lunes, 19 de diciembre de 2011

En misa, la familia Calderón pide a Dios que “toque el corazón de los violentos”

La participación del Presidente fue como ciudadano, aclara Los Pinos; asistió el Estado Mayor

Carolina Gómez y Enrique Méndez

Periódico La Jornada
Lunes 19 de diciembre de 2011, p. 7
El presidente Felipe Calderón y su familia pidieron ayer, en la Basílica de Guadalupe, que Dios “toque con su amor el corazón de los violentos”, en una misa donde el cardenal Norberto Rivera Carrera –que les ofreció la comunión– afirmó que en México existe una “sana separación entre el Estado y la Iglesia”.

Ayer, se inició la primera de las tres jornadas de plegarias (triduo) que la arquidiócesis realiza por la paz y la reconciliación del país, con el propósito expresado por el cardenal de que “el poder de la oración es más eficaz que el de las armas”.

En ese contexto, y desde el altar central de la basílica, la esposa del Presidente, Margarita Zavala, leyó un mensaje a nombre de la familia Calderón Zavala.

“Te pedimos, Señor, por nuestro querido México. Dale la justicia y la paz que tanto necesita. Toca con tu amor el corazón de los violentos”, expresó ante miles de feligreses que se congregaron en el templo guadalupano.

La intervención de la esposa de Felipe Calderón se dio en las peticiones que se formulan durante la misa, y apenas cuatro días después de que la Cámara de Diputados aprobó una reforma al artículo 24 de la Constitución, para instaurar la libertad de religión y de conciencia.

Al inicio del periodo de oración asistió el nuncio apostólico, Christophe Pierre, mientras el rector de la basílica, Enrique Glennie, estuvo al lado de los Calderón Zavala.

“Sana separación”

En su homilía, Norberto Rivera afirmó que las tareas del Estado y de las iglesias son distintas. Más tarde, en la Catedral Metropolitana, pidió a ciudadanos, militares, marinos y gobernantes no temer a la delincuencia.

“En México existe una sana separación entre el Estado y las iglesias. Al Estado compete garantizar la seguridad y la gobernabilidad del país, y tiene las leyes coercitivas a su disposición para ejercer, de forma legítima, el poder que busca el bien de la sociedad, respetando en todo momento los derechos humanos”, afirmó.

Mientras, a las iglesias corresponde “procurar la salvación integral de todo ser humano”, expuso.

Rivera afirmó que la nación está “herida y atribulada”. Atribuyó la pérdida de la paz en el país a que los mexicanos se han alejado de los mandamientos y han privilegiado lo material.

“Nos hemos alejado de sus mandamientos: el amarlo (a Dios) sobre todas las cosas, más que a nosotros mismos; el no matarás; el no robarás y no codiciarás los bienes ajenos y, por supuesto, el respeto a los demás”, expuso.
Consideró que México aún tiene futuro y esperanza. Aseguró que si se participa en estas jornadas de oración, se ayudará a que “Dios convierta el corazón de los criminales y pecadores, y (éstos) volverán arrepentidos a Él”.

Persignados y comulgados

Durante la misa, Calderón, su esposa y sus tres hijos se persignaron y comulgaron. Primero Margarita Zavala; en seguida el Presidente y luego sus tres hijos. Luis Felipe y Juan Pablo vistieron camisas azul mariano y María un vestido blanco.

Antes de abandonar la basílica, Felipe Calderón se acercó a algunos feligreses. Algunos lo despidieron con porras y gritos de “¡Viva! ¡Bravo!”, y otros con felicitaciones por la Navidad.

Aun cuando la arquidiócesis y la Presidencia de la República aclararon que la participación de Calderón en la liturgia fue como ciudadano, su seguridad estuvo garantizada por el Estado Mayor Presidencial, y el registro de su visita, a cargo del Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales y los fotógrafos de Los Pinos.

País temeroso

Más tarde, en Catedral, Rivera llamó a los mexicanos a “no tener miedo. Imagínense si nos convertimos en un país temeroso. El primero que ya no estaría aquí sería yo, ya que de vez en cuando llega por ahí alguna bombita. O imagínense que nuestro Presidente se volviera miedoso, que le entrara el temor.

“En tantos municipios el crimen se apodera de ellos, porque el que estaba enfrente de ahí tuvo miedo, porque la disyuntiva era o plomo o plata, y le tienen miedo al plomo.”

Exhortó a comunicadores, líderes religiosos y de la sociedad, a la población que sufre la inseguridad, así como a los militares y a los gobernantes a no amilanarse.

“Es momento que reciban este mensaje, todos nosotros que estamos padeciendo de alguna manera la violencia (...) en este momento es de suma importancia para los que tienen autoridad no tener miedo.”

Consideró “sumamente positiva” la reforma al artículo 24 constitucional. Precisó que “se esperaba”, porque se requería adecuarlo con el artículo 1º constitucional en materia de derechos humanos.

Rechazó que el cambio incluya impartir educación religiosa, sino que se limita a establecer el derecho a la libertad religiosa, que es muy amplio. Ello es decisión de los padres de familia “y el Estado tendrá que decir dónde se puede impartir eso”.

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