viernes, 31 de diciembre de 2010

Pobreza y bajo nivel educativo favorecen el ingreso a bandas

Casi la mitad de los miembros de una pandilla en EU eran latinos

Las minorías pertenecen a las más grandes y activas, revela estudio

Ángeles Cruz Martínez

Periódico La Jornada
Viernes 31 de diciembre de 2010, p. 14
Las condiciones de pobreza y bajo nivel educativo en que se encuentran los latinos en Estados Unidos favorece su participación en pandillas y, por tanto, en actos delictivos. De alrededor de un millón de individuos que en 2009 formaban parte de alguna banda en aquel país, casi la mitad eran de origen latino, revela un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California de Berkeley.

Asimismo, resalta que 40 por ciento de los miembros de esos grupos tenía menos de 18 años de edad, lo que representa un problema, sobre todo si se toma en cuenta que la población latina reporta un crecimiento más rápido en Estados Unidos.

Si bien la existencia de pandillas se da en cualquier estructura social o raza, señala el estudio, las de minorías son las primeras de la lista de las más grandes y activas. Menciona como ejemplos notables a los Mara Salvatruchas o MS-13, Latin King y la afroestadunidense Crips.

Respecto de MS-13 advierte que tiene de 30 mil a 50 mil miembros, de los cuales entre 8 y 10 mil se localizan en Estados Unidos. Otro dato alarmante para los investigadores es que a consecuencia de la deportación de personas ligadas a pandillas se ha propiciado la expansión de estas actividades delictivas a otras naciones.

En un principio la pertenencia a un grupo o pandilla significaba participar de redes sociales inexistentes en muchas comunidades minoritarias; sin embargo, muy pronto la falta de oportunidades económicas y sociales las llevó a convertirse en agrupaciones criminales, asegura la investigación de marras.

Destaca los factores de riesgo para el aumento de pandillas. Casi uno de cada cuatro latinos vive en una familia con ingresos inferiores al nivel de pobreza federal. A esto se suma que sólo 62 por ciento de los jóvenes se gradúa de la preparatoria contra 91 por ciento de los blancos no latinos que concluye este nivel educativo y 87 por ciento de los afroestadunidenses.

Advierte que aunque 16 por ciento de las personas de 18 años son latinos, éstos representan apenas 7 por ciento de los graduados universitarios en Estados Unidos.

Otro factor que influye en la proliferación de pandillas es que en las comunidades donde viven los latinos existe alto nivel de violencia. Ser parte de una banda significa para los jóvenes una opción viable para protegerse. Para los investigadores ésta es una situación crítica, pues por falta de recursos los inmigrantes se instalan en esos barrios que muy pronto los absorben.
Reflejo de ello es que los latinos adolescentes tienen mayores tasas de muerte por homicidio con arma de fuego que los no latinos. La tasa de encarcelamientos de latinos de 18 a 39 años nacidos en Estados Unidos es siete veces superior a la de sus contrapartes nacidos fuera de ese país.

El estudio Pandillerismo entre latinos en los Estados Unidos, que ya se presentó a autoridades mexicanas y estadunidenses, subraya que como pandilleros, los jóvenes están más expuestos al consumo de drogas, sobre todo a una edad mucho menor con relación a quienes no tienen ascendencia latina.

Al comentar sobre la historia de las bandas resalta que a partir de la década de los 80 del siglo pasado empezaron a crecer y a ampliar el rango de edad de sus miembros, quienes pasaron de entre 14 y 20 años, a de 12 a 40.

Las redes pasaron de ser un grupo de muchachos que compartían una cultura, costumbres y un idioma, a convertirse en organismos con apodos para sus miembros, así como símbolos y colores que los identifican. Adoptaron, además, “normas” internas de admisión.

Por ejemplo, cometer algún delito o cumplir una pena en la cárcel da la oportunidad de ser miembro de una pandilla; ser apuñalado o recibir un tiro en peleas entre pandillas otorga a los miembros el grado de “veteranos” y los convierte en líderes y reclutadores de nuevos integrantes a los que entrenan para cometer delitos.

Una investigación en cárceles, realizada por la Universidad de California-Berkeley, revela que 78 por ciento de quienes pertenecen a pandillas sufren una discapacidad emocional y de aprendizaje. La mayoría son de bajos ingresos económicos, tienen una historia de fracaso escolar y ausentismo; sus amigos son delincuentes y desde pequeños participaron en robos menores y presentaron trastornos de conducta en la escuela primaria.

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