domingo, 29 de diciembre de 2013

Los personajes y la parodia.León García Soler



U
n año de golpes de timón y nunca cesó el canto de las sirenas. México en movimiento. La nave va, Y los medios escritos nos llegan con noticias del imperio: el pacto resulta ser más que un acuerdo de marinos para posponer el naufragio; es un prodigio político, es el milagro que hizo realidad las fantasías de la transición en presente continuo. The Wall Street Journal lo equipara al Pacto de la Moncloa, que no fue uno, fue legión. Y el México que gobierna Enrique Peña Nieto desplaza al Brasil de Lula como el país del futuro.
Un minuto de silencio en memoria de Stefan Zweig. Y un grito de alarma ante los elogios desmesurados de los de arriba, de los voceros del imperio, del capitalismo financiero. No por las manifestaciones callejeras y los cercos al Congreso de la Unión, que exhibieron la dispersión de la izquierda y dejaron vía libre a la alianza antinatura del PAN y el PRI. El nacionalismo revolucionario se pierde en la bruma y la reacción de la clerigalla presume que el PRI hace realidad las iniciativas del panismo. Pero Gustavo Madero y Jesús Zambrano juegan a las sillas musicales: al son de la reforma hacendaria se sienta el del PRD; al entonarse la reforma energética, el sobrino nieto del Apóstol de la Democracia, hace suya la silla que Eufemio Zapata buscaba en las caballerizas de Palacio Nacional para quemarla.
Ahí está y tiene dueño. Peña Nieto hizo suyo el escenario histórico desde el primero de diciembre de 2012. Brasil y México, en el inasible presente, en el fugaz momento del poder que ha de ejercerse con la vista fija en el futuro, en el horizonte, en lo real y lo posible ante lo que es meta constante. Lula visitó México este año de movilizaciones que reacomodaron y consolidaron la división de poderes en México; en el año de protestas y manifestaciones en Río de Janeiro, en Sao Paulo, en todo el enorme territorio de la potencia amazónica. En Chiapas, Lula, el gobernante que sacó a millones de sus compatriotas de la pobreza, asistió a un acto de nuestra cruzada contra el hambre. Las protestas, la violencia desatada en el Brasil, son prueba del buen éxito de su política social, de la economía al servicio de la política, de los marginados: Los que padecen hambre no protestan, dijo.
Demandan servicios, empleos, mejores sueldos, educación, salud y que se escuche su voz, quienes han salido del marasmo de la hambruna, quienes han alcanzado el rango amplio, extenso, impreciso de eso que llamamos clase media. Se acaba el año y la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, suspende sus vacaciones para atender la emergencia de las inundaciones del sureste del país, donde decenas de miles pasaron las navidades sin agua potable, sin electricidad, sin comunicaciones. La marginación, la desigualdad social, son una constante del amargo presente. En México, decenas de miles pasan frío y sobreviven al desbordamiento de los ríos que año tras año se salen de madre. Hay un extraño silencio en los campamentos de maestros y otros manifestantes del malestar social. Y no se ha escuchado la voz del nuevo vocero del gobierno de la República desde el día que fue designado.
Un año. México avanza. Pero, ¿cuál es el rumbo, adónde va la nave? Los personajes de la transición se vieron de pronto dueños de su capacidad de decisión y algunos fueron capaces de manifestar voluntad política propia: el Poder Legislativo es contrapeso del Poder Ejecutivo; del enorme peso presidencial que levitara en la levedad tecnocrática de Ernesto Zedillo, en la frívola ignorancia supina de Vicente Fox, en la mezquindad extremista de Felipe Calderón. Desde que era pequeño, era yo muy pequeño, dice la genial ironía de Tito Monterroso. Tamañitos así son los diputados y senadores que alzaron la voz y aprobaron las reformas implementadas (que) le cambiaron el rostro a México. Pero son el contrapeso, uno de los tres poderes de la Unión. Hacer política es la única manera de hacerse político.
Sombras que pasan, algunos. Pero otros confirman que coordinar no hace a un líder. Silvano Aureoles, coordinador de la bancada perredista, la dice líder a Manlio Fabio Beltrones, y el panista Luis Alberto Villareal se pavonea al paso de Gustavo Madero con la presunción de que el PRI ha hecho realidad el proyecto político del PAN. Cosas de las disputas internas por el control del partido: Ernesto Cordero ya no coordina a los senadores del PAN, espera a la sombra del priísta Emilio Gamboa los efectos del cultivo yucateco sobre el coordinador designado por Madero. Los estudiosos acuden a los Papeles del Federalista y nos recuerdan que el Congreso del vecino del norte reivindicó y asignó el poder de la bolsa al legislativo. Hamilton, Jay y Madison se referían a los ingresos y gastos públicos. Aquí hacen las cuentas de los recursos asignados a las Cámaras.
El poder de la bolsa está en manos de Luis Videgaray. Pero no hace falta el aplauso de los medios financieros del exterior para que el secretario de Hacienda sepa que no es ministro y que el titular del Poder Ejecutivo tiene las facultades expresas para designar y remover libremente a los secretarios. Cosas de la persistencia de usos y costumbres palaciegos durante la era regida por el sistema métrico sexenal. Hubo en Bucareli secretarios que eran el conducto político de la Presidencia con los gobernadores, los diputados y senadores, los partidos políticos y con los dueños del dinero y de los medios que hoy esperan la reglamentación de la reforma de las telecomunicaciones. Hubo, pero llegaron los de la torre de marfil de las finanzas públicas; y el poder neoliberal desplazó al viejo poder político; los gobernadores venían a ver al secretario de Programación y al de Hacienda, con el sombrero en la mano. A Gobernación le quitaron los dientes.
Volvió Gobernación a ser conducto político y a tener gente de armas a sus ordenes; más que nunca. Por eso hay augurios de combate sucesorio entre Videgaray y Osorio Chong. Y a un año apenas de asumir el poder presidencial, los sicofantes no esperan el día de los inocentes para anunciar cambios en el gabinete. Impacto del pacto. Pero hubo y hay trombas, huracanes, inundaciones y deslaves, y estallidos en instalaciones y ductos de gas y petróleo; desgraciasnaturales, devastación y ruinas. En año de austeridad impuesta o padecida por que está en la naturaleza de quienes controlan el gasto público, el circulante y el crédito, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, hubo de sobresalir al hacerse cargo de las obras de restauración y de anticipar proyectos de infraestructura; anunciar que se adelantarían las fechas para concursar y asignar dichas obras.
Ya no hay futurismo sino recuerdos del porvenir. Choques inevitables que hacen o deshacen a los responsables de las reformas emprendidas. Emilio Chuayffet aguantó los embates de la CNTE y asumió la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley, el sambenito de villano impuesto por los que demandan democracia participativa y desdeñan las instituciones y normas del poder constituido. Otros hay, dentro y fuera del pacto, pero no ajenos a sus consecuencias. Se acabó el año de nones y no hay consenso en que fuera de dones.
En Tabasco vuelven las aguas a salirse de cauce; Arturo Núñez Jiménez es gobernador perredista, único en cuya entidad votó el Congreso local contra la reforma energética. Lo de Oaxaca y Guerrero da grima. Andrés Manuel López Obrador aguarda, espera en silencio, entre la gritería del adherente Marcelo Ebrard. Y el pasmo del vocero del gobierno de la República.

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