miércoles, 15 de septiembre de 2010

AMLO proclama 'Arriba los de abajo'


AMLO cierra su presentación en la que llamo Histórica Plaza de las Tres Culturas, con el Grito conmemorativo del inicio de la Independencia: ¡Viva México!, ¡Viva México!, ¡Viva México!
Ciudad de México | Miércoles 15 de septiembre de 2010 Juan Arvizu | El Universal

En la plaza de Las Tres Culturas, arenga a sus seguidores y bendice la memoria de los insurgentes; "dieron todo por el pobre y el humillado"

Andrés Manuel López Obrador, al arengar al movimiento popular que lo sigue, proclamó esta noche: "¡Abajo el mal gobierno!, ¡Arriba los de abajo¡ ¡Viva la nueva Republica!".

Con el edificio Chihuahua hacia su derecha y la estela de los mártires del 2 de octubre de 1968 a su izquierda, López Obrador ondeó la bandera nacional, a las 22:00 horas, entre gritos de apoyo de colonos de distintos delegaciones de la ciudad de México.

"¡Obrador, Obrador!", gritaban grupos entre la multitud en exclamaciones que se repetían intermitentes mientras la gente miraba al líder en un escenario iluminado con luces blancas, mientras que el público se encontraba en la penumbra, y lo llamaba: "¡Presidente, presidente!".

Vestido de traje negro y corbata roja, el ex candidato presidencial cerró su presentación en la que llamo Histórica Plaza de las Tres Culturas, con el Grito conmemorativo del inicio de la Independencia: "¡Viva México!, ¡Viva México!, ¡Viva México!".

El líder político, quien tenía a sus espaldas la plana de dirigentes del partido del trabajo, varios del PRD, así como de su estado mayor político que lo acompañan desde hace varias años.

Abrió la arenga con vivas a Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertudris Bocanegra, Ignacio Allende, Vicente Guerrero, Ignacio Aldama.

Luego grito vivas a los héroes anónimo, anónimos, indígenas, campesinos, obreros, migrantes, artistas, profesionistas, maestros.

También mencionó a los sectores productivos, jóvenes, mujeres, trabajadores de la cultura, dirigentes sociales y políticos asesinados o desaparecidos.

Y reclamó libertad a los presos políticos.

Antes de esta proclama, dirigió un mensaje en el que llamó a la movilización popular para alcanzar el poder político por la vía pacifica y recuperar la Patria por la que murieron los insurgentes y que no "es pedestal de oligarcas y bandidos".

fml

Transmisión del Grito de los Libres con AMLO

Prensa




Toma áerea

Watch live video from RadioAMLO TV on Justin.tv

¡Viva! - Pedro Miguel - Navegaciones















Vivan los que murieron con el nombre del país en los labios.

Vivan los que luchan por mejorar la vida.

Vivan los que subsisten en la crisis.

Vivan las que se sobreponen a la misoginia y a la homofobia.

Vivan las que ejercen el dominio de su cuerpo.

Vivan los que sobreviven a la violencia.

Vivan los que subsisten en la crisis.

Vivan los asalariados que estiran su jornal.

Vivan los campesinos que les niegan su tierra a los transgénicos.

Vivan las mujeres que organizan cooperativas de producción y autoconsumo.

Vivan los ambulantes que defienden su mercancía.

Vivan los limpiaparabrisas que no tienen más patria que una esquina.

Vivan los electricistas, los mineros y los metalúrgicos.

Vivan los telefonistas.

Vivan los petroleros que defienden a Pemex.

Vivan las comunidades indígenas que anotan en un viejo cuaderno las ofensas que han sufrido.

Vivan los burócratas que no convierten su sello de recibido en un arma contra el prójimo.

Vivan las caseras que perdonan la renta al inquilino desempleado.

Vivan quienes tienen que irse a Estados Unidos para mantener a su familia.

Viva la memoria de quienes se quedan tirados en el desierto.

Vivan los mexicanos capturados por la migra.

Vivan las que escuchan con simpatía los problemas de la vecina.

Vivan los niños y las niñas que ayudan a lavar los platos.

Vivan los menores que trabajan.

Vivan los escuincles que hacen preguntas incómodas sobre la historia patria.

Vivan los tenderos que dan fiado.

Vivan los cooperativistas de Pascual.

Vivan quienes logran superar una adicción.

Vivan las y los informadores que inventan medios alternativos y que se empeñan en darlos a conocer.

Vivan las chavas clasemedieras que ponen su conexión de Internet al servicio de la verdad y de la gente.

Vivan quienes se niegan a dejar morir su imaginación.

Vivan quienes defienden la herencia del pasado.

Vivan quienes comprenden que la herencia del pasado es la primera piedra del futuro.

Vivan las monjas, los curas y los ministros de culto que predican con la verdad.

Vivan los que promueven el uso del condón en comunidades rurales.

Vivan los empresarios que reducen su ingreso personal para pagar a sus empleados.

Vivan los profesores quecrean conciencia en sus alumnos.

Vivan los artistas que no se dedican a componer shalalás ni retratos al óleo del presidente el turno.

Vivan los sexoservidores que alquilan su cuerpo sin vender su dignidad.

Vivan los delincuentes que se rehabilitan.

Vivan los mendigos que no estafan a quienes les ayudan.

Vivan las costureras que se emocionan con la emoción de las quinceañeras al estrenar el vestido.

Vivan los taxistas que no alteran el taxímetro.

Vivan los industriales que no se doblegan a la invasión de contrabando.

Vivan los políticos que actúan con sensatez y honestidad.

Vivan las legisladoras que no se autocensuran al hacer uso de la tribuna.

Vivan los jardineros y las floristas que cuidan hasta la última hoja y hasta el último pétalo.

Vivan los comunicadores que no entregan las nalgas al poder.

Vivan los abogados que defienden derechos humanos y que combaten injusticias laborales.

Vivan quienes descubren a los rateros en las oficinas públicas.

Vivan quienes gritan “¡Muera el mal gobierno!”

Vivan los pueblos cercados por grupos paramilitares.

Vivan los parientes de niños asesinados que se niegan a olvidar el agravio.

Vivan las mujeres que denuncian a los violadores.

Vivan quienes desenmascaran a curas pederastas.

Vivan quienes no ven la tele comercial ni se tragan sus mentiras.

Vivan quienes se burlan de los opresores.

Vivan quienes han pasado varios días de su vida en plantón ante la Suprema Corte.

Vivan quienes se toman en serio las campañas de boicot a las marcas gringas manchadas de sangre.

Vivan los policías y soldados que sienten malestar y vergüenza de estar siendo usados contra la gente.

Vivan las indómitas, los infatigables, las insobornables, los irreductibles.

Vivan quienes se organizan para desafiar al poder oligárquico.

Vivan los nacos, los chundos, los pelados, la raza.

Viva México.

Viva México.

Viva México.

Calderón "profana" símbolos de identidad nacional: historiadora


Los festejos, a reflexión

Misiva del Presidente arrecia polémica en la UNAM, subraya Cristina Gómez Álvarez

Calderón profana símbolos de identidad nacional: historiadora

Hace un uso político de la bandera y el escudo; define a la serpiente como la maldad, sostiene

En contraste, un libro de Florescano documenta la raíces prehispánicas de los mexicanos, dice

Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
Jueves 9 de septiembre de 2010, p. 3

Para las culturas prehispánicas la serpiente es símbolo de fertilidad, y en la carta del presidente Felipe Calderón que acompaña la bandera nacional que estos días se reparte en millones de hogares, el mandatario la toma como aparece en la tradición judeo-cristiana, como si fuera la maldad, el pecado. Eso es gravísimo, porque falsea símbolos de identidad de los mexicanos que se han construido a través de muchísimos años y que rebasan incluso los dos siglos de vida independiente, afirma la doctora en historia Cristina Gómez Álvarez.

La interpretación que el titular del Ejecutivo hace del significado de los colores y el escudo del lábaro patrio en el texto que desde hace unas semanas se reparte por correo a los ciudadanos, ha causado una polémica que crece entre académicos y alumnos de la carrera de historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Gómez Álvarez, catedrática de la máxima casa de estudios, afirma que Calderón Hinojosa, con el contenido de su misiva, profana a la bandera y al escudo nacional, hace un uso político de ellos y no debería. Es algo muy serio.

El águila, símbolo prehispánico

En el escrito que llegará a 20 millones de personas, el Presidente pide que al admirar la bandera nacional se tenga presente que el verde es “la esperanza de un México mejor, el blanco de la paz que hemos conquistado y el rojo de la sangre derramada por nuestros antepasados, en la lucha por los más altos ideales de nuestra nación.

“Cuando observes el escudo nacional –prosigue–, recuerda que el águila simboliza al pueblo de México. Su posición de combate hace referencia a que todos los mexicanos estamos listos para enfrentar los retos que la vida y el mundo nos presentan. La serpiente representa a los enemigos del país. Y el hecho de que la serpiente esté siendo devorada por el águila, significa que el pueblo de México vence a sus enemigos. El nopal con sus espinas simboliza los desafíos que enfrenta el país. Y las ramas de laurel y encino representan, a la vez, la victoria y el martirio de quienes han dado su vida por México.”

La especialista, integrante también del Sistema Nacional de Investigadores, reitera que Calderón, por hacer un uso totalmente político del lábaro patrio y el escudo nacional, falsea un significado que ha sido estudiado de manera profunda, especialmente por Enrique Florescano, en su libro La bandera mexicana: breve historia de su formación y simbolismo (Fondo de Cultura Económica, 1998).

El historiador, detalla Gómez Álvarez, parte de una idea central: los colores representan tradiciones fundamentales, el escudo es el pasado prehispánico y los colores aluden al movimiento trigarante que logró consumar la Independencia.

Lo interesante de nuestro lábaro patrio es que contiene la tradición prehispánica y pasa por el México liberal que surge a partir de la consumación de la Independencia. Los colores representan las tres garantías: el verde es la Independencia, el blanco la religión católica como única, sin tolerancia ninguna otra, y el rojo la unión entre euro-peos y americanos, dice Gómez Álvarez.

Añade que, respecto del escudo, “lo que dice Calderón es peor, pues carece de los elementos mínimos que todo mexicano sabe: el águila es un símbolo que desarrollaron las culturas prehispánicas, en este caso los mexicas. Al vencer el ave a la serpiente, que representa a las poblaciones agrícolas, significa la victoria sobre los pueblos que se lograron conquistar para el imperio azteca.

No es posible que el Presidente de México carezca de los elementos más importantes de la identidad de los mexicanos. Nos lleva a pensar que él no es mexicano o no se asume como tal.

El tema, señala la especialista, ha llegado a las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, en la cual algunos profesores de la licenciatura de historia han pedido a sus alumnos que analicen el texto presidencial y debatan al respecto.

Grave tergiversación histórica

La opinión de Cristina Gómez Álvarez se suma a lo expresado por sus colegas César Navarro Gallegos (del Instituto de Investigaciones José María Luis Mora), Silvestre Villegas (Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM) y Ricardo Gamboa (FFyL-UNAM) quienes consideran una aberración histórica el nuevo significado que hace Calderón de los símbolos patrios, producto de su estrategia contra el crimen organizado, pero que confunde a cientos de mexicanos (La Jornada, 2/9/10).

Contra esa grave tergiversación histórica, también se han manifestado especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana, como Gabriela Contreras Pérez e Isis Saavedra Luna, quienes apuntan que es muy preocupante que se empleen recursos de la nación para desvirtuar y manipular la historia (La Jornada, 1/9/10).

La carta de Calderón concluye con las siguientes palabras: Sé que esta bandera de tanto significado que hoy ponemos en tus manos, será un motivo más de alegría y de orgullo para ti y para tu familia. Espero que ondee orgullosa cerca de tu corazón como un poderoso símbolo de que los mexicanos habremos de seguir enfrentando y superando juntos los retos que nos han tocado vivir. Y confío en que este Año de la Patria marque el inicio de una nueva etapa de desarrollo con justicia, libertad y democracia para México, como fue siempre el anhelo de nuestros héroes.

El tele-caudillo - Sergio Aguayo Quezada

Si las mayorías sueñan con el líder que salvará a la patria adolorida es porque
Televisa ha inflado a Enrique Peña Nieto y para defenderlo intentan aplastar a
quienes informan sobre la alianza entre empresa y político. Pese al protagonismo
que le asignan las leyes, el Gobierno de Felipe Calderón se ha hecho el
desentendido.
Somos un país contradictorio. Según la Encuesta Mundial de Valores, en 2006,
¡86% de la población! apoyaba un "sistema democrático" que supone la
participación activa de la ciudadanía; en esa misma década 54% aprobaba al
"líder fuerte". Cuán cómodo resulta creer en los hombres providenciales, en los
estadistas que, según Hegel, ponen en "palabras los deseos de su época, le dice a
ésta, cuál es su voluntad y la instrumenta". México ha tenido líderes que se
acercan a esta definición: la grandeza de Miguel Hidalgo, Benito Juárez o Lázaro
Cárdenas, radica en que actuaron pensando en el interés de la nación y de las
mayorías.
Enrique Peña Nieto ya fue elevado a esa categoría y arrasaría si las elecciones se
realizaran el día de hoy. Tiene ese nicho pese a su mediocre desempeño como
gobernante y a su nula vocación democrática (temas que abordaré en columnasfuturas). Su virtuosismo ha estado en lograr fusionar armónicamente los trucos y
mañas de los políticos autoritarios mexicanos con las modernidades tecnológicas
de una empresa, Televisa, capaz de levantar o destruir prestigios bombardeando a
las mayorías con las imágenes transmitidas por la pantalla chica.
La construcción del caudillo ha sido tan exitosa porque hay sed y hambre de
políticos eficaces y por la fragilidad de la cultura ciudadana. En diciembre de
2008, según una encuesta de Reforma, 66% de la población aprobaba el "trabajo
de Felipe Calderón como presidente" por motivos muy poco científicos: "le está
echando ganas", "se preocupa por los problemas de los mexicanos", "al
presidente hay que apoyarlo incondicionalmente", "es una buena persona". Sólo
18% se apegaba a los criterios de una democracia y lo evaluaba por sus
resultados.
El Grupo Reforma ha sido uno de los medios que han documentado la alianza
estratégica entre Peña Nieto y Televisa. Es probable que ese fuera uno de los
motivos tras la decisión de Televisa de lanzar una agresiva campaña contra
Grupo Reforma por publicar anuncios clasificados en los que se ofrece un amplia
variedad de servicios sexuales lo cual, en opinión de la televisora, es una forma
de permitir la participación del crimen organizado. Se trata de acusaciones graves
que requieren una distinción entre la libertad de expresión y la obligación de
transmitir noticias de manera imparcialPuedo estar en desacuerdo con lo expresado por colegas de Televisa en
programas que, como Tercer Grado, forman parte de la barra de opinión de la
televisora. Sin embargo, es un espacio protegido por la libertad de expresión. Los
noticieros se miden con otra vara. Televisa utiliza un bien público porque recibió
una concesión de la nación a través del ejecutivo. Al aceptar el privilegio
Televisa adquirió el compromiso de respetar leyes y reglamentos en las cuales se
establece que la transmisión de las noticias debe guiarse por la veracidad y la
objetividad.
La ofensiva de los noticieros de Televisa contra el Grupo Reforma es una posible
violación a la concesión porque es profundamente parcial; no menciona, por
ejemplo, que la oferta de servicios sexuales se hace en muchos otros medios,
incluida la misma Televisa. No estamos ante un caso aislado, sino ante la
confirmación de un patrón. Los partidos de futbol están tan repletos de
publicidad que probablemente violan los límites legales, la programación está
saturada con publicidad de productos milagrosos y desdeñan las peticiones de
información de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios,
(Cofepris).
La Secretaría de Gobernación ya debería haber intervenido porque entre sus
funciones está garantizar el respeto de los títulos de concesión. No lo hará puesto
que el panismo tiene la brújula ética hecha trizas. Ni ha llevado al país a la tierra
prometida del Estado de Derecho ni ha construido ciudadanía, y cuando se
recuerda su historia da pena verlos como siervos de Elba Esther Gordillo y de las
televisoras. Sus presidencias han sido figuras de papel maché: brillo artificial enel exterior, oquedad en las entrañas.
El PRI tampoco tiene contenido. Su obsesión es regresar a Los Pinos y adoran al
tele-caudillo, Peña Nieto, porque es quien garantiza el retorno. Carecen de
proyecto de país y eso los coloca en una paradoja. El fraude electoral de 1910
desencadenó una violenta revolución que puso al PRI en el poder; si ahora
recuperan la presidencia será por los cañonazos de Televisa. Así pues,
celebremos los inicios de la Independencia y la Revolución reconociendo que
pasamos del autoritarismo a las aspiraciones dictatoriales de una televisora y un
caudillo sin haber disfrutado las mieles de la democracia.
www.sergioaguayo.org

Ante dignatarios extranjeros, Margarita Zavala presume el país "que somos"


Homero Campa



MEXICO, D.F., 14 de septiembre (apro).- Ante dignatarios extranjeros e invitados especiales que vinieron a México con motivo de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, Margarita Zavala, presidenta del DIF Nacional y esposa del presidente Felipe Calderón, presumió el país “que somos”.
“Nos enorgullece el legado que hemos recibido de civilizaciones que florecieron en nuestro territorio a lo largo de milenios (…) Esas precisas civilizaciones, junto con mucha historia posterior, permitieron consolidar hoy un Estado libre y soberano, conformado por instituciones democráticas”, afirmó.
Más: “Somos una nación que construye todos los días. Y este México –que le gusta tener amigos, que los recibe-- sabe que lo mejor está también en el futuro que estamos construyendo”, dijo.
Zavala habló ante funcionarios y embajadores extranjeros durante la comida que la canciller Patricia Espinosa les ofreció en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Mientras los invitados degustaban “timbal con nopalitos” y “rodajas de pechuga de pollo bañadas en mole de la abuela”, Zavala esbozaba al país:
“Somos una nación orgullosa de su pasado y de sus raíces indígenas, así como del vigoroso influjo étnico y cultural proveniente de Europa, Asía y África. Eso es lo que ha hecho un México plural y diferente”, sostuvo.
Y, didáctica, aleccionó: “México es un mosaico lleno de personas diferentes, de culturas diferentes, de maneras distintas de ver al país; que no sólo somos pirámides, ni sólo somos playas, no sólo somos iglesias, sino somos todo eso. Afortunadamente no sólo somos de un color sino de muchos colores, ni de una sola tonada ni de una sola música”.
Y, encarrerada, siguió: “Ese es el México del que estamos orgullosos y nos sentimos orgullosos, ese es el México que pinta Diego Rivera y ese es el México que construimos todos los días”.
Ataviada con un chal en tonos rojos sobrepuesto sobre una blusa blanca de manga larga, así como de una falda negra recta, zapatos negros de tacón y sin medias, la primera dama habló de la hospitalidad que caracteriza a los mexicanos. Sostuvo que en México “se tiene emoción, se tiene carácter, se tiene compromiso”.
“Somos una fuerza de hombres y mujeres que nos sabemos y que sabemos ser solidarios y generosos”, dijo.
Señaló que “en nuestra comida, en nuestras fiestas, en nuestro Grito de Independencia, en querer y proteger a nuestra familia, en amar a nuestros pueblos y a sus tradiciones, en hacer honor y honrar a nuestros muertos, nos convertimos en esa agitación y abundante energía de la que hablara Carlos Fuentes”.
Añadió: “Así es como nos presentamos ante el mundo”.
Y –copa de vino en alto--, terminó con un brindis: “Salud y ¡viva México!”.
La comida con los invitados extranjeros fue la parte final de un encuentro organizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Previamente, los dignatarios y embajadores recorrieron la exposición “Rostros de la Divinidad. Los Mosaicos Mayas de Piedra Verde”, consistente en 13 máscaras de mosaico de piedra verde, un pectoral de mosaico de concha y tres ajuares de jade y concha con los que fueron sepultados notables personajes del periodo clásico maya, entre otros objetos.
Por mirar la exposición, los invitados se perdieron la música típica interpretada por el Coro Infantil de la República del Sistema Nacional de Fomento Musical –compuesto por niños de capacidades diferentes--, quienes sin embargo recibieron los aplausos de fotógrafos, camarógrafos y periodistas que esperaban en el patio central del museo a que las delegaciones extranjeras terminaran de recorrer la exposición.
Luego, los mandatarios e invitados especiales posaron para la foto oficial. A pesar de la presencia de cinco presidentes (Mohamed Abdelaziz, de la República Árabe de Saharahui; Pedro Lobo, de Honduras; Ricardo Martinelli, de Panamá; Alvaro Colom, de Guatemala; y Mauricio Funes, de El Salvador); de dos primeros ministros (Nika Gilauri, de Georgia; y Dean Barrow, de Belice) y hasta de un príncipe (Philippe, de Holanda), se notó la falta de figuras de peso internacional: ni un presidente sudamericano, ni un jefe de Estado europeo; ningún dignatario de alto nivel asiático…
Luego, en la comida, los embajadores se hacían bolas buscando su lugar. Subsecretarios de Relaciones Exteriores –como Lourdes Aranda o Julián Ventura—tuvieron que entrar al quite para ayudar a los capitanes a acomodar a los invitados.
El presidente hondureño Pedro Lobo –ansioso de reconocimiento internacional-- repartió solícito besos y sonrisas. La canciller Espinosa soltó una carcajada ante un comentario casi al oído que le hizo el presidente guatemalteco Alvaro Colom; Phillipe, el príncipe heredero de Holanda miró maravillado a los seis jóvenes miembros del conjunto “Rincón de la Marimba” que se arrancó con sones tradicionales.
El embajador de Cuba en México, Manuel Aguilera de la Paz, se sorprendió de que su lugar no estaba asignado junto al del “enviado” del gobierno de la isla: Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera. Aguilera aguardó con aire serio entre las mesas a que le asignaran su lugar. “Nada más come y se va”, comentó un periodista a sus colegas.
Sonrientes, relajados, los invitados especiales platicaban, se intercambiaban saludos y tarjetas, chocaban copas…hasta que el audio anunció “el mensaje” de la canciller Espinosa, quien pasó al estrado prácticamente para presentar a “la licenciada Margarita Zavala” como oradora principal del evento.

Agarrón PAN-PRI en San Lázaro: quién gobierna peor, el debate


Carlos Acosta Córdova



MÉXICO, D.F, 14 de septiembre (apro).- Acostumbrados a la pasividad de la bancada panista, y a la postura de los funcionarios comparecientes de no responder insultos, críticas y vituperios, los diputados del PRI se llevaron este martes una gran sorpresa o, como se dice popularmente, debieron tragarse una sopa de su propio chocolate.
Esta vez, en la primera comparecencia de Ernesto Cordero Arroyo como secretario de Hacienda que defiende la propuesta gubernamental del programa económico para el año que entra, los que salieron raspados no fueron el funcionario y los panistas –como ha sucedido en ocasiones anteriores--, sino los legisladores priistas.
Fueron seis horas de comparecencia. Cinco de ellas, verdaderamente soporíferas. Tanto que ni legisladores, invitados y periodistas, aguantaron el aburrimiento. Hubo un momento, antes de la última ronda de intervenciones, que no había ni cien diputados, de los 500 que deberían estar. Desolado el pleno. Curules vacías era lo único que se veía.
Fueron los propios diputados priistas los que se encargaron de “calentar” la sesión. Investidos, en el discurso, como férreos y aguerridos legisladores de oposición, se lanzaron de frente, sin concesiones, con todo, contra el gobierno, contra el secretario y contra el paquete económico 2011.
El primero, Luis Videgaray Caso, presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública --, dejó el tono comedido y cortés del año pasado ante Agustín Carstens, entonces secretario de Hacienda.
Belicoso, Videgaray, exempleado de Enrique Peña Nieto en el Estado de México, le dijo a Cordero que el presupuesto que el gobierno estaba proponiendo no era austero ni era para hacer crecer la economía; ni reducía el gasto corriente, ni su prioridad era el bienestar de la población. Y soltó una retahíla de deficiencias del presupuesto.
Al terminar el diputado, entre nutridos aplausos de su bancada, empleó una idea que ha sido constante en el reciente discurso del PRI: “Somos una oposición responsable… Habrá presupuesto aquí el día 15 de noviembre y será un presupuesto bueno para la gente, porque el dinero, señor secretario, el dinero, el dinero de gobierno, no es dinero federal ni tampoco es de los estados y los municipios. El dinero es dinero de la gente y el PRI va por un presupuesto para la gente.”
Videgaray habló en la primera ronda, en la que un representante de cada partido expresó su postura sobre el programa económico para el año próximo propuesto por el gobierno federal. Al concluir las siete intervenciones de los partidos el secretario habló por primera vez.
En la segunda ronda, de preguntas de diputados y respuestas del secretario, empezó a animarse la sesión. Pero fue hasta la intervención del priista David Penchyna Grub cuando subieron los ánimos.
Penchyna es reconocido públicamente como un diputado hiperactivo, que gusta de la confrontación, de hablar fuerte y directo. Hoy no fue la excepción.
Los últimos diez años de gobiernos panistas, dijo, son “el decenio perdido”… y soltó críticas y críticas. Sin números, sin cifras, sin contexto, atizó: “ustedes enarbolan una política económica que no resuelve la pobreza, que no genera empleo y cancela las oportunidades de desarrollo del país”.
No sólo eso, sino que “en los últimos diez años todos los pronósticos de criterios generales de política económica les han fallado. Han sido erráticos”.
Al término de su intervención, Penchyna no pudo irse tan campante como Videgaray. Ni como él mismo en otras ocasiones. Esta vez el secretario de Hacienda respondió.
Sin la grandilocuencia de Penchyna, ni su capacidad oratoria, ni su aplomo, ni su voz fuerte, el secretario Cordero prefirió las cifras, los datos, para darle un mentís a los priistas.
Antes consideró que “lo que más tarda en recuperarse luego de una crisis económica, es la percepción de la sociedad de que se está saliendo adelante”. Pero, sugirió, no hay comparación entre cómo estaba la economía del país en los años duros del priismo y cómo está ahora. Luego, los datos, sus datos:
--El PIB per cápita, medido en dólares reales, ajustados por poder de compra, es lo doble de lo que era en 1980 (no lo dijo, pero gobernaba entonces José López Portillo); es decir, tenemos el doble de ingreso del que teníamos en la década de los 80.
--La tasa de inflación en aquellas épocas era del 70%: si algo costaba 100 pesos en enero, al final de ese año costaba 170 pesos. En esta década la inflación es del 5%.
El tipo de cambio se depreció en la década de los 80 (José López Portillo y luego Miguel de la Madrid) en un 68%; en la década de 2000 al 2010 llevamos una depreciación de 2.8%.
Y respecto a los pronósticos que, según Penchyna, siempre le fallan a los gobiernos panistas, Cordero dijo que en los últimos 10 años el margen de error ha sido de un 0.1%.
También el priista le había criticado que el paquete económico para 2011 estaba muy cargado al gasto corriente y no al de inversión. El secretario le respondió, sólo por comparar con el último año de gobiernos priistas, el 2000, que en ese año el gasto de inversión fue de 12% del gasto programable y que ahora es de 24%. Y, en consecuencia, se ha reducido el gasto corriente.
En relación al gasto en servicios personales –que es parte del gasto corriente, pero que muchos confunden como si todo él fuera el gasto corriente--, Cordero dijo que en el 2000 fue de 44.8% del gasto corriente y que ahora es de 32%.
En su réplica, el diputado Penchyna no acertó a responder. Se veía trabado. Enojado. No traía datos para responderle al secretario. Y se fue por lo fácil: la descalificación: “Entiendo que hay maderas que no agarran barniz.” Y lo acusó de no centrarse en el debate del paquete económico… cuando fueron los priistas los que desviaron la discusión hacia el agarrón por ver qué partido ha gobernado mejor.
La mesura y la calma de Cordero no acompañaron al diputado panista Luis Enrique Mercado, que sorprendió por el cambio de actitud. Pasivo y permisivo el año pasado, que dejó pasar cuanto insulto y vituperio sufrió Agustín Carstens, esta vez no se contuvo.
Al estilo de los aguerridos priistas, se les fue a la yugular: “Es una vieja costumbre priista jugar a la política usando la economía para prometer paraísos que luego se convierten en crisis económicas.”
Ejemplificó: A principios de los 90 bajaron el IVA, de 15% a 10%. Cuatro años después, en plena crisis económica por la macrodevaluación de diciembre de 1994, volvieron a subir el IVA del 10% al 15%. “Nos lo recetaron con la famosa roqueseñal”.
En 1976 el PRI nos convocó a administrar la abundancia y en 1982 el país terminó declarando la moratoria en los pagos de la deuda externa. “Ese año, por cierto, el peso –al que se defendería como un perro-- se devaluó de 19 pesos en febrero de 1982 a 170 pesos por dólar, a finales de ese año. En los siguientes seis años, cuando el presidente en turno prometió que el país no se nos caería de las manos (Miguel de la Madrid), el peso llegó a 3 mil 200 pesos por dólar.”
“Esos sí son gobiernos malos y caros”, gritó el panista Mercado. Fue tan directo, y habló tan fuerte como el diputado Penchyna, que llamó la atención de los priistas, cuya mayoría brillaba por su ausencia en el salón de plenos.
De repente fueron llegando, apresurados, enojados. Armaron corrillos, grupitos en los que discutían acaloradamente. En el más grande, Videgaray, Penchyna, Francisco Rojas Cano Vélez, Martell; muy cerca de ellos, Oscar Levín y otros.
No se esperaban la airada respuesta de los panistas. Se veían alterados los priistas. Como que preparaban una respuesta virulenta.
Ya era tarde. Después de Mercado siguió el secretario y luego la réplica panista, a cargo del diputado Pablo Rodríguez Regordosa, que terminó de hacer la faena.
Primera estocada: “Es lamentable el esfuerzo cínico y goebbeliano del PRI, que pretende repetir la mentira mil veces hasta que se haga verdad. Y con desvergüenza desmedida, presentarse como promotores del crecimiento económico del país, cuando en su tiempo lo hundieron en las peores crisis que han sufrido las generaciones de mexicanos.”
No paró Rodríguez Regordosa: “Culpan al PAN de sumir al país en una crisis de inseguridad y de violencia, pero gobiernan los estados más inseguros. Tamaulipas no conoce gobierno emanado de otro partido.”
Una tras otra: “Piden transparencia y el gobierno del Estado de México, que no conoce más que gobiernos emanados del PRI es el más opaco de todo el país”. “Reclaman subejercicios, pero no reconocen que en los gobiernos de sus estados no se ha puesto las parte que les corresponde".
Otra que dolió: “Hablan de 10 años y no reconocen que los 30 peores años que ha sufrido este país son justo los previos al periodo que ellos están señalando. Desconocen la borrachera de gasto que sufrió el país y la cruda que vivimos todavía en sus efectos de esta época.”
La estocada final: “Los estados más endeudados del país los gobierna el PRI; los pasivos laborales que sufre este país los creó el PRI; la ineficiencia petrolera que vive este país la creó el PRI; los exgobernadores más ricos que hay vienen del PRI; los estados más inseguros los gobierna el PRI; los estados más opacos los gobierna el PRI; los que organizaron al campo para votar y no para producir fueron los del PRI, y los millones de mexicanos que hoy viven en pobreza surgieron al amparo de gobiernos del PRI.”
El diputado Rodríguez Regordosa se fue entre los aplausos más nutridos de la jornada, de propios y extraños, incluido el PRD –no así el PT--, y dejó fríos, estupefactos, a los priistas.
No lo podían creer. Nadie, durante esta administración, les había levantado la voz así, en la Cámara de Diputados. Por fin se decidieron los panistas. Y el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, pudo salir bien librado de esta, su primera experiencia, en la defensa de un paquete económico.

Festejo Bicentenario. - Momis Otra Vez

Dedicada al festejo bicentenario (y millonario) del fecal.

Hoy es 15 de septiembre

y nada hay que festejar,

no es posible estar alegre

como para celebrar.

¿Celebrar el hundimiento

de la Patria socavada,

hambre y miseria en aumento,

nuestra tierra ensangrentada?

Además la ideología

de los Héroes nacionales

no va con la mochería

de la bola de fecales.

Conservadores de cepa

¿honrando a la rebeldía?

Si sus héroes, que yo sepa

son Miramón y Mejía.

Una noche mexicana

llena de falso oropel,

como si la filigrana

borrara toda la hiel.

Muchos millones gastados

en una fiesta elitista,

donde no son bien llegados

los que no son fecalistas.

En mi sentir personal

Esa falsa algarabía

del grupo neoliberal,

es tremenda hipocresía.

¡Mi homenaje de silencio

a los que dieron su vida

pagando así un alto precio

por esta Patria querida!

La insurgencia cobra fuerza - Víctor Orozco










Como quiera que fuere, había varias ideas acerca de la insurrección que se habían generalizado. Una, era que los monarcas habían vendido el país a Napoleón y la otra la animadversión en contra de los españoles peninsulares. Se acrecentaban ambas porque las autoridades virreinales tomaron varias medidas militares que dejaban al territorio de la Nueva España en extremo vulnerable frente a una probable invasión de tropas francesas en América, que ahora se antoja casi imposible pero que en 1808-1810 cobraron una gran credibilidad.

En otra causa penal que instruyeron las nerviosas autoridades españolas, en contra de Roque Ruiz Rey y Orozco, (a) “Don Roque” individuo errabundo y medio extravagante que la hacía de médico y juez en los pueblos de Sonora y en los del Valle del Basúchil en la Nueva Vizcaya, aquel fue acusado que en una conversación tenida el día 10 de noviembre de 1811, camino a Santo Tomás, sostuvo “… que toda la gente que estaba saliendo de Chihuahua para afuera no era para guerrear contra los insurgentes sino para cuidar las haciendas de todos los gachupines… que no era justo que los criollos estuvieran muriendo unos con otros, que como quiera entre los gachupines está el gobierno de esta provincia, estaban procurando se acabaran todos los criollos y quedar con ellos toda la provincia como quiera de que la tienen vendida a Napoleón… que la insurrección no venía peleando contra la fe, sino contra los gachupines..” Quizá no es pura casualidad la coincidencia que en el mismo Valle del Basúchil, en donde presuntamente difundió sus alegatos contra el sistema el ya nombrado Roque Ruiz se fraguó en 1812 un intento de insurrección encabezado por Rafael Mingura, que fue reprimido por el capitán José Roque Orozco, primo hermano del primero.

El 3 de septiembre de 1811, la Junta de Seguridad había formado otra causa penal, en contra de José Antonio Gausín, a quien se le había comisionado para llevar las cabezas de los jefes insurgentes fusilados conservadas en salmuera, hasta la ciudad de Zacatecas. Cumplido su macabro cometido, de allá regresó contando, al igual que otros viajantes, el estado de rebelión en que se encontraban muchos de los pueblos y poniéndole algo de su cosecha para exagerar el peligro que corrió. Pero no sólo eso, sino que trajo un papel con unos versos considerados ofensivos y que fueron copiados en diferentes lugares por donde pasó.

Los tales versos decían:

“¿En donde está aquel Campeón?

Alvarez, digo señores,

¿En donde están los furores,

De don Domingo Perón?

¿Dónde tanto corazón

que nos trató con desdén?

¿Quién causa tanto vaivén?

¿Los patriotas que se hicieron?

Creo que todos se murieron

Requiescat in pace amen




Los versos fijados en algún muro desde el 13 de agosto en la ciudad de Zacatecas, de manera indirecta, criticaban al presbítero y jefe realista José Francisco Álvarez, (“El cura Chicharronero”) a quien las autoridades de Chihuahua tenían en ese momento en altísima estima, por su afán combativo, aunque después se espantarían de los horrores que cometió. En 1810, este comandante era cura en Santa Cruz de Tarahumares y al mando de una tropa de indígenas que organizó, se incorporó a las tropas realistas combatiendo a los insurgentes en diversos lugares de Zacatecas y el Bajío. A él se refirió Joaquín Fernández de Lizardi “El Pensador Mexicano” en un folleto publicado en 1822, para explicar cómo se ganó el apodo con el que se le conoció por esos años: “Hubo también en la Nueva Galicia un sacerdote comandante llamado J. F. A. tan sanguinario, que si tenía que fusilar a 20 ó 30 insurgentes, no los mataba vivos, sino a pausas en cinco o seis días para prolongar el martirio a estos infelices, haciéndolos presenciar el suplicio de sus compañeros y amigos. La tiranía de este excomulgado sacerdote era tal, que encerraba en sus chozas a los miserables que cogía en un pueblo, hombres y mujeres, niños y viejos, y así indefensos hacía prender fuego a las casitas, y decía, ‘hasta que hieda a chicharrón’, por cuyas humanas virtudes fue conocido con el epíteto del padre chicharronero. ¡La pluma se aparta del papel, resentida de trasladar tales crueldades”

Varias causas penales más se instruyeron contra vecinos de diversas poblaciones, casi todos ellos arrieros que habían transitado por tierras donde luchaban los insurgentes. Alarmadas, las autoridades escuchaban que por primera vez, en lugares tan lejanos como la hacienda de El Carmen, se propalasen especies como las de un tal Miguel Pacheco, quien después de haber pasado por Sombrerete dijera “Que me corten la lengua si en unas semanas queda algún gachupín en estas tierras”, o que otro arriero, apodado Juan Grande, en la misma villa de Chihuahua se preguntara “¿Cuál rey?, si está vendido” u otro más quien afirmara que a los pobres no les iba mal con los insurgentes, que los que deberían preocuparse eran los ricos.

Por su parte, la autoridad eclesiástica de la Nueva Vizcaya también echó su cuarto a espadas en defensa del reino y contra la insurrección que amenazaba extenderse. Se supo de una presunta conspiración en la que se involucró extrañamente al cura de la parroquia de la villa de Chihuahua, Don Mateo Sánchez Álvarez, quien siempre mostró antes y después de 1810 su fidelidad al régimen. Sin embargo, se le acusó de fraguar la fuga de Hidalgo y aunque nunca se le demostró culpabilidad alguna, sí incurrió en sospechas ante sus superiores que pusieron el grito en el cielo ante la posibilidad de que algunos clérigos estuvieren mezclados en lides conspiratorias o francamente insurreccionales. Con la mayor de las alarmas, el obispo de Durango comunicó a Nemesio Salcedo que había instruido al canónigo Dr. Francisco Fernández Valentín quien a la sazón se encontraba en la villa de Chihuahua “...para que procediera contra cualquier eclesiástico regular o secular que resultase indiciado de infidencia, no sólo en esa Villa, sino en toda la extensión que hay desde el Río Conchos hasta la provincia de Nuevo México”.

Así, mientras las autoridades y los vecinos prominentes, organizaban la defensa del reino frente a la insurgencia, haciendo acopio de recursos económicos y formando diversas agrupaciones armadas, estos incidentes y otros similares, enseñan que en el subsuelo se agitaba el descontento en contra de la minoría que detentaba el poder económico y político.













Ecos de la insurrección Víctor Orozco

Ecos de la insurrección

La ley de Salcedo es de hecho bastante temprana, pues a las más lejanas tierras de su jurisdicción todavía no llegaban los ecos del Grito de Dolores, cuando ya estaba emitido el decreto. Sin embargo, cuando lo hagan, encontrarán un ambiente favorable para propagarse como en Texas.

Es, como puede leerse un mandato de guerra, como que se estaba enfrentando la autoridad colonial al conflicto y al mayor reto que jamás se hubiesen presentado desde la época de la Conquista. Sus preceptos no dejan ningún hueco: o juntan conmigo o derraman.

No basta abstenerse, ni siquiera apoyar a la autoridad, se requiere la participación activa para combatir a la revolución, pues de otra manera se incurre en el delito de traición.

Vale hacer una relación: el 2 de mayo de 1808, Joaquín Murat , jefe del ejército francés en España, emitió un decreto similar al de Salcedo, dirigido allá en contra de los patriotas españoles.

Disponía entre otras cosas que: “Todo corrillo que pase de ocho personas se reputará reunión de sediciosos y se disipará a fusilazos.

Toda villa o aldea donde sea asesinado un francés será incendiada. Los amos responderán de sus criados, los padres de sus hijos… los autores de libelos impresos o manuscritos, que provoquen a la sedición, los que los distribuyeren o vendieren, se reputarán agentes de Inglaterra y como tales serán pasados por las armas”.

Por otra parte, desde 1808 se habían formado los “Batallones Fernandinos” en las Provincias Internas, que tuvieron poca oportunidad de combatir, pero que contribuyeron a mantener a raya a la insurgencia, al menos en la Nueva Vizcaya.

También se integró con extrema rapidez un destacamento comandado por el cura de Santa Cruz de Tarahumares (sic) José Francisco Álvarez quien se distinguió por la saña y ferocidad que le imprimió a la lucha contra los insurgentes en Durango y Zacatecas.

También un grupo de comanches trató de incorporarse a la lucha contra los insurgentes, pero Salcedo, más precavido con esta nación guerrera, les agradeció su ofrecimiento.

La acusación de que los revolucionarios estaban animados y financiados por agentes franceses, no estaba del todo desencaminada para la visión de la época, porque desde que las tropas napoleónicas ocupaban España, sí hubo una buena cantidad de emisarios galos que agitaron a favor de la independencia de las colonias iberoamericanas, tratando de desmembrar el imperio español. Incluso se publicaron documentos detallados sobre la forma de provocar y conducir a la insurrección. Miguel Hidalgo tuvo oportunidad de escuchar a alguno de esos agentes. Sin embargo, era una visión miope o puramente propagandística el pretender que los insurgentes fueran “emisarios de los franceses”. La realidad es que representaban a fuerzas sociales muy profundas que se habían arraigado a lo largo de la dominación hispánica y que ahora salían a la luz, en medio de una erupción social. Incluso a los novovizcainos del Norte y a los nuevomexicanos, tan ansiosos de conservar la paz, les llegaría el ansia de los cambios, como se verá.

Los acontecimientos del centro del país y de Coahuila y Texas, provocaron una terrible zozobra a las autoridades virreinales que extremaron el celo para cuidar las fronteras y evitar que se propagase por cualquier medio, ya sea mediante escritos o de palabra cualquier noticia o apología de la insurrección. Sin embargo, ello fue imposible, pues informes y rumores se difundieron como reguero, de acuerdo con los numerosos expedientes incoados por las autoridades a posibles infidentes. Algunos de ellos, son bastante significativos, según se verá por los que comento en seguida.

Una de las vías por donde podían llegar tales novedades, era el camino que conducía hacia Coahuila y que pasaba por el Presidio del Norte cerca del pueblo de Coyame. Allí se interrogaba a cuanto viajero venía del Oriente, como si estuviera sujeto a una causa penal. El 5 de marzo de 1811, tuvo la mala fortuna de pasar por el puesto la conducta de Luciano García, un modesto comerciante de la Villa de El Paso del Norte, quien había ido hasta Monclova con frazadas del Nuevo México, orejones (anillos de manzana seca) y otras mercancías para realizarlas en los pueblos de Coahuila y Texas regresando con varias cargas de piloncillo. Allí informó que efectivamente había estado con los insurgentes y se había enterado de que tenían revolucionadas a estas provincias y buscando a todos los españoles. Dijo que un capitán insurgente le preguntó que si era europeo a lo que él contestó que no, que “era paseño”. Con esta respuesta, por cierto, García revelaba la manera como se reconocían los habitantes de la Nueva España. Salvo los peninsulares, “muy españoles”, el resto debía conformarse con la identidad que se derivaba de su pequeña comunidad y a lo más de su región.

Uno de los arrieros, Roberto Ximénez, había escuchado lo que a él le parecieron una “buenas décimas” a un soldado en un tendajón del Presidio del Río Grande del Norte y acabó por comprárselas en un real y una copa de aguardiente. Nadie entre los que conducían la recua sabía leer, así que no pudieron enterarse sino por las referencias de Ximénez. Los papeles fueron incautados y el hecho les costó largos meses de suplicios y prisión en Chihuahua y en Paso del Norte, en donde fueron procesados por “seductores”. Aunque de la información que se desprende del voluminoso expediente formado por las autoridades, no aparece que se hayan difundido las décimas, es bastante probable que muchos otros las conocieren, ya sea por los escribientes o asistentes de los magistrados. Las tales coplas decían:

“Nuestro padre mui amado

y excelentísimo Cura,

Virrey y Gobernador

Nuestra Libertad procura

Ya el reino estaba bendido

Napoleón lo había mercado

Ya el trato lo había firmado

El Gachupín atrevido

Ya nos habían sumergido

Con una venta fatal:

Nos vendieron por igual

Y para mayor imperio

Mugeres a dos y medio

Y hombres a tres por real

Dichoso Guadalajara

En lo temporal y eterno

Vendito el nuebo Gobierno

Que al reyno de Indios

ampara

Querían marcarnos la cara

Los gachupines traidores

Y así hermanos moradores

Las gracias debemos dar

Que nos vino a libertar

El cura de Los Dolores

Quando se hizo aquel padrón

De asentar toda la gente

No fue mas de solamente

Darle cuenta a Napoleón

Esta cautela y traición

La hicieron los superiores

Los gachupines traidores

Dichoso Guadalajara

En lo temporal y eterno

Vendito el nuebo Gobierno

Que al reyno de Indios ampara

Querían marcarnos la cara

Los gachupines traidores

Y así hermanos moradores

Las gracias debemos dar

Que nos vino a libertar

El cura de Los Dolores

Mucho más acertado que los que llamaban a los insurgentes “emisarios de los franceses” estaba el autor de los versos al acusar al gobierno español de haberse vendido a Napoleón, pues si no fue una venta la que hizo la familia real sí una ignominiosa claudicación de sus deberes.

Se inicia la guerra de Independencia: Reacciones en Chihuahua - Víctor Orozco

La revolución iniciada en Guanajuato incendió todo el centro de la Nueva España y en las provincias internas se extendió a Sonora en el Occidente y a Texas en el Oriente. Cobró desde sus inicios el carácter de una guerra de clases, como ninguna otra lucha por la independencia en las colonias iberoamericanas.

Decenas de miles de indios, sirvientes en las haciendas, barreteros de las minas, parias de las ciudades, se juntaron con una fracción de criollos y mestizos medio acomodados y formaron una masa formidable por el número, pero de frágil consistencia interna.

Contra esta insurgencia se adoptaron todas las armas posibles. Una de ellas, fue la autoridad de la Iglesia católica, cuya palabra hasta ese momento, infundía colosales sentimientos de temor y reverencia.

Haciendo uso de este inmenso poder, el obispo de Michoacán expidió el 25 de septiembre el edicto de excomunión contra Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo.

Agregó una condena in genere: “… bajo la misma pena de excomunión mayor, en que desde ahora los declaro incursos, y a todos los que voluntariamente se alistaren en sus banderas, o que de cualquier modo le dieren favor y auxilio”.

No obstante sus simpatías por la ilustración, en este documento Abad y Queipo hace una reprobación absoluta de la Revolución francesa y de los movimientos de independencia en América, ejemplificando con el de Haití, que de ser “el país mejor poblado y cultivado de todas las Américas, es hoy un desierto, albergue de tigres y leones”, en lo que probablemente llevaba razón, pero al mismo tiempo olvidaba que el viejo sistema descansaba en la esclavitud, que implicaba para las nueve décimas partes de la población un trato de bestias.

Después de arrasar con las guarniciones militares del Bajío y de una degollina de españoles, la marea social encabezada por el cura Hidalgo se detuvo ante la ciudad de México y comenzó a retroceder, a pesar del triunfo insurgente en la batalla del monte de las Cruces.

A la villa de Chihuahua llegaron las noticias de la insurrección apenas dos semanas después de que se inició. El primero de octubre de 1810, el comandante general mandó llamar al cabildo y le informó que: “…por correo extraordinario se le comunicó por la Infantería de Durango de haberse sublevado la gente popular de San Miguel El Grande, pueblo de Dolores y

otras poblaciones de aquel recinto, cuio levantamiento no podría originarse en otra causa más que de alguna seducción de los Emisarios que según anticipadas noticias que ha esparcido en este Reyno Napoleón Bonaparte y que para precaver los funestos daños que tales seducciones puedan causar en esta provincia lo hacía presente Su Señoría…”.

Enseguida se ordenó un censo de hombres y un inventario de armas, que efectuaron los regidores Joaquín Marichalar, Salvador Porras, Pedro Ignacio de Irigoyen y José Antonio Pérez Ruiz en cada uno de los cuatro barrios en que se dividía la villa. Se podía contar, según dieron cuenta, con: ochocientos sesenta y seis hombre de entre diez y ocho y cincuenta años, con ciento ochenta y cuatro escopetas, ciento ochenta y cinco pistolas y ciento una lanzas. Otras provisiones había tomado el comandante de las Provincias Internas para hacer frente a la insurgencia, en el caso de que se presentara alguna extensión de la misma en su jurisdicción. Ya he dicho que ese fue el caso de Coahuila, Texas y Sonora. No el de Chihuahua, en donde de cualquier manera el 13 de octubre de 1810, esto es, menos de un mes después de iniciada la insurrección, entró en vigor un decreto que disponía en sus principales artículos: “Don Nemesio Salcedo y Salcedo, Brigadier de los Reales Ejércitos, Gobernador, Comandante en Jefe de las Provincias Internas del reino de la Nueva España, Inspector de sus tropas regladas y milicias, Superintendente General, Subdelegado de la Real Hacienda y Ramo del Tabaco, Juez conservador de éste, Subdelegado general de Correos, etc…” La cabeza del ordenamiento muestra el grado de concentración del poder que existía en la colonia y que daba lugar a toda clase de arbitrariedades, pues los funcionarios estaban dotados de facultades prácticamente omnímodas, sin límites. Salcedo en este caso ejercía la autoridad civil, la militar, hacendaria y judicial. En sus manos estaba quitar y poner a todos los funcionarios que tuvieran cualquier tipo de representación estatal. Como señala David G. Weber, los pobladores de la remota frontera Norte no tenían ninguna voz en cuanto a gobernarse por sí mismos. Aún en España no existía parlamento que se reuniera regularmente y al igual que en sus colonias, con mayor grado en éstas, el gobierno local se había ido descomponiendo y los funcionarios nombrados habían sustituido a los electos en todos los puestos.

El decreto comentado proseguía:

“Ruego y encargo a todos los párrocos, capellanes de los puntos militares y demás encargados de la cura de almas concurran por medio de su ejemplo y cristianas exhortaciones a exitar en los pueblos sentimientos religiosos patrióticos, precaviéndolos de toda sugestión siniestra y perturbación del bien público”

Desde el principio de la guerra se fraguó una alianza firme e indestructible entre las burocracias del gobierno y de la iglesia, que por otra parte se encontraban frecuentemente confundidas. El fanatismo religioso y las supersticiones, alimentadas por ambas instancias, ganaban a la mayoría de la población, sobre todo a los indígenas. De ahí la eficacia de un llamado a los curas y párrocos para que auxiliaran a la autoridad. En ellos se fincaba mucho de su fuerza, aunque también mucho de su debilidad, pues cuando algunos desertaron para abrazar la causa insurgente, como el mismo caudillo Hidalgo, volvieron a miles en contra del sistema. Estas eran las motivaciones del párrafo del decreto de Salcedo dirigido a los religiosos. Y también las protestas de fe católica que hicieron los insurgentes, por más que a la larga, el movimiento tendría que desembocar por la pura lógica histórica (y en ello tenían razón obispos y militares realistas) en la proclamación de la libertad de cultos.

Concluye el decreto con varias disposiciones:

“El gobierno ha tomado todas las providencias oportunas y las activa con la eficacia propia de su celo y de su obligación para ponerse en caso necesario al frente de todas las fuerzas de estas provincias, castigar a los rebeldes del virreinato y hacer respetar en toda la extensión de la Nueva España los derechos del Gobierno y leyes fundamentales de la monarquía. Conforme a esto decreto lo siguiente: 1. Toda persona que sea convencida de no haber descubierto o dado abrigo a algún emisario de los franceses será declarado traidor, se le juzgará como tal y será ahorcado dentro de las 24 horas siguientes de su aprehensión. 2. Cualquiera persona que se atreva a esparcir especies relativas a la insurrección de los pueblos se le impondrá la misma pena de la horca. 3. Cualquier persona que vierta proposiciones con objeto de formar divisiones o partidos por el mero hecho se hace sospechoso de traición y será juzgado conforme a este concepto. 4. Cualquier persona que por su pusilanimidad o espíritu de novelería extienda en el pueblo versiones de alarmarlo, bien sea exagerando las fuerzas de los rebeldes o disminuyendo las del gobierno y la confianza que se debe tener en él, será juzgado y sentenciado conforme a los grados de culpable cobardía o encubierta malicia.

Toda falta de celo y actividad en obsequio de la causa Real será reputada como delito y castigadas las personas que incurran en él. El gobierno por su parte ofrece recompensar con munificencia a todos y a cada uno de los individuos, de cualquiera clase o condición que sean, según su estado y conforme a la importancia y celo en que se distingan y sobresalgan, por acción que acredite su amor o interés a la justa causa que sostiene la nación. Y para que llegue a noticia de todos los habitantes de estas Provincias mando se publique por bando en esta Villa y demás pueblos. Dado en Chihuahua a 13 de Octubre de 1810. Nemesio Salcedo. Por mandato de su Señoría Francisco Velazco”.

Preservar la paz, el objetivo superior - Víctor Orozco

En la Nueva Vizcaya (Provincia formada por los actuales estados de Durango y Chihuahua) como en toda la Nueva España, se habían acumulado entrando el Siglo XIX, numerosos agravios y el control por un puñado de peninsulares de todos los resortes de la economía y la política, se antojaba ya obsoleto y poco funcional, como lo advertiría el obispo Manuel Abad y Queipo desde 1799 en el memorial que dirigió a Carlos III y aun el propio Félix María Calleja antes de asumir el virreinato en 1813. Cada actividad económica que podía ser lucrativa, pronto era monopolizada por estos peninsulares, como puede constatarse con el comercio del pan en la propia villa de Chihuahua, donde una mujer mestiza, Juana de Cobos, que resultó tener grandes dotes de empresaria, pronto fue expulsada para evitar la competencia.

Criollos y mestizos, sin importar su capacidad, destrezas o inteligencia, tenían colocada una especie de camisa de fuerza que les impedía crecer.

En el ejército, por ejemplo, el grado superior al que podían aspirar era el de capitán y no era infrecuente que calificados militares nacidos en América fueran colocados bajo las órdenes de algún inepto o corrupto oficial peninsular.

Durante su expedición y viaje forzado hasta Chihuahua el oficial del ejército norteamericano Zebulón M. Pike, cuenta que estando en Chihuahua como prisionero-huésped uno de los oficiales criollos le dijo: “Nosotros, ambos, somos americanos ¿o no? Sí, lo somos y nosotros esperamos ver el día en que los que nos tiranizan se encuentren en igualdad de condiciones que todos. Yo espero eso, mi amigo, e igual piensan la mayoría de los verdaderos españoles”

Había entonces causales suficientes para que aquí también pudieran haber hecho erupción movimientos armados como en el centro del país. Sin embargo, las noticias de la lucha insurgente iniciada en Guanajuato y propagadas con rapidez, apenas si alteraron la superficie de las aguas, aunque despertaron el asombro sobre todo entre los criollos.

En 1808, los acuerdos del Ayuntamiento criollo de la ciudad de México para asumir la soberanía ante la prisión del rey Carlos IV por las tropas francesas, tampoco tuvieron mayor eco. Las autoridades coloniales tuvieron buen cuidado de garantizar a sus superiores la fidelidad absoluta a la corona, como lo demuestra un documento enviado al Virrey por el ayuntamiento de Durango, en octubre de 1808 en el que sus miembros hacen profesión de fe monárquica y aseguran que “Las ideas de desunión sólo han venido de esa capital (la ciudad de México), hasta con escándalo, según los informes de sanguinarios pasquines que aparecieron en ella…”.

Durante los últimos meses de 1808, tanto en Durango como en Chihuahua, los vecinos pudientes y las autoridades se esforzaron por hacer patente de mil maneras su vehemente adhesión al amado Rey Fernando VII, a quien colmaban de elogios, algunos de los cuales no le van muy bien a un estadista, como decirle “Inocente jovencito”, mientras que Napoleón se gana los peores calificativos: monstruo más abominable, hipócrita más cauteloso, sanguinario, irreligioso y el “corzo más montaraz”. Nada fue ahorrado para expresar temores y lealtades al monarca, quizá el más desleal entre todos para con su Patria. Procesiones, misas, reuniones, juramentos, cualquier signo de repudio a todo lo que pudiera significar algún cambio o subversión del viejo orden, como si con invocaciones pudieran alejarse a los fantasmas de la revolución, que ya danzaban en torno del cuerpo decadente de la monarquía borbónica.

Al año siguiente, el brigadier Salcedo, emitía un bando o decreto-proclama inaugurando una serie del mismo estilo que se haría tan familiar a los oídos de los vecinos. Uno de los pasajes señalaba: “Escuchad pues y no escuchéis otra cosa; habéis solemnemente proclamado y jurado a presencia de los cielos a nuestro Fernando… delatad inmediatamente a vuestros jueces o a mí en derechura prended para que sea juzgado a cualquier pérfido introducido extranjero, o disfrazado enemigo de la Patria, que en cualquier forma sugestiva propagase expresiones o palabras sospechosas, mostrare acciones contrarias a la lealtad… veréis luego su castigo”.

Más que en todas estas prevenciones de las autoridades, la razón de la pasividad que en general mostraron los habitantes del septentrión de la Nueva Vizcaya ante los acontecimientos de los que derivarían los grandes cambios políticos, debe buscarse sobre todo en que la aspiración prevaleciente hacia 1810, era la conservación de la paz alcanzada con tantas dificultades.

Conviene puntualizar que justamente en el año mencionado en Paso del Norte se había concertado una tregua en la destructiva guerra con los apaches que había asolado a la Nueva Vizcaya por décadas.

El temor al regreso de la violencia, hacía que no bastaran la patente necesidad de eliminar las trabas que tenían la mayoría de criollos y mestizos, ni la dosis de agravios acumulados, para provocar adhesiones a la revolución que venía del Sur. Por lo pronto, nadie quería asumir la responsabilidad de convocar a una nueva guerra, esta vez civil y no para defender el orden establecido, sino para trastocarlo. Era demasiado el peso de los muertos y de la destrucción experimentada en las décadas previas.

Entusiasmo. Rocha.

Patriotismo. Helguera.

Escribiendo el Grito. Fisgón.

Grito secuestrado

Astillero
El Zócalo, foro de tv

Descontrol por cañonazos

¡Viva México en lucha!

Julio Hernández López


Virtual, opaco, bajo amenaza, convertido en negocio, ajeno a su naturaleza combativa, limadas sus aristas insurgentes, dominado por la confusión y el miedo: Grito felipista ahogado, falso, secuestrado, carente de respaldo popular en cuanto a su ceremonial de elite aunque íntimamente pronunciado en tonos irritados por un pueblo dolido y angustiado. Peor que nunca: capital federal céntricamente tomada por las fuerzas calderonistas que parecieran ensayar, al fin, la explícita toma armada de la ciudad de México, mientras en el resto del país los rituales se suspenden en las zonas bélicamente más calientes o se programan con sentido de rapidez preventiva.

El neofranquismo pinolero ha logrado la conversión de los ánimos insurreccionales conmemorativos en simple materia de farándula, concibiendo a la historia como espectáculo y a los héroes como actores movidos por ideología pasterizada. A eso fue dedicado con ahínco el año en curso, a desmotivar, a confundir, a atemorizar. Carretadas de dinero público transformadas en negocio privado para beneficio de diseñadores extranjeros. Manejo discrecional de contratos y prebendas a cargo de la anterior jefa de la oficina de la sedicente Presidencia de la República. Disolución de las posibilidades analíticas, es decir, críticas, de las fechas a celebrar, convertidas las instancias organizadoras de estas conmemoraciones en desfile de directivos y proyectos para acabar en la grisura actual, en una mediocridad intencional (o en confesión abierta de filiaciones históricas conservadoras, contrarrevolucionarias, como sucedió en Querétaro, donde el gobierno municipal panista colocó en las calles pendones con fotografías y breviarios de figuras a celebrar este año, http://bit.ly/9wpt0R como Victoriano Huerta y Porfirio Díaz).

Calderón se ha esmerado, además, en ahuyentar la histórica afluencia masiva al primer cuadro de la capital del país, temeroso de incidentes, sabedor de riesgos, y no solamente a cargo de los cárteles no protegidos del narcotráfico que, en otras partes del país, han expresado su rechazo al tutelaje oficial de sus adversarios delincuenciales mediante el estallido de granadas o el uso de armas de fuego. Vean el Grito por televisión e Internet, dice Los Pinos, mientras la SEP advierte que habrá “cupo limitado” en la Plaza de la Constitución y sus alrededores y el jefe del gobierno capitalino se hace eco de esos llamados preventivos. Los impedimentos y advertencias de disuasión parecen pensados para dejar la plancha del Zócalo de la ciudad de México a cargo de la base social verde olivo, del partido marcial, de los contingentes militares y policiales que darán densidad a las tomas televisivas resguardadas con las que el calderonismo podrá parecer aclamado, apoyado, seguro. Así se podrán impedir sustos, imprevistos o descontrol como el mostrado ayer mismo por el licenciado Calderón cuando a la hora de pronunciar los nombres de los Niños Héroes en una ceremonia militar fue sorprendido por disparos de cañón que no se sincronizaban con la cadencia oratoria. Estando en medio de militares, protegido como ningún mexicano más lo puede estar, centro de cuidados extremos, Calderón pareció tener miedo, o descontrol, o confusión en instantes que pueden verse en http://bit.ly/a6zKa9 y que generaron ayer múltiples comentarios en redes sociales.
Los preparativos para la fecha cumbre de los festejos del bicentenario tuvieron asomos de humor ácido a cargo de la secretaria de Estado de la potencia vecina, Hillary Clinton, que se permitió dar su propio grito también hipócrita, ¡Viva Mécsicou!, llenando de elogios al mismo país y gobierno del que con castigada certeza dijo en días pasados que se parecía cada vez más a los peores momentos de Colombia y donde, señalaba, el narcotráfico iba tomando visos de insurgencia. Otra mujer dio el grito: Cecilia Romero, la funcionaria yunquista a cargo del negocio federal de migrantes como los que por decenas fueron asesinados en días pasados en el rancho tamaulipeco de San Fernando, en un episodio que solamente mostró con crudeza numérica mayor lo que diariamente sucede en todo el país. Las nonatas alianzas perreánicas en el estado de México también gritaron: el copete gobernante consiguió que el Congreso local bajo su mando cerrara el paso a la posibilidad de postulaciones conjuntas, tratando de impedir un fracaso comicial a la hora de la sucesión que frenara el vuelo del mandatario Gaviotón. Y en Puebla, donde al góber precioso le queda todavía mando hasta febrero del año próximo, aunque pareciera que desde ahora hay prisa por desmantelarle sus santuarios comprometedores, en lugar de gritos hubo silencio de residentes del fraccionamiento de lujo donde se produjo la nueva acometida de marinos en busca de presuntos delincuentes de alta jerarquía, al parecer en busca de otro directivo de la firma en desgracia, el restante H de los Beltrán Leyva.

El desánimo social inducido, a pesar de todo, no puede acallar los genuinos ánimos populares de conmemoración de fechas importantes de su historia, ni evitar la comparación de las causas de esas explosiones ciudadanas con lo que se vive ahora. Calderón no quiere que la gente piense en la Independencia y en la Revolución más que en términos faranduleros, porque aquellos conceptos son contrarios al espíritu y ejercicio de gobierno que ha hecho a lo largo de casi cuatro años trágicos. Entregado a los intereses extranjeros, no sólo los españoles sino los del nuevo imperio dominante, el estadunidense, y convertido en ejecutor de políticas represivas y antidemocráticas como en los peores momentos del porfirismo, FC quisiera que nadie diera el Grito ni encomiara planes revolucionarios. Todo lo contrario: a pesar de él, su grupito de funcionarios menores y los intereses extranjeros beneficiados, hoy debe cada cual dar su propio Grito cívico, de lucha, de compromiso con la historia de México y sus avances, de combate por el cambio y contra las camarillas reaccionarias. ¡Viva México en lucha! ¡Vivan los héroes que nos dieron ejemplo a seguir!

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx • http://twitter.com/julioastillero

El grito real. Hernández.

Escribiendo el Grito. Fisgón.

Revolución de Independencia Miguel Ángel Granados Chapa


Distrito Federal– Al modo del liberal precursor José María Luis Mora, Luis Villoro llamó Revolución de Independencia a la guerra civil iniciada por el sacerdote Miguel Hidalgo hace dos siglos. Ahora hay quienes reprochan al clérigo ilustrado el haber desatado la violencia y se escandalizan de que las efemérides que festejamos exalten la destrucción, lo que habla mal de nuestra psique nacional. Quienes de ese modo piensan –y muy su derecho de pensar de ese modo, como el de hacer de su cabeza un chongo– parecen no tener presente la ley biológica y social de que todo lo que nace tiene que romper un mundo.

En su momento, dentro de once años, festejaremos también el bicentenario de la consumación de la independencia. Pero ahora es lícito, y debido, recordar con gratitud, y aun ensalzar a los mexicanos que encabezaron la revolución popular de 1810, sin cuya semilla no habría habido fruto en 1821. Se culpa a los insurgentes de la primera hora de haber causado una lucha destructiva que empobreció al país, como si hubiera habido otra manera de romper la dependencia que ahogaba a la sociedad mexicana, crecida al punto de que necesitaba valerse por sí misma y no esperar las decisiones de la Corona española, máxime cuando ésta se hallaba en un proceso de claro deterioro.

Más agobiante que el sofocamiento de las capacidades productivas de los mexicanos (mestizos o criollos) era la brutal inequidad que lastimaba a la mayoría de los habitantes de esta tierra, los indios que habían perdido el suelo en que desarrollaron civilizaciones espléndidas, cuya huella es aun visible en no pocos lugares de nuestra república, entre ellos su propia capital. Es conocida la descripción de esa inequidad salida de las manos del obispo Abad y Queipo, maestro de Hidalgo en el colegio nicolaíta de Valladolid, y quien más tarde lo excomulgaría. Se sabe menos de la creciente conciencia del peligro que la desigualdad generaba. Otro obispo de Michoacán, fray Antonio de San Miguel “hacía una negra pintura de la situación”, según Villoro, que aporta la cita episcopal:

“Casi todas las propiedades y riquezas del reino están en manos (de los blancos). Los indios y castas cultivan la tierra, sirven a la clase acomodada y sólo viven del trabajo de sus brazos. De ello resulta entre los indios y los blancos esa oposición de intereses, ese odio recíproco que tan fácilmente nace entre los que lo poseen todo y los que nada tienen, entre los dueños y los esclavos”.

A la insostenible realidad interna se sumó la fragilidad de la monarquía metropolitana. La expansión imperial francesa pronto traspuso los Pirineos y sometió a una nación donde prevalecían condiciones sociales semejantes a las de sus colonias, una suerte de feudalismo tardío en que multitudes de siervos eran explotados por un puñado de señores que preferían la vida cortesana, lejos de sus vasta propiedades. La dominación francesa sobre España fue la ocasión que los reformistas mexicanos creyeron apta para romper el lazo que ataba a la Nueva España de su metrópoli. Pero el empeño que solemos personificar en Francisco Primo de Verdad y Ramos fue frustrado por los peninsulares en México.

“Si los criollos quieren triunfar –explica Villoro—no les bastará su fuerza propia. Se verán obligados a despertar a otras clases sociales hasta entonces al margen. Así, la represión contra los intentos reformistas, al obligar a los reformistas de clase media a aliarse con las clases trabajadoras, recurso que en años pasados parecía innecesario, daría al nuevo intento de independencia un sesgo diferente al de las demás colonias americanas. Ese proceso aparece claro en la conspiración de Querétaro. Aquí se reúnen regularmente varios criollos. Los más importantes son Miguel Hidalgo y Costilla, clérigo ilustrado, prototipo del ‘letrado’, ex rector del Colegio de San Nicolás de Valladolid, quien gozaba de gran prestigio intelectual; Ignacio Allende, oficial y pequeño propietario de tierras, y Juan Aldama, oficial también, hijo del administrador de una industria. Sus proyectos son similares a los del ayuntamiento de 1808. Hidalgo y Allende habían aceptado un plan, tramado en México, para formar una junta ‘compuesta de regidores, abogados, eclesiásticos y demás clases, con algunos españoles rancios’. De haberse formado, la junta habría reunido a los representantes de los cuerpos constituidos bajo la dirección de la clase media, al través de los cabildos. Pero la conspiración de Querétaro es descubierta. En ese momento sólo queda un recurso. La decisión la toma Hidalgo: la noche del 15 de septiembre en la Villa de Dolores, de la que es párroco, llama en su auxilio a todo el pueblo, libera a los presos y se hace de las armas de la pequeña guarnición local. El movimiento ha dado un vuelco. La insurrección ya no se restringe a los criollos letrados. A la voz de un cura ilustrado estalla súbitamente la cólera contenida de los oprimidos. La primera gran revolución popular de la América hispana se ha iniciado”.

Hidalgo se jugó la vida en ese empeño. La perdió, como la perdieron miles de personas, de uno y otro lado, estuvieran o no concernidas por el movimiento revolucionario. Pero que este era un entallamiento social lo muestra la rápida multiplicación de levantamientos locales por doquier. Hidalgo procuró darle sentido. En Guadalajara legisla y gobierna. Suprime los tributos, la distinción de castas, la esclavitud. Lo hace “revestido por la autoridad que ejerce por aclamación de la nación”. Él no, pero sus ideas triunfarán.