jueves, 13 de enero de 2011

¿Y los de la llamada marcha blanca? . Miguel Ángel Velázquez

Ciudad Perdida-- Resuena la convocatoria de moneros-- El grito de angustia y hartazgo que lanzaron los moneros o caricaturistas, como usted prefiera, al principio de esta semana, halló en la mayoría de la población de la ciudad de México eco favorable que se manifestó con contundencia en las llamadas redes sociales y, desde luego, en las opiniones de los mejores pensadores del país.

No contó, por supuesto, con el beneplácito de algunos pocos que antes que mirar de frente el horror, y reconocer el error, prefieren, incluso por sobre Felipe Calderón, defender el sistema impuesto que, se vea como se vea, es la raíz del mal.

Esta guerra está perdida, si se insiste en mantener la estrategia de apagar el fuego con gasolina. Está perdida porque la violencia no cesa. Está perdida porque atrás de cada capo aprehendido hay un nuevo jefe, porque cada que cae una banda, otro grupo de desempleados desesperanzados está listo para tomar su lugar, pero sobre todo porque está perdida frente a la gente.

El trabajo del maestro Rius, de El Fisgón, de Hernández, de todos los moneros que se sumaron, destapó el sentimiento de la gente que no tardó en mostrar su absoluto rechazo, por ejemplo, como ya dijimos, en la redes sociales, y sería tratar de ocultar la verdad si no se dijera que en cualquier parte de la ciudad el tema de conversación y de condena hacia el quehacer del gobierno era el mismo y se expresaba de una misma manera: No Más Sangre.

Tampoco tardó la reacción. Las respuestas en favor de la muerte sin fin fueron limitadas y altaneras. En algo tienen razón: Calderón no es el culpable genuino de su guerra, a fin de cuentas él, como los sicarios, no hace más que cumplir órdenes, y por ello está incapacitado para cambiar el rumbo. Aunque deberíamos, por no dejar, tener en mente aquello de tan culpable es el que mata a la vaca como el que le agarra la pata.

La convocatoria a frenar la matanza removió las conciencias, y no faltó quienes se preguntaron ¿dónde están aquellos que convocaron el 27 de junio de 2004 y a los habitantes de la ciudad a vestirse de blanco y manifestarse en contra de la inseguridad? En aquel año la protesta tenía como base el aumento en el robo de autos y a traseúntes, y con ello se condenaba al Gobierno del Distrito Federal que encabezaba Andrés Manuel López Obrador. ¿Dónde están?

Y es que las preguntas saltan hasta espontáneas: ¿Por qué se quiere mantener, a como dé lugar y sin importar el costo en vidas, la tal guerra? ¿Será que a alguien o a algún proyecto inconfesable sirve el caos, el país en emergencia? Por lo pronto las cárceles se llenan de capos y pequeños capos, y la muerte sigue su curso.

No se trata, por supuesto, de ir a una negociación con los criminales, cuestión desventajosa para todos. Es más, mucho más fácil transformar la realidad económica del país que pretender salidas de emergencia con riesgos insospechados para todos. De eso, de romper con el modelo económico, nadie quiere hablar, porque eso sí les resulta peligroso. ¡Qué barbaridad!

De pasadita

La elección de una nueva magistrada para el Tribunal Electoral del Distrito Federal, que se ha venido posponiendo desde el año pasado, tiene implicaciones políticas poco observadas. La decisión de quién será está a punto y todo parece indicar que la que ocupe el puesto significará el voto decisivo para que el actual presidente del organismo, Adolfo Riva Palacio Neri, se reelija en el cargo. Esto, para evitar, por ejemplo, una nueva guerra en el organismo. En la idea de muchos en el tribunal de que la decisión, si no es la mejor, es la que hay, encierra peligros de lo que ya hablaremos, así que atentos a lo que en la Asamblea Legislativa se diga ya.

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