, no lo ve como una alternativa viable para 2018: “Se requieren cambios para acabar con la corrupción en México; para eso es indispensable modificar la política económica, y no lo veo a él en eso. Este tipo de novedades no tienen cabida en el México actual. Es una repetición de Fox, de Peña Nieto. Pura imagen mediática”.
Y en lo que atañe a la convocatoria que lanzó un grupo de intelectuales y sacerdotes encabezados por el poeta Javier Sicilia antes de los comicios de junio a fin de anular el voto, sostiene que lo único que lograron fue hacerle el juego al grupo en el poder.
Por primera vez durante la entrevista, López Obrador se exalta y afirma que eso fue un error, e incluso lo compara con un crimen contra la democracia: “Su llamado a no votar fue como hacerle caricias al monstruo. No tengo la menor duda”.
Añade que por culpa de los promotores del voto nulo se agravó la situación en estados como Guerrero: “No sólo le abrieron la puerta al PRI para ganar la gubernatura; provocaron asesinatos. Un compañero de Tlapa fue asesinado al optar por esa estrategia”.
Por ello, hace un llamado a intelectuales, asesores de la sociedad civil, dirigentes magisteriales del movimiento democrático y sacerdotes progresistas que participaron en dicho grupo, a sentarse a discutir el tema con mayor profundidad.
–¿No fue injusto acusar a los promotores del voto nulo de avalar los resultados del proceso electoral?
–No lo creo. Ellos sostienen que hay que construir una verdadera democracia desde abajo. Estoy de acuerdo, pero para ello hay que participar. Si no sirven los partidos, hay que reformarlos; y si no se puede, hay que construir uno nuevo, pero el chiste es participar por la vía electoral.
Añade que antes de los comicios pasados intentó establecer alianzas con los maestros de Guerrero, organizaciones sociales y los familiares de los desaparecidos de Ayotzinapa, sin éxito. “Les mandé decir que habría que sumar fuerzas para impedir que el PRI ganara la gubernatura, pero no quisieron. Apostaron mejor por bloquear la elección, y ahí están los resultados”.
El año que entra se disputarán 12 gubernaturas y López Obrador ya tiene la mira puesta al menos en una: la de Oaxaca. No es casual el coqueteo que mantiene con la Sección 22 de la CNTE, pese a que ésta se negó inicialmente a pactar con Morena.
Aun así, López Obrador mantuvo el apoyo a su causa magisterial y el pasado lunes 22 se reunió con los líderes para expresarles personalmente su apoyo y solidaridad. En el encuentro los felicitó por iniciar el ciclo escolar anticipadamente y frenar así cualquier intento de represión.
“El próximo año hay elecciones en Oaxaca y queremos hacer una gran alianza con los maestros, con organizaciones sociales, con la iglesia progresista. Ahí tenemos una gran ventaja: vamos de gane porque ahí se encuentra el sacerdote más auténtico que conozco: el padre Alejandro Solalinde.”
–¿Oaxaca podría ser la primera gubernatura para Morena?
–Sí, para el movimiento social que busca la verdadera transformación del país por la vía pacífica, electoral.
En sus recorridos por el país, López Obrador no sólo encabeza mítines; también sostiene encuentros privados con líderes sociales, a los que busca reclutar o al menos convencer de sumarse a su causa.
En su más reciente viaje a Sinaloa, el tabasqueño se encontró con Manuel Clouthier hijo, diputado federal electo, a quien le planteó la posibilidad de postularlo para gobernador en los comicios de 2016 por Morena. Pero Clouthier rechazó la oferta, pues dijo que prefería seguir la ruta independiente.
López Obrador comenta al respecto: “A estas alturas, creo que cada quien tiene que asumir sus responsabilidades. Si quieren más de lo mismo, ya saben qué camino es el que hay que seguir. Si quieren un cambio verdadero, no hay otra opción que Morena, aunque les moleste a mis adversarios”.
En los comicios de junio último, en su debut electoral Morena se ubicó como cuarta fuerza política nacional al cosechar 3 millones 68 mil 86 sufragios, es decir 8.37% del total. Lo superaron el PRI, PAN y PRD, pero gobernará 12 municipios y ganó 12 distritos electorales, lo que le aseguró 35 escaños en la Cámara de Diputados.
En el Distrito Federal le fue aún mejor: ganó 18 de los 40 distritos en disputa, suficientes para amarrar la mayoría en la Asamblea Legislativa. También obtuvo cinco de las 16 delegaciones: Azcapotzalco, Tláhuac, Tlalpan, Xochimilco y la joya de la corona: Cuauhtémoc.
Con esos resultados, Morena desbancó al PRD como primera fuerza en la capital del país, posición que mantenía desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó la Jefatura de Gobierno.
Aun así, López Obrador dice que los resultados pudieron ser mucho mejores si el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, no hubiera metido la mano:
“No hay peor daño que distorsionar la voluntad de los ciudadanos, que se apueste al fraude electoral. Con los mismos métodos del PRI y del PAN, el gobierno de Mancera compró el voto valiéndose de la pobreza de la gente. Eso es imperdonable. Sólo hay que echar un vistazo. ¿En qué zonas el PRD obtuvo mayor votación? En las más pobres de la capital.”
Revela que antes de la elección de junio conversó con Mancera, a quien le dijo que no tenía interés en obstaculizar su gobierno y que sus diferencias no debían afectar a los capitalinos.
Según López Obrador, Mancera se comprometió a garantizar elecciones limpias, pero –subraya– no cumplió su palabra. Dice que no hizo nada para evitar que Héctor Serrano, quien hasta el 15 de julio fue secretario de Gobierno, operara en favor del PRD.
“Ya llevo tiempo en esto y sé que si el secretario de Gobierno actúa así es porque recibió órdenes. Igual pasó en Tabasco con el gobernador Arturo Núñez: hizo fraude”, sostiene.
Hacia 2018
Morena ya perfiló la agenda que impulsará desde la ALDF: austeridad, combate a la corrupción, acabar con el desorden imperante en el uso del suelo, cero aumentos en precios y tarifas de los servicios públicos, mantener y robustecer los programas sociales, terminar con el rezago en la entrega de apoyos a adultos mayores y demás beneficiarios, dar cobertura a universitarios rechazados e impedir la privatización del agua.
Desde ahora, los jefes delegacionales electos trabajan en un proyecto para crear, en las seis demarcaciones donde triunfó Morena, escuelas de educación superior para dar cabida a los estudiantes rechazados de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional.
López Obrador enfatiza que todos esos asuntos son “innegociables”.
–La encuesta más reciente lo coloca a la cabeza de los presidenciables. ¿No teme que se repita la historia de 2006, cuando en la recta final se vino abajo?
Se lleva la mano a la mejilla, lo piensa un poco y responde:
“No voy a cambiar. Voy a seguir actuando de la misma forma como lo he venido haciendo hasta ahora. No voy a perder mi autenticidad ni a dejar trozos de dignidad en el camino. Tengo una ventaja sobre los demás: lucho por ideales, por principios, aunque lo duden. Eso me da mucha fortaleza. Si realmente estuviera obcecado con la presidencia, ya habría contratado a un grupo de asesores, negociando con los poderes fácticos, haciendo antesala en los diarios y las televisoras; en suma, haciéndole la barba a todo mundo. Pero ya no sería yo, Andrés Manuel. No pienso desdibujarme.”
Y resume el decálogo que se autoimpuso: actuar con humildad, no odiar, no ver a sus adversarios como enemigos, no apostar a la venganza, no caer en la soberbia, ser autocrítico, no aceptar la autocomplacencia, actuar con honestidad y no mentir ni traicionar.
Criticado por evadir temas polémicos como el aborto y las uniones entre personas del mismo sexo, López Obrador admite que a lo mejor se equivocó al no dar salida a esos asuntos cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, pero aclara que jamás permitió una agresión por diferencias sexuales.
“Soy respetuoso de todas las creencias y de la libertad sexual. Siempre me manifesté en contra de los crímenes de odio. Me gustaría que las personas que me critican entendieran que tengo que enfrentar a grupos de poder y conservadores, que tengo que tener mucho cuidado porque, si no, ya me hubieran destruido.”
–¿Si en 2018 surgiera un candidato independiente, opositor al PRI y mejor posicionado que usted, declinaría?
Titubea, pero dice que sí, que no descarta esa posibilidad, aunque luego aclara que difícilmente surgirá alguien con ese perfil.
–¿Se puede tener una opinión diferente a la suya?
–Por supuesto. Lo que pasa es que tampoco tengo por qué aceptar argumentos irracionales o que carecen de sustento.
–¿Qué cambios hay en el López Obrador de 2006, aquel que desconoció el resultado electoral, que desafió a las instituciones y se ganó el repudio ciudadano con su plantón en Paseo de la Reforma, y el López Obrador de ahora?
Sin detenerse a discutir esos turbulentos episodios que marcaron su carrera política y que le restaron votos en los comicios de 2012 –quedó en segundo lugar, después de Enrique Peña Nieto, con una diferencia de 3.3 millones de votos menos (6.62%)–, afirma: “Ahora tengo más experiencia, aunque menos energía. Es todo. Lo primero implica mayor respeto a mis adversarios, que no moderación ni, mucho menos, conservadurismo”.
En diciembre de 2013 López Obrador sufrió un infarto al miocardio que lo mandó al hospital. “Yo pensaba que el estrés era una exquisitez pequeñoburguesa”, dice, y suelta una carcajada.
Agrega que el estrés y el trabajo en exceso afectan la salud. A sus casi 63 años, indica, poco a poco se ha ido recuperando… “estoy cumpliendo con las recomendaciones médicas casi al ciento por ciento”.  

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