miércoles, 9 de marzo de 2011

ELEMENTOS DE LA REVOLUCIÓN

Primero debemos definir la
palabra “Revolución”, al parecer esta
palabra la hemos tomado de la
astronomía, en la que se llama
revolución al movimiento completo de
un cuerpo celeste sobre su órbita. Pero
el significado que también le asignamos
a la palabra revolución es un poco más
convencional y arbitrario, es decir que
no son los elementos que componen la
palabra los que determinan su
significado, sino el uso arbitrario de ésta
para denominar unos fenómenos
concretos; lo que ahora significa
producir un cambio violento en un
sistema de gobierno.
Debemos retroceder un poco más de un par de siglos para numerar algunos de los
principales sucesos que debían cambiar la faz de la Nueva España preparándola al goce de sus
libres destinos; lo que hoy conmemoramos como “La Independencia”.
Todo comienza con la población de la más valiosa e importante de las colonias españolas
que hallaron las causas de antagonismos profundos y de rivalidades enconosas que pondrían
en choque abierto, llegada la hora oportuna, a esos irreconciliables elementos como fue la
influencia que ejercieron los países de América sujetos al dominio español, primero, la
revolución de las colonias inglesas en nuestro continente, y en seguida, la revolución francesa,
la caída estrepitosa de Carlos IV, la reivindicación de los derechos del Pueblo al sentirse
entregado a un denominador extraño, y su alzamiento heroico contra la opresión y la violencia,
la lenta formación de un partido que abrigando la noble y justa aspiración de realizar la
independencia de la patria supo halagar la ambición personal de Iturrigaray para alcanzar a su
sombra la conquista de sus ideales, y que a la caída de éste se apartó por un momento de la
escena para reaparecer poco después animado de mayor ardimiento y aleccionado por la
experiencia y por último, la revelación en la conspiración abortada de Valladolid la acción
persistente de ese mismo partido, resuelto a entrar en lucha abierta con el robusto poder que se
afianzaba en el dominio de trescientos años.

Hace 100 años, coincidentemente después de
celebrar el centenario de otra revolución, fue
necesario un cambio a la opresión de un gobierno
totalitarista y dictador, que nuevamente se proclamaba como triunfante tras las elecciones celebradas, gracias a los amaños electorales de los agentes de Porfirio Díaz, así como a muchas injusticias que existían hacia el Pueblo. El detonante para el levantamiento de los campesinos, capitaneados en el norte por Francisco Villa y en el sur por Emiliano
Zapata, fue el Plan de San Luis, que declaraba nulas dichas elecciones, exigiendo nuevos comicios y constituía la candidatura de Francisco I. Madero a tomar el Poder.

Tanto hace doscientos años como hace cien años existían, pues, todos los elementos que
eran indispensables para producir una revolución, odio concentrado contra la dominación en
gran parte de los pobladores de este suelo, necesidades no satisfechas, y que si antes no era
dable que se hiciesen sentir, llegaron a cobrar irresistible intensidad, la propagación de nuevos
principios como libertad, justicia y derecho, la causa misma, noble y buena, que tenía un altar en
todos los corazones generosos, la experiencia adquirida durante los posteriores tiempos que
indicaba como más recto sendero la suprema apelación a las armas con un liderazgo fortalecido,
un pueblo organizado y comprometido; por último, la situación de la metrópoli, empañada
entonces en lucha tremenda con el hombre y la nación que alcanzaban universal renombre de
invencibles tras una serie de victorias. Faltaba, empero, hasta entonces el hombre bastante
esforzado que concentrado en sí tantas aspiraciones, se lanzara el primero al combate y al
sacrificio.

Actualmente en México se esta manejando un nuevo significado a la palabra revolución
que conlleva a un cambio al sistema de gobierno pero sin violencia, los elementos prácticamente
son los mismos que hace cien y doscientos años, injusticias como marginación, desigualdad,
pobreza, descontento en la sociedad ante un ineficiente y corrupto gobierno. La gran diferencia
es que ahora el Pueblo no está organizado y se encuentra dividido; división provocada por la
Política y la ignorancia. Nuestro País necesita un cambio, quizá ya no con armas sino con
dialogo, acuerdos y plena voluntad de quienes están dispuestos a llevar a cabo dicho cambio.
Han pasado 100 años de la última revolución mexicana, esperemos que ahora si se lleve a cabo
un verdadero cambio, no como el que sucedió cuando el PAN desplazo al PRI de la Presidencia,
un cambio dónde no se agudicen esas injusticias sociales sino por el contrario, disminuyan y
definitivamente sean erradicadas. Sino por lo menos astronómicamente hablando cada año
tenemos una revolución.

Por Eduardo Carrasco

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