jueves, 12 de abril de 2012

La Jefa es un autobús

 
Octavio Rodríguez Araujo
La Jefa es el nuevo nombre del autobús de Josefina Vázquez Mota (JVM). Muy emblemático, sin duda. ¿Ella será ahora la jefa o sólo el autobús? Lo primero es lo que ella quisiera. Aparentemente es la jefa de Gustavo Madero, Ernesto Cordero, Germán Martínez, Juan Ignacio Zavala, Juan Manuel Oliva, Miguel Székely, Maximiliano Cortázar, Rodolfo Elizondo, Roberto Gil Zuarth, Rafael Giménez, María Luisa Calderón, Rogelio Gómez Hermosillo, Irma Pía, Armando Sánchez Ruiz, Mayela Alemán de Adame, Octavio Aguilar Valenzuela, Luz Gabriela Cadena Luna y los que se sumen en los próximos días. Aunque no aparece en la lista de apoyos-subordinados, debe considerarse también al rey de la guerra sucia, Antonio Solá Reche, el infaltable en cualquier partido ultraderechista en periodo electoral.
Sin embargo y dada la composición de los incorporados, surge una pregunta: ¿no será Felipe Calderón el verdadero jefe y JVM una extensión de la franquicia conocida como Los Pinos? Todo indica que con la candidata panista usaron la misma estrategia que con las empresas públicas: dejarlas caer para luego salvarlas en beneficio de sus patrocinadores. La dejaron que se tropezara varias veces, que tuviera fracasos, algunos bochornosos, y luego, después de haberla dañado con una medicina amarga, le ofrecen el mismo medicamento pero ahora con otro sabor, para que ella no tenga más remedio que agradecerlo. El problema es que, tanto la medicina que le provocó serios problemas iatrogénicos como la nueva, se fabrican en el mismo laboratorio conocido como Los Pinos.
Los genios de la propaganda electoral de La Jefa le echaron montón para ver si así repunta. Tal vez crean que si ellos son muchos más serán los que vean a JVM como su candidata predilecta. Pero la realidad es otra, y tiene que ver con la percepción ciudadana: la economista Vázquez Mota es vista ahora como la candidata de Felipe Calderón y no como fue visto éste en relación con Fox.
Me explico mejor: el candidato de Vicente Fox, una vez que no pudo heredarle la silla a su esposa, era Santiago Creel. Pero en el PAN había otro personaje que quería ocupar Los Pinos y que fue destapado en Jalisco por el entonces gobernador. Fox no estuvo de acuerdo, pero tuvo que aceptar al michoacano cuando éste ganó en la elección interna de su partido. A raíz de este desenlace Fox lo hizo su candidato y manipuló todo lo que pudo para convertirlo en presidente. Los fraudes de la época son muy conocidos como para citarlos en este espacio. Lo que quizá conviene destacar es que el presidente del PAN en esos momentos era Manuel Espino Barrientos, quien hizo a un lado sus discrepancias con Calderón y llamó a todos los panistas a cerrar filas y posponer sus diferencias para ganar todo lo que se pudiera. Reaccionario en muchos sentidos y yunquista por añadidura, fue un buen operador político y logró para su partido (que más adelante lo expulsaría) la mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Una vez que logró su propósito se distanció de manera muy obvia de Calderón, y así le fue posteriormente.
Con La Jefa la situación es otra, aunque al principio se pareciera. El candidato de Calderón fue Ernesto Cordero, o así convino hacerlo creer. Pero como Josefina ganó en la elección interna, ésta quedó como la mera mera, con una salvedad: Calderón se la apropió y no sólo la hizo su candidata sino que le ha impuesto su equipo de campaña y hasta el color del lápiz labial.
Calderón, marrullero que es, como bien lo sabemos, ha utilizado una estrategia muy a tono con su forma de hacer política. Fintó con Cordero para poner a Josefina y, al mismo tiempo, juega con la carta de Peña Nieto. Su idea es que gane quien gane, salvo López Obrador, él y su proyecto (que en realidad es el de Salinas de Gortari-Washington) quedarán resguardados y vigentes. En esto se parece a Zedillo, cuyos candidatos fueron también el del PRI y el del PAN, Labastida y Fox, pues para los tecnócratas neoliberales lo que importa es el régimen inaugurado por De la Madrid y consolidado por Salinas.
La Jefa es, a final de cuentas, el nombre de un autobús, pero JVM no se ha dado cuenta y ya ha comenzado a exigir, como bien se señala en la nota de Claudia Herrera Beltrán en La Jornada del martes: exige al partido y, muy en su papel, ya “advirtió que no hay espacio para equivocaciones o faltas de responsabilidad y por eso ‘habrá consecuencias inmediatas para quien no asuma su responsabilidad de manera completa’”. La Jefa se cree idem. Allá ella, pues va a perder.
con una invitación a mis lectores

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