miércoles, 9 de octubre de 2013

La jodidez mental del clasemediero.



“Es pobre el que quiere”
Por: Hilda García - octubre 8 de 2013
De acuerdo con una encuesta levantada por la empresa Parametría, el 31% de los mexicanos considera que los pobres siguen en situación de pobreza porque no se han esforzado lo suficiente para salir de ella. Así, sin más. Pareciera que prácticamente la tercera parte de los mexicanos piensa que la pobreza se podría resolver con unas palmaditas en la espalda y que es responsabilidad de los mismos pobres, estar en esa situación. Bajo este concepto, por demás discriminatorio, no hay argumentos económicos, estructurales, ni de lucha de clases. Empresarios, industriales y gobiernos, quedan exentos de toda responsabilidad y bajo ese precepto es que se toman las decisiones sobre el problema de la pobreza que en México tiene ya una población de unos 53.3 millones de pobres. Esto es prácticamente la mitad del país. Si por un lado los políticos piensan así y los gobernados lo creen, las decisiones que se toman para pretender la disminución de los índices de pobreza del país están completamente erradas y nos llevan a un callejón sin salida. Que una parte de los mexicanos piense de esta manera dificulta la solución misma del problema. Es decir, no habrá planes sexenales, iniciativas locales, comunitarias que funcionen si la percepción de los mexicanos para abatir la pobreza es un problema de falta de esfuerzo. Y esto aplica tanto a los gobernantes, como a los gobernados. Así que cuando escuchamos a la Diputada priista Adda Luz Ferrer decir que en Campeche “es pobre el que quiere”, además de enojarnos a tal grado que la bauticemos como #LadyPRI nos debe preocupar su manera de pensar, pues de acuerdo con ese criterio es bajo el cual toma sus decisiones y percibe su realidad. Realidad que poco o nada tiene que ver con las posibles causas y soluciones a los problemas de su comunidad. En su momento, la frase de la legisladora de Campeche fue lapidaria. “Hay gente que tiene la oportunidad de tener un trabajo digno, pero sigue permitiéndose todo lo que pueda hacerle aniquilar a su persona. Es lamentable. Sin embargo, en Campeche es pobre el que quiere, porque somos muy ricos, en Campeche hay un dicho que dice: Si quieres comer, o sea, tira tu anzuelo y del mar saldrán peces”, afirmó a principios de agosto la legisladora. De acuerdo con una nota publicada por Animal Político, los resultados obtenidos por Parametría en el estudio sobre la discriminación en México, las creencias de que los pobres son pobres porque no se esfuerzan por cambiar su condición se incrementa entre las personas con mayores ingresos: la mitad de las personas con ingresos que van de entre 4,552 a 7,585 pesos y de 15,171 a 20,000 pesos coinciden con la idea de que la pobreza se puede superar simplemente con el esfuerzo. Pero estas actitudes discriminatorias en la sociedad apuntan en y desde todas las direcciones posibles. Ella no es la única, pero es una pequeña muestra de cómo el problema de discriminación hacia el pobre va más allá de un porcentaje en la percepción, pues se manifiesta ese pensamiento en la vida cotidiana y en la toma de decisiones. Queda claro que para superar en forma definitiva la pobreza se tiene que hacer crecer la economía, crear empleos bien remunerados, impulsar una política social que garantice una buena educación, salud y vivienda. Pero si estas medidas al pasar por la sociedad mexicana y los distintos niveles del gobierno la percepción es de que los “pobres son pobres porque quieren” el problema se mantiene y peor aún, se agranda. El clasismo y la discriminación prevalecen en una buena proporción entre la gente de más recursos y en políticos como #LadyPRI. Sin embargo, un punto del estudio que es aún más impresionante es que el 36 % de las personas que perciben un ingreso igual o menor a 785 pesos y que se consideran de clase baja, y que podrían ser considerados como “pobres”, también creen que con esfuerzo la pobreza puede superarse. Esto es aún más alarmante porque entonces si los pobres piensan que ese estado lo tienen por no superarse, porque en realidad no estará nunca clara la razón de su situación ni apuntarán hacia los responsables, cuestión que también le acomoda muy bien a los políticos municipales, locales y nacionales pues las exigencias y responsabilidades se limitan en atender necesidades temporales y no de condiciones estructurales. Esto significa que políticos y gobernados hacen un círculo vicioso en el cual no ven el problema y por lo tanto no se atiende. O no se atiende de la manera correcta porque está velada por la percepción de una falta de esfuerzo. No pretendo con esto justificar la inacción de políticos contra la pobreza. Queda claro que hay corrupción, ignorancia, falta de recursos, de capacidades para resolver, pero preocupa de igual manera como se perciben las realidades de la gente con poder o capacidad de hacer ajustes para resolver el tema de la pobreza y, por supuesto, alarma aún más que los pobres “se la crean”. En este mismo estudio Parametría añade a la discriminación y al clasismo el tema racial. Un 38 % de los entrevistados considera que los indígenas, por sus características raciales tendrán siempre una limitación social. Esta opinión aumenta entre los encuestados que tienen un grado de escolaridad mayor al nivel medio superior. Así que la población de mejor nivel educativo carga con ese prejuicio al que se le añade un 24% de los entrevistados que piensan que México es un país menos desarrollado que otros países vecinos, pues aún hay indígenas. Ese pasado (y muy presente) indígena del que nos decimos estar orgullosos lo hemos visto desde el siglo XIX como un elemento que retrasa la modernidad y el progreso. Y a más de 100 años mantenemos esa percepción que no nos ha permitido tomar tampoco decisiones correctas que ayuden a abatir la pobreza en todas sus manifestaciones. Duele mucho que los pobres piensen que tengan que esforzarse más porque no conocen otra realidad y no han podido participar de una educación que les permita visualizar el problema y exigir sus condiciones mínimas a sus respectivos gobernantes, pero es mayor el enojo que entre la población supuestamente más y mejor educada prevalezcan esas actitudes clasistas y simplonas de nuestra realidad pues la capacidad de decidir y hacer planes para resolver los grandes temas nacionales están en sus manos y su visión poco o nada tienen que ver con la realidad cotidiana de los pobres.

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