domingo, 14 de julio de 2013

El ciudadano Zaid. José Agustín Ortiz Pinchetti




D
ebemos celebrar el nuevo libro Dinero para la cultura, de Gabriel Zaid. Es una crítica certera a las instituciones que se pretenden como fuentes generadoras de la cultura. La corriente principal de la cultura mexicana, admirable por insólita, múltiple, vital, no es generada ni por los monopolios mediáticos ni por las grandes pirámides burocráticas. Zaid rescata el mérito de la cultura que nace y se reproduce en la libertad. Que se financia a sí misma y que sobrevive por sus méritos estrictos. La lectura de Zaid me produce un efecto de frescura. Es como si abriera una ventana y entrara la limpidez. No es frecuente percibir el mismo efecto en otros escritores. No coincido con él en todo, pero me gusta su provocación constante.
Es un pensador muy extraño: mientras la mayoría de los escritores están con un ojo al gato y otro al garabato, imaginando que cada una de sus expresiones será evaluada por sus adversarios, sus aliados o sus patrocinadores, Zaid parece totalmente indiferente a lo que se diga de su obra en la atmósfera cortesana. Él es lo que es y establece una relación directa con el lector, al que respeta. ¿Progresista, conservador? Causa irritación por inclasificable. Para mí es un gran pensador progresista, porque busca de modo apasionado la verdad. Alguna vez elogió a Daniel Cosío Villegas por impertinente. Zaid es impertinente sin ser amargo. Nunca se ensaña. Hay un elemento profundo de comprensión y respeto aun es sus críticas más briosas. Lo atribuyo a su confianza en sí mismo y al gusto que tiene por pensar, escribir y vivir.
Los intelectuales enseñan con su ejemplo. La mayoría de ellos no son buen ejemplo. Parece que su talento lo autoriza todo. A veces la descomposición privada no se ajusta a la aspiración pública. Los ve uno perecer por el reconocimiento público. Están en la farándula. Son cortesanos. Zaid predica con el ejemplo. No pierde el tiempo ni en sus propios homenajes. Hay quien cree que es un cartujo. Quien ha leído sus versos eróticos sabe que vive muy bien. Su vena espiritual es tan intensa que no necesita volverla explícita. Se manifiesta en sus cualidades morales. Vive de su trabajo de alta calidad y bien remunerado. Así no tiene que vender ni su silencio ni sus opiniones. ¡Y que bien investiga! En dos cuartillas puede reunir todos los elementos técnicos, políticos e históricos para descalificar el enésimo combate a la corrupción.
Su optimismo es sólido. Confía en la libertad como medio idóneo para que la gente común ejerza su poder de cambio. Quienes estamos en la oposición tendemos a destacar los aspectos más oscuros del régimen y de la sociedad. Hay que leer como Zaid subraya los signos de grandeza de México (México avanza, Reforma, 28/05/ 2012) y los atribuye no a las estructuras, sino al impulso de millones. Nuestra crítica debería empezar por reconocer la potencialidad de esta sociedad para hablar entonces de su descomposición y de la vía para superarla.

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