martes, 7 de octubre de 2014

Gobierno federal y PRD sabían de nexos criminales del alcalde de Iguala


El alcalde con licencia de Iguala, José Luis Abarca Velásquez. Foto: José Luis de la Cruz
El alcalde con licencia de Iguala, José Luis Abarca Velásquez.
Foto: José Luis de la Cruz
MÉXICO, D.F., (proceso.com.mx).- Desde octubre del año pasado, la corriente perredista Izquierda Democrática Nacional (IDN) entregó al gobierno federal y al PRD testimonios que involucraban al presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca Hernández, y a su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, con el narcotráfico.
Miembros de IDN entregaron al gobierno federal el testimonio de un sobreviviente de las torturas y ejecuciones ordenadas por el edil.
Nicolás Mendoza, testigo de la ejecución del líder social Arturo Hernández Cardona, aseguró que le propio edil mató al líder perredista de un escopetazo en la cara y otro en el pecho y posteriormente fue abandonado en una fosa. Este testimonio, certificado ante notario, fue entregado a las autoridades.
René Bejarano, líder de IDN, compartió con el periódico Reforma sus notas sobre los antecedentes criminales de Albarca Hernández y su esposa.
Narró que denunció ante el titular de la Procuraduría General de la República, Jesús Murillo Karam, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, los antecedentes delictivos del edil de Iguala, sin que ninguno tomara medidas al respecto.
De acuerdo con el testimonio de sobrevivientes, el centro comercial Plaza Tamarindos de Iguala es propiedad de Albarca, donde tiene locales de venta de oro, y se presume que en el lugar se realizan operaciones con recursos de procedencia ilícita.
El diario detalla la forma en que fue ejecutado Arturo Hernández Cardona, quien también fuera militante del PRD.
Todo inició con un mitin en protesta contra el edil, que por la tarde se dispersó. Un sector de la dirección política de la Unidad Popular abordó una camioneta modelo 2010 color blanca con placas de circulación del Distrito Federal, propiedad de Arturo Hernández Cardona. Tenían la intención de dirigirse a sus oficinas, ubicadas en el número 70 de Aldama.
Entre los tripulantes se encontraban: Arturo Hernández Cardona, Héctor Arroyo Delgado, Efraín Amates Luna, dirigente de la organización Lucio Cabañas, Ángel Román Ramírez, de Patria es Primero, Gregorio Dante Cervantes, Nicolás Mendoza Villa, de la Unión Campesina Emiliano Zapata y Jimmy Castrejón, del equipo Tierra y Libertad:
“Llamó su atención que muy cerca de la caseta de cobro de la autopista, estacionada, se encontraba una camioneta sin placas de circulación marca Ford modelo Ranger, doble cabina de color roja con salpicaderas de color crema a bordo de la cual se alcanzaban a distinguir cuatro ocupantes de sexo masculino y una mujer sentada en el asiento del volante, quien tan luego Arturo emprendió el trayecto por la carretera hizo una llamada telefónica y puso en marcha su camioneta para seguir a la Pilot Honda.
“Héctor y Efraín, dos de los cinco sobrevivientes de la tragedia, dedujeron que eran ‘Los Halcones’ que avisarían a los secuestradores que las víctimas avanzaban por la planta asfáltica, pues dando vuelta a la primer curva después de la caseta, tan solo aproximadamente a 600 metros de iniciado su trayecto fueron interceptados por cinco sujetos armados con pistolas quienes iban a bordo de una camioneta gris marca Dodge.
“Obligados a bajar de la camioneta, los líderes sorprendidos se mostraban atónitos. Arturo Hernández Cardona forcejeó con uno de los hombres armados, lo que propició que recibiera una herida de bala en su pierna derecha. Ese momento de confusión fue aprovechado por Jimmy Castrejón quien huyó del lugar sin que pudieran detenerlo los agresores. En su huida, Jimmy saltó por una cerca de alambre, se le desprendió una prótesis de un brazo que se quedó ahí sin que su propietario pudiera recuperarla.
“Los agresores obligaron a subir apilados en los asientos traseros de la camioneta de Arturo a los siete secuestrados. Héctor Arroyo fue sometido boca abajo en el piso del vehículo. Erróneamente pensó, lo dice con ironía, que eran policías judiciales los atacantes que los habían detenido y que los conducirían hacia alguna dependencia gubernamental y que posteriormente recuperarían su libertad. Nada de eso aconteció”.
Los secuestrados fueron vendados de los ojos, les taparon los oídos, los ataron de pies y manos, sufrieron golpes en el abdomen y en las piernas, mientras eran interrogados sobre por qué protestaban contra el presidente municipal.
“La medianoche del pasado sábado, Bejarano habló del tema en el Consejo Nacional del PRD. Su discurso fue un balde de agua helada. Narró cómo José Luis Abarca, el acalde perredista apoyado por la corriente Nueva Izquierda, asesinó personalmente a compañeros de su partido incluido Arturo Hernández e informó que los hechos habían sido denunciados ante Murillo y Osorio. ¿Por qué no actuó el Gobierno federal?”, pregunta Bejarano ahora”, refiere la nota de Reforma.

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