miércoles, 27 de octubre de 2010

Les vale. Hernández.

Joven Juarense. Ahumada.

Fogosidad y provocación. Julio Hernández López.

Astillero

Escándalos manipulables

Imponen los simivales

Pedagogía negativa

La fogosidad oratoria de Gerardo Fernández Noroña ha de medir su eficacia política no sólo en términos de satisfacción personal sino de contribución e incluso sacrificio táctico respecto a la causa en que milita. Ayer, al enfrentar nuevamente en términos duros y crudos al secretario de Comunicaciones y Transportes, el diputado federal llegado a nombre del Partido del Trabajo permitió que la comparecencia de Juan Molinar Horcasitas fuera tramposa y facciosamente suspendida por el presidente del comité legislativo del ramo, con lo que la atención política de un día particularmente oscuro pudo ser trasladada a los escenarios de hipocresía que a cuenta de modales trastocados buscan aprovechar tomas y tonos de los opositores para demostrar” a la teleciudadanía los riesgos del comportamiento de los “izquierdistas” no modernos, es decir, no chuchos ni marcelos, sino lopezobradoristas, en tanto el polémico diputado Fernández Noroña llegó a su curul con votos y esfuerzo propios y muy meritorios, pero en los espacios de oportunidad que la corriente encabezada por el tabasqueño generó en el PT y a la que, en estos momentos de reconstitución y replanteamientos delicados, no ayudan los excesos de escenario que acaben siendo usados en contra, por muy fundado, sentido o necesario que parezca acusar públicamente a un funcionario, como el muy degradado Molinar, de ser asesino, corrupto, ladrón y sinvergüenza y a su jefe institucional de ser “un borrachito”.

En las plazas, en las calles, incluso en las urnas, los ciudadanos pueden expresar sus puntos de vista con entera libertad, sin tomar en consideración las consecuencias que para sí mismos o su entorno organizado pudieran significar los desahogos de conciencia, pero un diputado federal perteneciente a una corriente política satanizada, estigmatizada, permanentemente difamada, debe cuidar sus palabras y gestos para que tengan eficacia política real y no queden solamente en ánimos de desahogo individual. La izquierda mexicana no cooptada por el calderonismo hoy necesita más de la reflexión que de la provocación, más de la propuesta difícil que de la descalificación fácil, más del cálculo frío que del gusto candente. Sobre todo porque, al acabar colocando sobre la mesa ingredientes para la descalificación de la corriente a la que se pertenece, también se acaba sirviendo a esos adversarios mediante extrañas y estridentes conexiones de los extremos.

Escándalo distractor de lo que a las elites sí importa esconder o disminuir, como es el hecho de frustración social que se da al ver que si en San Lázaro se trata de impedir el nuevo negociazo de la familia González, con los simivales que ayudarán al tío genérico a financiar partidos familiares, la numérica mayoría definitoria cierra el proceso de manera grosera, sin siquiera discutir más ni atender los argumentos de fondo, simplemente cumpliendo las bancadas tratantes con el trámite acordado, con el voto mecánico que finiquitará la discusión en esa instancia, aunque deje esparcido por el país el tufo del nuevo saqueo a la riqueza nacional y de una nueva embestida privatizadora de lo público, aunque la esencia del litigio haya de ser trasladada a la superior instancia del Poder Judicial, que también va cerrando el cuadro conservador y antipopular, ya con el ministro Juan Silva Meza arreglado como futuro presidente de la Suprema, siempre corta de justicia, y con la idea de suplir una vacancia por muerte con un jurista de perfil tan cerrado como las elites del poder actual lo requieren.
De eso se trata: de abatir el espíritu de lucha, de enfangar, de desesperar, de provocar. O, dicho de otra manera, hacer como que se analiza, discute y resuelve conforme a razón y derecho, aunque en realidad sólo se atienda al dictado faccioso, al interés grupal y a los apetitos económicos: es decir, las apariencias democráticas, que en el fondo son una incesante pedagogía negativa. Si se ha de enseñar con el ejemplo, que entiendan los ciudadanos que nada bueno habrá de suceder –ni correcciones, ni mejorías, mucho menos cambios profundos– a partir de este andamiaje de diaria exhibición de obscenidad política e ideológica. Una mentira repetida mil veces en radio y televisión ha de acabar convertida en verdad impuesta, así es que la verdadera capacidad de elección de los mexicanos está en su control remoto o en los botones selectores de las frecuencias a atender. La violencia social convertida en inhibición de la potencialidad electoral, la violencia institucional transformada en bofetada diaria de acondicionamiento para la desidia, la omisión, el abandono, la claudicación cívica.

El riesgo mayor para la izquierda que pretenda cambios de fondo está en esa estructura diseñada y recompuesta a partir del escamoteo del interés colectivo y la entrega a las parcelas privadas. Por ejemplo: hoy terminan su ciclo tres consejeros del Instituto Federal Electoral que, al igual que sus congéneres, simplemente consumieron recursos públicos de manera ofensiva para defender las posiciones de los bandos que para ello los colocaron allí. Mucha pena y nada de gloria. Se van Arturo Sánchez, Virgilio Andrade y Marco Gómez, para dar paso a nuevos ejecutores de las mismas políticas de maniobra y falsificación, tal vez con la confesa presencia rectora de una consejera emparentada con el interés de Televisa, para que la ruta 2012 quede claramente señalada.

Contra esa maraña de intereses poderosos, confabulados, mafiosos, ha de pelear de manera inteligente y eficaz la izquierda, viendo a Fidel Herrera consolidar el cacicazgo veracruzano con la resolución del tribunal electoral federal en favor del opaco Javier Duarte, con la violencia desatada –en Los Mochis, el lunes hubo un desfile nocturno, de entre 40 y 50 vehículos, con armas de alto poder, con unos 150 delincuentes encapuchados a bordo que tomaron la ciudad durante cuando menos hora y media– y con el calderonismo cada vez más decidido a mantener el poder mediante la fuerza de las armas. Uf. ¡Hasta mañana!

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

Instituto Mexicano del Seguro Similar. Rocha.

Lo mismo pero con transa. Helguera.

La corrupción es general, pero abajo hay mordidas y arriba tarascadas: AMLO

El empresario Fernando Turner Dávila pidió no satanizar a López Obrador

El ex candidato presidencial expuso sus propuestas económicas a hombres de negocios de NL

David Carrizales
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de octubre de 2010, p. 11
Monterrey, NL, 26 de octubre. Andrés Manuel López Obrador admitió que la corrupción existe a todos los niveles y no sólo en las altas esferas, como afirmó Fernando Canales Clariond, pero le aclaró al ex gobernador panista de Nuevo León y ex titular de las secretarías de Economía y Energía durante el sexenio foxista, que “mientras abajo hay mordidas arriba hay tarascadas”.

La respuesta del ex candidato presidencial desató sonoras carcajadas entre los miembros de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI), incluido Canales Clariond, quien le había dicho: “La corrupción no abarca sólo a tres ni 30 ni 300, sino existe en todos los partidos y no será rápido que aun siendo presidente acabes con ella, pues no es una asunto que se resuelva en seis años”.

López Obrador también presentó sus propuestas económicas a más de 60 hombres de negocios nuevoleoneses miembros de la ANEI, y les pidió sumarse al movimiento que impulsa para la transformación de México, señalándoles que no busca apoyos corporativos sino convencer sobre la viabilidad de su proyecto alternativo de nación.

Además de Canales Clariond acudieron a la cita los ex presidentes de la Cámara de Comercio de Monterrey, Malaquías Aguirre López y Jesús Marcos Giacomán; el ex precandidato presidencial panista Javier Livas Cantú, y el priísta Felipe Zambrano, ex alcalde de San Pedro Garza García.

Ante ellos y los otros concurrentes, López Obrador admitió que sin apoyo de la iniciativa privada “no es posible sacar adelante al país”, y dijo que buscará un acercamiento con los verdaderos empresarios, no con los traficantes de influencias, para evitar que sean engañados como en 2006, cuando les dijeron que él era un peligro para México.
Cuando lo cuestionaron por el plantón que abarcó gran parte del Paseo de la Reforma y calles del Centro Histórico hasta la Plaza de la Constitución de la ciudad de México, dijo que esa y otras acciones de protesta sirvieron para evitar un estallido social ante el descontento provocado por el fraude en las pasadas elecciones presidenciales.

Durante el encuentro realizado en el Club Empresarial del Edificio Khalos, el presidente de la ANEI, Fernando Turner Dávila, dijo que hay descontento entre los medianos y pequeños empresarios del país por las políticas aplicadas durante los pasados 30 años.

Advirtió que en las próximas elecciones los hombres de negocios no se inclinarán por un partido sino por la propuesta de un verdadero cambio social. Además demandó a los medios de comunicación que no satanicen a López Obrador, y a los electores que valoren sus propuestas como las de cualquier otro político.

Turner añadió que la ANEI –fundada en Monterrey hace cuatro años y que agrupa unos 7 mil medianos y pequeños empresarios– también dialogará con el senador panista Santiago Creel, el jefe del gobierno capitalino Marcelo Ebrard, el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto y demás presidenciables.

López Obrador obsequió algunos ejemplares de su más reciente libro La Mafia que se adueñó de México y el 2012, y al final posó para la foto flanqueado por Canales Clariond, Turner Dávila y Alberto Anaya, líder del Partido del Trabajo.

2012: se divide el calderonismoSalvador García Soto..

Serpientes y Escaleras |

El 21 de octubre, cerca de la medianoche, se tomó la decisión: Roberto Gil se inscribiría como candidato a la dirigencia nacional del PAN y desafiaría la hasta ese momento poderosa candidatura de Gustavo Madero. Junto a un grupo de consejeros importantes y, previa consulta a Los Pinos, el joven Gil decidía apuntarse, luego de varios días de cálculos y vacilaciones, y con su decisión se optaba también por ventilar públicamente las diferencias internas del calderonismo.

Porque detrás de la competencia que aceptó abrir Felipe Calderón en la disputa por el PAN, hay una división real —que aún controla y administra el Presidente— que no tiene que ver sólo con quién dirigirá el partido, sino más bien con quién será el hombre del panismo para el 2012. Ese es el verdadero trasfondo de esta medición de fuerzas que decidieron hacer los calderonistas: definir quién debe ser el candidato presidencial del partido gobernante.

De un lado están los que apoyan a Gustavo Madero, incluida la esposa del presidente, Margarita Zavala, y su familia, junto con un grupo fuerte de consejeros, calculados hasta el momento en unos 200. Para esa ala del calderonismo el candidato presidencial debe ser Ernesto Cordero, secretario de Hacienda.

Pero del otro lado, de los calderonistas que decidieron desafiar esa decisión, están los que apoyarán a Zuarth, entre los que se cuentan personajes cercanos a la casa presidencial que han salido del primer círculo por diversos motivos: Germán Martínez, Patricia Flores, Eduardo Manzanera y hasta se habla de Josefina Vázquez Mota; ese grupo estaría apostando por otro candidato presidencial que no es Cordero: el secretario de Educación Alonso Lujambio Irazabal.

En medio de los bloques de su propio grupo político, un poco más cargado en este momento hacia Madero para el PAN y Cordero para la Presidencia, estaría Calderón. Pero eso no significa que el Presidente no esté también detrás de lanzamiento de Gil Zuarth y de la posibilidad de que ese grupo de calderonistas impulse una candidatura distinta como la de Lujambio. Es decir, en su lógica y estilo, Calderón apostaría a administrar y manejar la diferencia en su grupo para saber cuál de las dos opciones es la que más le conviene.

A los dos aspirantes al PAN, Madero y Gil, y a sus respectivos prospectos presidenciales, los dejará correr libres en la búsqueda de consejeros afines en una competencia que además le sirve al panismo para reposicionarse política y mediáticamente y para levantar el alicaído ánimo interno —que quedó destrozado por las alianzas—, y llegado el momento, máximo 10 días antes de la votación interna, definirá por cuál de los dos grupos, y obviamente candidatos, inclinará la balanza.

Así que lo que se juega en la elección interna del PAN no sólo es el nombre del nuevo dirigente del partido; se define también, en buena medida, la sucesión presidencial del panismo y ver si Calderón es capaz de administrar, controlar y sacar provecho de la competencia real que se ha abierto en su grupo, para llegar, o fortalecido o dividido y debilitado al 2012.

NOTAS INDISCRETAS… Dos cosas pusieron ayer a Ebrard de muy buen humor en Madrid: la primera, que cuando daba su ponencia en el Foro sobre desarrollo al que fue invitado se apareció entre el público, muy atento, Cuauhtémoc Cárdenas. La segunda, que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz, declarara públicamente que “Ebrard es el sucesor natural de Andrés Manuel López Obrador en el proyecto que quedó trunco en 2006’’. Dicen que Marcelo sonreía al oír aquella miel para sus oídos, claro que hay un detalle: el alcalde madrileño es del derechista PP… Los dados mandan Serpiente. Tropezón de media semana

Noroña sin diplomacia le dice sus verdades a Horcasitas ( 2/2) :

Los niños del narco

En 1998, 75 niños y niñas de la Sierra de Sinaloa dijeron al reportero Alejandro Suverza que soñaban con ser médicos, pilotos, maestros, policías. Hoy, 12 años después, el periodista se encuentra con que la gran mayoría de las niñas, ahora mujeres, son madres y amas de casa. Los niños, convertidos en hombres, se dedicaron casi todos a la siembra de mariguana y amapola.

A esta apartada región del noroeste del país la guerra contra el narcotráfico le ha sido indiferente. La mayor parte de la población se dedicaba al cultivo de enervantes en 1998 y también lo hace ahora. Los soldados, dicen los sembradores, sólo los regañan cuando los “cachan”. No podría ser de otro modo en una zona donde tampoco han cambiado la falta de servicios públicos y las nulas oportunidades.

Entre las poblaciones involucradas en un conflicto armado siempre queda la esperanza de que los “buenos” van a ganar. La angustia sufrida por los países en las guerras mundiales, o por liberales y conservadores en las revoluciones, estaba, cuando menos, mitigada por la idea de que eventualmente surgiría un vencedor; de que el punto final al conflicto se daría con la derrota de un enemigo bien identificado y definido.

En el caso del narcotráfico, la gente no tiene la certeza de quiénes son los buenos. Hay poblaciones enteras que ven en los narcotraficantes a eficaces proveedores del alimento y la infraestructura que las autoridades han sido incapaces de dar. Culpan sólo parcialmente a los criminales de la violencia, ya que desde hace décadas saben que los gobiernos han pactado con el narco a cambio de dinero y relativa paz.

Tampoco se tiene la certeza de que esta sea una guerra ganable. Arrestan a capos, destruyen plantíos, endurecen los controles y la droga nunca se acaba. El dinero desde Estados Unidos sigue fluyendo. Y para colmo, la violencia se ha incrementado.

La encuesta entre 75 niños y niñas que en el 2010 ya se convirtieron en mujeres y hombres no tiene validez estadística; sin embargo, la historia de la región y de tantas otras en el país corroboran que el testimonio refleja una realidad más amplia.

Si para los adultos el escenario de violencia y falta de oportunidades en varias zonas de México es desolador, para los jóvenes y los niños ha de ser desconcertante. No han tenido la oportunidad de ver otra realidad, una luz al final del túnel. Sueñan todavía con ser licenciados a pesar de que, al contrario del pasado, ahora eso ya no es garantía de nada.

En eso deben pensar gobiernos y sociedad antes de creer que la solución está en la persecución y el castigo. Los niños de 10 años por los que hoy sentimos lástima dentro de tres o cuatro podrían ser los criminales por quienes exigimos la pena de muerte

noroña sin diplomacia dice sus verdades a horcasitas 1 de 2

Todos somos Juárez, rotundo fracaso...

Al borde del precipicio José Ignacio Gallardo Baquier Analista político


¿En verdad vamos por el camino correcto? Cuando escucho hablar al presidente de México de que la estrategia implantada por su gobierno para combatir al crimen organizado va en el rumbo correcto no puedo más que preguntarme a cuál camino se refiere. Si el camino es la devastación de nuestra querida ciudad, si el rumbo es provocar el colapso de esta otrora pujante comunidad, sí, coincido con el Presidente, vamos precisamente en el camino correcto.

Pero si lo que se pretendía era restablecer la paz social, la armonía entre los ciudadanos y el dinamismo de nuestra querida Ciudad Juárez, definitivamente no, no podemos hablar de que vamos avanzando en la resolución de los grandes problemas que enfrentamos desde hace casi tres años en esta frontera.

Es más, parece que ni siquiera se ha empezado por conocer en su totalidad todos los factores que están generando la inédita crisis que en estos momentos atravesamos. Este fallido intento de rescate encabezado por las tres instancias de gobierno se inició sin todavía saber cómo se va a terminar.

Las cifras son frías y muy evidentes, y tal vez en este caso nos den claridad sobre la penumbra en la que nos encontramos. En el 2007 se registraron poco más de 300 ejecuciones en esta frontera, cuando se inicia el Operativo Conjunto Chihuahua en el 2008 la cifra de ejecutados se elevó por encima de los 1600, el año 2009 cerró con más de 2600 muertes, para finales de este mes de octubre se estará rebasando el cierre del año pasado, lo que nos indica que con toda seguridad 2010 cerrará siendo el año más violento para mi querida Juárez, en lo que va del sexenio calderonista y en su historia reciente.

Cuando se solicita la intervención del gobierno federal ante el fracaso de las instancias municipal y estatal y ante lo delicado de la situación, se pensaba que con su llegada entraríamos en una pronunciada disminución de la violencia que se desbordaba en las calles; sin embargo. los meses y los años han pasado y de manera alarmante vemos el efecto contrario al esperado.

Las muertes se han multiplicado exponencialmente, las ejecuciones se han vuelto cada día más innecesariamente despiadadas y más estúpidamente crueles. El éxodo de juarenses es ya incuantificable al igual que las millonarias pérdidas del empresariado local. Locales vacíos, comercios incendiados, pánico y estrés colectivo, depresión generalizada, marchas de ciudadanos encolerizados, pero el gobierno federal insiste en su discurso triunfalista, de que vamos en el rumbo correcto.

Una cascada de perturbantes hechos tiene presa a esta región; apenas estábamos comentando el apoyo ciudadano a la marcha encabezada por la comunidad de médicos en donde manifestaron su hartazgo por la situación que los tiene contra la pared, cuando nos despertamos el sábado con una nueva masacre, ahora en Horizontes del Sur. Muchos no pueden creer que de nuevo el infierno se haga presente ante una población que aún no se repone del horror que se vive con tragedias como la de Villas de Salvárcar, una comunidad que continúa sufriendo y aunque no se repone aún de las anteriores injusticias, ya está recibiendo una más.

¿Es este el camino correcto? ¿Para qué? ¿Para quiénes? Porque es más que claro que para los juarenses no. A dónde pretenden llevarnos por este camino. A un callejón sin salida, a una trampa, a un despeñadero ¿a dónde? ¿Qué entiende el presidente por camino correcto?

Los que no nos hemos marchado de esta frontera estamos muy preocupados cuando el presidente Calderón dice que ni un paso atrás en esta absurda y costosa guerra. Afirma un día sí y otro también que los operativos continuarán con paso redoblado, pésele a quien le pese, no importando los daños colaterales, que por cierto para él parecen no significar mayor importancia. Lo más delicado es que los juarenses ya no podemos dar un solo paso más al frente, porque aquí estamos al borde...del precipicio.

Código de Justicia Militar Miguel Ángel Granados Chapa Periodista


Distrito Federal– La iniciativa de reformas al Código de Justicia Militar, presentada al Senado de la República la semana pasada no cumple la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos cuyo cogollo consiste en impedir la impunidad uniformada (como la llama Human Rights Watch) mediante una reducción severa de la jurisdicción castrense. No se trata, como se dice, de una modificación al fuero militar. Ese permanece intacto en el artículo 13 constitucional, pues allí se establece su verdadera naturaleza, adulterada por la legislación secundaria: “Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina militar…”



El Estado mexicano ha sido reacio a admitir en la práctica los tratados que en abstracto parece lucidor firmar, ratificar y alabar. Se demora en aplicarlos, como si se ignorara que la dilación de la justicia es injusticia. Después de meses de renuencia, el Ejecutivo publicó en el Diario Oficial, el 9 de febrero pasado la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Rosendo Radilla, un campesino guerrerense detenido en 1974 por miembros del Ejército que no lo presentaron al Ministerio Público y del que desde entonces jamás se supo nada. Por lo tanto, transcurrieron más de ocho meses antes de que el Presidente de la República iniciara la enmienda al artículo 57 del Código de justicia militar.

Igualmente tardío es su acatamiento a la recomendación del Comité de Derechos Humanos de la ONU que en marzo pasado propuso al Estado mexicano “modificar el Código de Justicia Militar a fin de que la justicia (castrense) no sea competente en casos de violaciones de derechos humanos. En ningún caso la justicia militar podrá juzgar hechos cuyas víctimas sean civiles. Las víctimas de violaciones de derechos humanos perpetrados por militares deben tener acceso a recursos eficaces”.

El documento de la ONU es una recomendación, susceptible de ser aceptada o no. En cambio, la sentencia de la Corte Interamericana es eso, el fallo de un tribunal que debe ser cumplido en sus términos, no de cualquier manera. Para que así ocurra, ese tribunal internacional estableció criterios como el que “la jurisdicción penal militar ha de tener un alcance restrictivo y excepcional y estar encaminada a la protección de intereses jurídicos especiales, vinculados a las funciones propias de las fuerzas armadas”, que “la jurisdicción penal militar no es el fuero competente para investigar y en su caso sancionar a los autores de violaciones a los derechos humanos, sino que el procesamiento de los responsables corresponde siempre a la justicia ordinaria” y que “si los actos delictivos cometidos por una persona que ostente la calidad de militar en activo no afectan los bienes jurídicos de la esfera castrense, dicha persona debe ser siempre juzgada por los tribunales ordinarios”.

La iniciativa propone excluir de la definición de delitos contra la disciplina militar, y por ende poner a sus autores a disposición de la justicia ordinaria, tres ilícitos: desaparición forzada, tortura y violación. Es una lista breve, correcta, pero insuficiente. Es sano que en esta coyuntura, donde tanto se practica ese delito, el Ejecutivo reconozca la necesidad de poner ante tribunales del fuero común a los responsables de desaparición forzada (privación ilegal de la libertad practicada por agentes del Estado y con encubrimiento igualmente estatal, sin que se ponga al detenido a disposición de una autoridad competente). Es evidente que por el fallo en el caso Radilla el Estado mexicano no podía mantener esa práctica en la jurisdicción militar. Igualmente colocó en semejantes condiciones el delito de violación porque ese fue uno de los agravios cometidos por miembros del Ejército contra Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, en cuyo caso también la Corte condenó al Estado mexicano.

De inmediato organizaciones civiles y aun gubernamentales atentas al respeto a los derechos humanos pusieron de manifiesto la necesidad de ampliar la iniciativa. La Comisión de Derechos Humanos del DF, el Centro Miguel Agustín Pro Juárez, Amnistía Internacional y Human Rights Watch consideraron necesario que se amplíe el catálogo de los delitos juzgables en tribunales del fuero común. Luis Arriaga, del Centro Pro, propuso que conforme a los criterios de la Corte Interamericana, cualquier delito cometido por militares sea juzgado en los tribunales ordinarios.

Para Amnistía Internacional (que lamentó la insuficiencia de la iniciativa) ésta “sólo contempla la exclusión de algunas violaciones de derechos humanos de la justicia militar y no cambia la forma en que las alegaciones de abuso se investigan”. Quedan fuera de la reforma las ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, detención arbitraria, así como genocidio y otros delitos de lesa humanidad. Preocupa especialmente a AI “el papel asignado al ministerio público militar para la determinación del delito en la investigación inicial para ser remitido a la justicia civil en caso de que se configuren los elementos del tipo penal…este mecanismo puede actuar como un candado que permita bloquear la actuación de la justicia civil, incluso en los delitos que quedan excluidos de la justicia militar mediante esta iniciativa”.

Puede el Senado por lo pronto, y el Congreso todo, completar el proyecto del Ejecutivo. Las cámaras están obligadas también por la justicia internacional para enmendar la legislación. Y si la Presidencia lo hizo menos que a medias, el legislativo debe ir más allá.

Masacres juveniles, réquiem por el gobierno. Jenaro Villamil


MÉXICO, DF, 26 de octubre (apro).- Una nueva matanza de adolescentes en Ciudad Juárez, Chihuahua, cimbra a todo el mundo. Y en Tijuana, Baja California, se repite con saña la historia de una masacre de jóvenes en centros de recuperación. El miedo entre estudiantes de Monterrey, Nuevo León, recorre las principales universidades de esta capital financiera. Y nadie se atreve a salir ya a las calles de Matamoros o Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Las organizaciones defensoras de derechos humanos hablan ya de un “genocidio de jóvenes”, especialmente en Juárez. Uno no sabe si duele más saber que la mayoría de los 14 acribillados en la urbe fronteriza son menores de 20 años, estudiantes de secundaria y preparatoria, o que sus victimarios sean también adolescentes que han perdido cualquier noción de presente y de vida.
Había una mujer embarazada entre los asesinados. Y Marta Arteaga, la anfitriona, de 30 años, fue acribillada. Dejó seis hijos huérfanos. Uno de sus vástagos era el festejado, muerto también.
Los sicarios forman parte de un comando que entró a aquella fiesta privada en la colonia Horizontes del Sur, a dos kilómetros de Salvárcar, el mismo barrio donde fueron masacrados un número similar de adolescentes, en enero de 2010.
Cuentan las crónicas que los asistentes festejaban en el patio de una casa tan humilde como millones de hogares mexicanos. Un hombre de cerca de 20 años llegó hasta el centro de la concurrencia. Gritó quién era el propietario de un automóvil estacionado en el exterior. Al no haber respuesta, sacó de sus ropas una pistola y comenzó a disparar a diestra y siniestra. “¡Acaben con ellos!”, ordenó.
Fue la señal para que los sicarios, adolescentes encapuchados, salieran de un convoy de siete camiones y rafaguearan durante cinco minutos a los presentes. Mataron a 12 e hirieron a 16. Dos murieron después.
Entre las pocas víctimas fotografiadas está un joven que intentó huir por el estacionamiento delantero de la casa. Su rostro inerte, pelado a rape, de apenas 16 años, yace en el suelo. La expresión lo dice todo. Es la síntesis del juvenicidio imparable en Ciudad Juárez. “Los mocosos muertos”, dijo alguien.
Los vecinos llamaron a las fuerzas policiacas. Tardaron más de 20 minutos en llegar, según diversos testimonios. Nadie vio, nadie escuchó. Las fuerzas del orden que mantienen sitiada Juárez ignoraron a un convoy de siete vehículos que huyó en la noche, en el desierto, en la oscuridad ominosa de la impunidad que acompaña cada una de estas masacres. Siete en menos de 20 meses. Más de cien muertos, el 80% menores de 18 años.
Una de esas masacres fue la ocurrida en marzo de 2009 en el Cereso de Juárez. Entraron al penal a matar a presuntos integrantes de las bandas de los Mexicles y Los Artistas Asesinos. Sus verdugos fueron, al parecer, Los Aztecas.
El gobierno de Felipe Calderón saturó a Juárez de elementos policiacos a partir del operativo Todos Somos Juárez, después de los sucesos en Salvárcar. Prometió que vigilarían las calles y los rincones de la ciudad. Pero nada ha cambiado. La situación es peor. En Ciudad Juárez ya hay más muertos que efectivos estadunidenses caídos en la guerra de Irak.
Los “hombres de ley” también ingresan a los domicilios, a los negocios, a las fiestas para catear, amedrentar, extorsionar o sembrar el miedo. Y son tan escasos los operativos que han resuelto algo.
Recuerdo que en Ciudad Juárez ganaron Pascual Orozco y Pancho Villa, en 1911, la batalla definitiva para darle el triunfo al movimiento maderista. Ahí murió el régimen de Porfirio Díaz. ¿Será en este mismo sitio donde esté muriendo un régimen incapaz de defender con un mínimo de eficacia a sus ciudadanos? ¿Se atreverán a volvernos a decir que se tratan de “ajustes de cuentas” entre pandilleros?
Calderón y el gobernador César Duarte pronuncian frases huecas. “Con tristeza y profunda indignación el gobierno federal manifiesta su más enérgico repudio al asesinato de varios jóvenes en Ciudad Juárez”, escribe Calderón en su cuenta de Twitter. ¿Repudio? ¿Indignación? El presidente es el titular del Ejecutivo federal, no una ONG que se pronuncia frente a un suceso. ¿A qué se compromete? ¿Qué medida va a tomar? ¿Volverá a pagar miles de millones de pesos en spots para que la pantalla comercial no mencione esta derrota de su “guerra” infame?
Comienzo a leer el libro Ciudad del crimen, de Charles Bowden, y vuelvo a estremecerme:
“El periodista puede morir por cometer un error…
“Eso es porque hay dos Méxicos.
“Uno es el que aparece en la prensa de Estados Unidos, un lugar donde el presidente está peleando una guerra valiente contra las fuerzas malignas del mundo de las drogas y utilizando, como guerrero, al incorruptible Ejército Mexicano. Este México tiene periódicos, tribunales, leyes y es considerado una república humana por el gobierno de Estados Unidos.
“Esto no existe.
“Hay un segundo México, donde la guerra es para las drogas, donde la policía y el Ejército pelean por su tajada, donde la prensa es controlada a fuerza de asesinar periodistas o con una dieta permanente de sobornos, y donde la línea entre el gobierno y el mundo de la droga nunca ha existido…
“Hay dos maneras de perder la cordura en Juárez. Una de ellas es creer que la violencia proviene de la guerra de cárteles. La otra es la pretensión de comprender qué hay detrás de cada asesinato. Lo único cierto es que diversos grupos –las pandillas, el Ejército, la policía de la ciudad, la policía estatal, la Policía Federal-- están matando a personas en Juárez como resultado de las ganancias de la droga”.
Apenas hace tres días, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, comandada por Genaro García Luna, anunció --con todo el despliegue mediático que acostumbra-- la detención de 13 presuntos integrantes de La Línea, el brazo armado del cártel de Juárez, y se ufanó de que con ese golpe esa red de sicarios quedaba “prácticamente desmantelada”.
Y ahora todo quedó en los términos que describe Bowden.
La muerte es una industria en Ciudad Juárez. La violencia es el pase automático, la aduana para quien busque permanecer en esta ciudad, pero también en Reynosa, en Matamoros y cada vez más en Monterrey.
Si hace unos cinco años el nombre de Juárez era mundialmente conocido por los crímenes de más de 400 mujeres (de los que ni 10% se ha resuelto), ahora es el epicentro de lo que Bowden llama “un nuevo campo de exterminio de la economía global”.
Del feminicidio al juvenicidio. ¿O debemos decir el Juaricidio? ¿Quieren matar una ciudad, una civilización, un enclave fronterizo?
En Juárez se mata por una grapa, se mata por menos de mil pesos, se mata porque tener armas es lo único que unifica “el poder” de soldados, pandilleros, policías, sicarios, narcos, psicópatas, juniors con poder.
El fácil acceso a las armas que cruzan la frontera de Estados Unidos intoxica tanto o más que los picaderos que han proliferado por toda la ciudad. Juárez es el epicentro de una economía de la violencia. Y Washington sólo se indigna o cierra su consulado.
www.jenarovillamil.wordpress.com