viernes, 29 de mayo de 2015

Viene un golpe de Estado electoral


El acuerdo PRD-Los Pinos es para derrotar a López Obrador muy particularmente en el DF.


Ricardo Pascoe Pierce 29/05/2015 00:00

Viene un golpe de Estado electoral
Las muestras de la decisión se divisan por toda la ciudad. Día con día los comentarios abundan, mientras el asombro crece. Primero era un pequeño fluir de un riachuelo; hoy, es un torrente que pretende convencer a la ciudadanía de ser incontenible. La decisión la tomó, debemos suponer, el propio jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, con toda conciencia: se gastará lo que se tenga que gastar para imponer al PRD, con amplia mayoría, en la ciudad. Se comprará la cantidad de voluntades que sean necesarias para asegurar la mayoría perredista en delegaciones y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. La decisión es imponerse “a la legalona”, aunque carezca de legitimidad.
Uno de los motores principales detrás de esa determinación es la guerra “intraizquierda”. Se da la confluencia del plebiscito nada amistoso entre el PRD y Morena sobre cuál de ellos recibirá más votos, con el influjo de intereses de Los Pinos, en un asunto muy específico: la intención de parar a López Obrador antes de que sea demasiado tarde. De ahí el acuerdo PRD-Los Pinos para, sorpresivamente, lanzar la candidatura de Mancera a la Presidencia sin que viniera al caso en este momento. El senador Barbosa del PRD llama, una semana sí y la otra también, a Mancera a definirse en lo referente a su posible candidatura presidencial. La invitación para queMancera asista al cierre de campaña del PRD en el Zócalo este domingo parte, justamente, de ese posicionamiento.
El acuerdo entre el PRD y Los Pinos es para derrotar a Andrés Manuel López Obrador, muy particularmente, en la Ciudad de México. Para ello, se tendrá que arrasar con toda la oposición. Son los daños colaterales de una decisión política. Esa derrota, se calcula, le conviene al PRI, para refrendarse en la Presidencia en 2018, como al PRD para no hundirse en 2015. Para que el PRD pueda imponerse en la ciudad, la corrupción deberá extenderse en niveles nunca vistos. No es simplemente el gasto completamente ilegal de recursos públicos en las 16 delegaciones, sino que representa una amenaza a la ciudad de cortarle el empleo a miles de personas si no votan por el PRD, perseguir a actores políticos, periodistas y empresarios, intimidar con violencia en sectores vulnerables. Es decir, una severa degradación de la vida social y política de la ciudad entera.
Este acuerdo entre el PRD y Los Pinos, como un infante perverso parido del Pacto por México, no es más que una avenida construida para asegurar que el PRI pueda repetir en la Presidencia de la República en 2018. Ambos actores coinciden en la necesidad de convertir al Distrito Federal en el primer gran campo de batalla hacia la elección presidencial de 2018, y el PRD acepta ser el alfil subordinado del PRI, como lo hizo el Partido Socialista de los Trabajadores en su momento, en tanto partido palero del oficialismo.
En este esquema, el PRD se quedaría con un predominio absoluto en la ciudad, sin impugnaciones de Los Pinos, mientras el PRI se queda con la Presidencia en 2018. En definitiva, resurge la vieja consigna con toda su fuerza, desde las entrañas de la sociedad: ¡sufragio efectivo!
Bajo estas consideraciones, el binomio GDF-PRD prepara un gran fraude en la Ciudad de México. Es  un golpe de Estado electoral, por la pretensión de imponerle a la ciudadanía una hegemonía absolutista que no contempla la pluralidad ni la diversidad existente.

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