lunes, 28 de julio de 2014

El poder mediático controla a receptores y gobierno


Medios electrónicos ya son parte del corazón del Estado
 Durante décadas, el Estado invirtió enormes recursos para hacer que la población adquiriera buenos hábitos alimenticios. La publicidad en las pantallas ha logrado que México sea el país con mayor consumo de Coca-cola y el tercero donde más cirugías plásticas se practican
Arturo Cano
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de julio de 2014, p. 8
El Estado mexicano invirtió enormes recursos, durante décadas, para inducir a la población a tener hábitos alimenticios saludables. Con ese dato, el doctor en sociología Javier Esteinou Madrid define el poder actual de los medios masivos: ‘‘En una década, el trabajo publicitario de la televisión modificó ese capital cultural y nos convirtió en el país con más obesos en el mundo, la nación con mayor consumo de Coca-cola. Y no sólo eso, ha cambiado los valores de la identidad nacional, lo cual es gravísimo. México es el tercer país de todo el planeta donde más cirugías plásticas se practican’’.
No se habla en esta entrevista sólo de refrescos y liposucciones. El académico, experto en medios de comunicación en México, pone el anterior ejemplo para subrayar que la enorme fuerza de las televisoras y la radio ha hecho del ‘‘poder mediático’’ un nuevo poder del Estado cuya creciente omnipresencia ha dado lugar a lo que llama ‘‘cuarta república mediática’’.
La reciente reforma de telecomunicaciones propició que muchos sectores sociales voltearan a ver a las televisoras y llamaran la atención sobre un poder que rebasa al del gobierno y los partidos. Para Esteinou Madrid, estamos fuera de foco: ‘‘La televisión es poderosa todo el año, porque todo el año construye valores, convoca a la población y la dirige hacia un lado o hacia el otro’’.
Constructores de la conciencia nacional
Doctor en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autor de buena cantidad de libros que desmenuzan las entrañas del ‘‘poder mediático’’, Esteinou sostiene que los grandes medios –Televisa es actor central, pero no el único, insiste– son los nuevos constructores de la conciencia nacional y su influencia fija políticas públicas, determina comportamientos sociales.
Los medios han alcanzado tal fuerza, sostiene, que ya ni siquiera podemos hablar de poderes fácticos ni de telecracia, porque tales conceptos se quedan cortos. Los medios forman parte ya, dice, del ‘‘corazón del Estado’’.
Luego de hacer un repaso de todos los preparativos que el Instituto Nacional Electoral realiza con miras a las elecciones de 2015, el académico afirma que el aparato formal (el INE) poco podrá hacer frente al ‘‘aparato mental (que) va a seguir dominado por las televisoras, que van a posicionar’’ a los candidatos que ganarán el próximo año y en 2018. El único ingrediente nuevo, asegura, podría ser que dentro de cuatro años haya dos nuevas cadenas de televisión que podrían apoyar a un candidato distinto al de Televisa.
Enseguida, extractos de la entrevista:
–¿Cuándo y cómo dejamos que Televisa nos engordara?
–De los 80 en adelante, especialmente después de la firma del Tratado de Libre Comercio, las televisoras comienzan a fortalecerse y crecer más, porque el Estado se debilita y a esa fase de transición, donde no vuelven a surgir partidos fuertes, ni una capitanía sólida, se suma la caída del PRI en el año 2000 y quedan muchos huecos que ya no puede ocupar la clase política y en el campo del poder no hay espacios libres.
‘‘Las funciones que dejó de ejercer el Estado las empezaron a ocupar los medios. Entonces se rompe el equilibrio. Las televisoras eran soldados del presidente y comienzan a adquirir tal poder que van gobernando el país y los funcionarios, el presidente, los gobernadores y los poderes republicanos se convierten en los soldados de las televisoras.
‘‘De los 80 en adelante se convierten en poderes fácticos. Antes, el Estado sí los podía controlar. Después ya no; se convierten en poderes fácticos salvajes, porque el Estado y los poderes constitucionales ya no los pueden acotar.
‘‘Mi tesis es que ahora ya no son tampoco poderes fácticos salvajes, porque hoy los medios ya forman parte del corazón del Estado. Es decir, la televisión ya es parte del Estado.’’
–¿Diría que estamos ya frente a la consolidación de la versión vernácula del ‘‘ultraliberalismo’’, como lo entiende Tódorov?
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Las funciones que dejó de ejercer el Estado las empezaron a ocupar los medios de comunicación, expresó el sociólogoFoto Carlos Ramos Mamahua
–Sí, pero es más que eso porque, por lo menos en el caso de México, la televisión ha conquistado tal capacidad de poder que no nada más se expresa en el terreno económico y político, sino que hoy la televisión reproduce gran cantidad de funciones que le corresponden al Estado; por ejemplo, tiene la capacidad de construir la memoria social, de ejercer la violencia simbólica de forma monopólica. El Estado sigue conservando el ejercicio de la violencia física (Ejército, policía, sectores paramilitares), pero el monopolio de la violencia simbólica lo tienen los medios, que tienen mayor capacidad de convocatoria que todo el Estado.
–Los datos indican que 76 por ciento de la gente se entera de política por la televisión; tal es su capacidad de convocatoria.
–Sí, pero es más que lo político. Llama la atención que frente a hechos como el que acaba de suceder, con la aprobación de la reforma de telecomunicaciones, volteamos a ver y decimos que la televisión es muy poderosa y ha rebasado a los partidos. No, la televisión es poderosa todo el año, porque todo el año construye valores, convoca a la población y la dirige hacia un lado o hacia el otro. Por ejemplo, al circuito del consumo, donde ha llegado a tener tal espacio de fuerza que ha cambiado fechas fundamentales de la memoria histórica de lo que es el Estado nación, como es el aniversario de la revolución mexicana, que ha convertido en El Buen Fin.
–La presencia del poder mediático trasciende entonces el entretenimiento y el espectáculo.
–La televisión ya tiene capacidad de generar políticas públicas, como lo vimos con la Iniciativa México.
–Capitalismo salvaje igual a comunicación salvaje.
–Ya no estamos en la telecracia. Es un concepto que ya quedó corto para explicarnos en qué vamos. Tampoco nos sirve el concepto de poderes fácticos salvajes. Estamos frente a una nueva república (ya no la primera surgida de la Independencia, ni la segunda que nació de la Reforma, ni la tercera surgida de la Revolución).
–Lo que llamas la cuarta república mediática.
–Sí, la cuarta república mediática. El poder hoy está constituido por los tres poderes formales –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– más el poder mediático, pero no el poder mediático por fuera, sino en el interior de la propia estructura del Estado. El gran problema que tenemos es que venimos arrastrando una vieja concepción del Estado, que nos sigue atrapando la noción jurídica que han elaborado los abogados.
–Muchos sostienen que el grupo actualmente en el poder tiene como divisa la restauración autoritaria. ¿De qué manera estaría dispuesto a compartir el poder con los jefes de la ‘‘cuarta república mediática?’’
–El ensamble es eminentemente pragmático. El PRI sabe que sin el apoyo de la legitimación que puede construir Televisa, no puede gobernar. Le sería muy difícil poder construir una nueva legitimidad si no tuviera esa propaganda y ese constante manejo a su favor. Por eso es que tiene que estar en alianza, porque de lo contrario le pasaría lo que le sucedió a Felipe Calderón. Presentar un país de descuartizados desestabiliza a cualquier gobierno.
–Este es un gobierno, sin embargo, de recentralización y concentración del poder. ¿No podría enfrentar al poder mediático? –se le pregunta.
–No, porque el poder mediático es distinto, es el control de las conciencias. Y el Estado mexicano no tiene otra infraestructura porque renunció a ella a partir de la década de los 80, en la etapa del adelgazamiento neoliberal. Apenas ahora empieza a darse cuenta de que requiere de una red de medios públicos, que es la famosa red pública que se va a construir. Habría que ver hasta qué punto es una nueva red pública o simplemente la nueva infraestructura de propaganda del actual régimen –concluye el sociólogo de la UNAM.

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