viernes, 20 de septiembre de 2013

Broma cruel para los mexicanos: hoy es el Día Nacional de la Protección Civil.


1985-2013: La dura lección de ser mexicanos

Por: Redacción / Sinembargo - septiembre 19 de 2013 - 0:00

Casa de citas

A la lamentable pérdida de más de un centenar de vidas, a la tragedia de los más de 218 mil damnificados –números que podrían crecer en los próximos días–, se une ahora el costo de la reconstrucción por los daños causados por “Ingrid” y “Manuel” que, sin duda, impactará no sólo a las finanzas públicas federales y de los estados de Guerrero, Veracruz, Chiapas, San Luis Potosí, Tamaulipas, Zacatecas, Morelos, Michoacán y Nuevo León, sino también la evolución de diversas actividades productivas en esas zonas. Considerando que “Manuel” sigue su camino hacia Baja California Sur, ahora como un huracán, las afectaciones en entidades como Sinaloa, Sonora y la propia península podrían aumentar la desgracia para muchos mexicanos y las cifras que hoy sólo son presunción harán un hueco mayor en las arcas del gobierno. Por lo pronto, sólo en los próximos días, la administración de Enrique Peña Nieto exprimirá los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden). Para este año, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación, se canalizaron 5 mil 507.9 millones de pesos al Fonden y, por urgencias anteriores a las dos tormentas que ahora mantienen colapsado al país, se ejercieron ya 200 millones de pesos. Luis Videgaray Caso, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), anunció ayer que la dependencia a su cargo tiene disponibles, de inmediato, 2 mil 800 millones de pesos de años anteriores y 3 mil 500 millones más del presupuesto de ese año; también tiene a la mano 5 mil millones de pesos del Seguro de Riesgos Catastróficos contratado por esta administración. Pero esos 12 mil millones de pesos se quedarán cortos, pues hasta ahora nadie tiene claro el verdadero impacto que heredarán estas tormentas. Algunos analistas financieros calculan ya que las labores de salvamento, las pérdidas de vivienda, de infraestructura urbana y carretera, de puertos y aeropuertos, estarán en un rango de entre 17 mil millones y casi 50 mil millones de pesos, lo que representa 0.3 puntos del Producto Interno Bruto (PIB). De ser así, esa cifra casi duplica los 27 mil millones de pesos anunciados el pasado 13 de septiembre por el Presidente Peña Nieto, como parte del Programa de Aceleración del Crecimiento que lanzó para contener la caída de prácticamente todos los indicadores de la economía mexicana en este año, lo que ha dejado ya más desempleo y pobreza en toda la República. No será fácil para los operadores de las finanzas públicas en México enfrentar este colapso. Lo que se ve venir, según los expertos en la materia, es echar mano de más emisión de deuda. Pero hasta eso se complicará, dicen, con un escenario económico adverso a nivel mundial y con un país que no está ofreciendo grandes alternativas a la inversión extranjera. Ni siquiera la Reforma Energética y el cambio de condiciones para hacer negocios en Petróleos Mexicanos (Pemex), que es la joya de la corona en México, les hace gran ilusión. El gran problema de este país, por décadas, ha sido y es la falta de planeación a largo plazo en su infraestructura. Las “grandes obras”, como la Autopista del Sol realizada por privados con una concesión del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y que colapsa, como ahora, cada vez que se presenta una lluvia fuera de lo normal, se construyó mal desde el inicio y por cientos de reconstrucciones el gobierno federal ha pagado ya miles de millones de pesos. Este es sólo un pequeño ejemplo de cómo las “grandes obras” en el país están colgadas con alfileres. Menos aún se han construido tomando en cuenta que México es un país vulnerable, por el Pacífico, el Golfo de México y el Atlántico, a los embates de las tormentas y huracanes, lo mismo que las zonas sur y centro están permanentemente en riesgo de sismos. Ni hablar de la sequía que mantiene en alerta permanente a los estados del norte del país, donde tampoco se han construido obras hidráulicas e hidroagrícolas ni se desarrollan programas de ciencia y tecnología para paliar el problema. Hoy, en el Día Nacional de la Protección Civil, decretado el 19 de septiembre de cada año, en recuerdo de la tragedia causada por el terremoto de 1985, México está desprotegido. Han pasado 28 años y, si acaso, es en la Ciudad de México donde más avances se tienen en materia de prevención y donde se aplica un plan permanente de contingencia ante sismos y terremotos. Son casi tres décadas de negligencia, fraudes y robos no castigados en los presupuestos de infraestructura y prevención, y en las que cada uno de las administraciones federal y estatales que han pasado, incluyendo a los que ahora gobiernan, han sido omisos de cara a las prioridades del país.

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