martes, 19 de julio de 2011

A su ilegitimidad, su contundente derrota política

Álvaro Cepeda Neri

Conjeturas

El señor Calderón atiza la precandidatura de su hermana para la gubernatura de Michoacán, y al estilo foxista da alas a su esposa para tantear, dentro y fuera del PAN, su candidatura presidencial, derrotado de antemano en ambos casos; y debe andar más que molesto por las victorias del PRI en las elecciones para gobernador en: Coahuila, Nayarit y Estado de México y presidencias municipales en Hidalgo donde obtuvo el 60 por ciento de ellas y gobernará a una minoría, ya que son municipios con pocos habitantes.

El todavía inquilino de Los Pinos, a donde llegó manchado de ilegitimidad por negarse a contar de nuevo los votos, carga con la derrota contundente de su partido despreciado por los votantes, y para él mismo que no supo, o no pudo que es peor, conducir acertadamente a la Nación quien le está cobrando su ineficacia como Jefe de Gobierno y Jefe de Estado, apaleándolo con los resultados inobjetables del viejo (representado por Peña Nieto) y nuevo PRI (por el senador Beltrones) que, con todo y sus viejas mañas de comprar votos, presionar a los ciudadanos, meterle dinero de más a las campañas, etc., tuvo sufragios auténticos de sus militantes y de quienes aprovecharon las urnas para demostrar su rechazo al calderonismo.

No fue el PRD y su rama lópezobradorista la que propinó tan despiadado golpe político-electoral a Calderón y al PAN, que, exhibidos como quienes ya en la lona por los resultados de las elecciones intermedias (2009), los han sacado de la arena y están descartados para el 2012. O como he fundamentado, si antes no tenemos un golpe militar y más ahora con estos reveses electorales. Los asistentes a las urnas en el feudo de Peña Nieto, lo hicieron entre otros motivos, para repudiar políticamente a Calderón y al PAN, siendo el abstencionismo del 56 por ciento, ya sea porque les compraron su voto o los indujeron con la propaganda de miles de millones de pesos (sobre todo en la elección de Eruviel Ávila, quien en Ecatepec apenas obtuvo unos cuantos).

Con eso se ha querido demostrar que Calderón perdió porque fue incapaz de gobernar para las mayorías, dejando atrás sus odios y prejuicios contra los demás partidos; Calderón objetaba al Congreso de la Unión y volcó su venganza contra López Obrador, mientras su grupo en el poder Ejecutivo Federal y sus compañeros desgobernadores, dejaron a un lado la eficaz administración y se dedicaron a la corrupción y los dimes y diretes (de Lozano Alarcón y Cordero, sobre todo).

El resultado es el mal gobierno antirrepublicano (con poses fundamentalistas religiosas, ataques a la educación laica y complicidades con la corruptísima de Elba Esther Gordillo); y antidemocrático pues no gobernaron en beneficio del pueblo, sino de los ricos y empresarios, con un libre mercado que dejó fuera a 50 millones de pobres. Calderón fue el blanco de la derrota y sólo que se decida al golpismo militar-policiaco, debe prepararse a irse con la renuncia o entregarle el poder presidencial al PRI, tras el doble fracaso del PAN con Fox y él.

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