jueves, 25 de noviembre de 2010

Homosexualidad y feminismo, aberraciones: Iglesia

A que pinches curas tan hipócritas


En la sección editorial de la edición 721 de 'El Semanario', publicación de la Arquidiócesis de Guadalajara que se distribuirá el domingo, el sacerdote Antonio Gutiérrez sostiene que ambas pueden destruir la estructura básica de la sociedad

Para la arquidiócesis de Guadalajara, la homosexualidad, la llamada ideología de género y el feminismo son "aberraciones" que pueden destruir la estructura básica de la sociedad.


En la sección editorial de la edición 721 de El Semanario, publicación del arzobispado tapatío que se distribuirá el próximo domingo, el sacerdote Antonio Gutiérrez Montaño, presidente del Consejo Editorial, escribió primero de la castidad, las relaciones sexuales y la homosexualidad.



En referencia al ciclo de conferencias denominadas "Camino a la castidad" realizadas los días 12, 13 y 14 de noviembre pasados, y que presuntamente patrocinó la Secretaría General de gobierno del estado de Jalisco, aclaró que la intención del evento no era "curar de la homosexualidad".


"Hubo personas que se inscribieron en este taller, que nada tenían qué ver con el mismo, que iban a buscar elementos para atacar la intención de la Iglesia de que seamos castos, como lo debe ser el esposo (siendo fiel a su cónyuge), el consagrado (siendo célibe), el soltero y el homosexual.

"Todos podemos, aunque la subcultura del sexo nos esté presentando la imposibilidad de lograrlo, ser castos", advirtió.


Para el presbítero hay dos tipos de homosexualidad, de las que "una sí es curable".


"Se hace una distinción, que no parece infundada, entre los homosexuales cuya tendencia, proviniendo de una educación falsa, de falta de normal evolución sexual, de hábito contraído, de malos ejemplos y de otras causas análogas, es transitoria o al menos no incurable, y aquellos otros homosexuales que son irremediablemente tales por una especie de instinto innato o de constitución patológica que se tiene por incurable", advirtió.

"Indudablemente, esas personas homosexuales deben ser acogidas con comprensión en la acción pastoral, y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y su inadaptación social. También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia. Pero no puede emplearse ningún método pastoral que reconozca una justificación moral", agregó.



"Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su regla esencial e indispensable. En la Sagrada Escritura están calificados como graves depravaciones, e incluso presentados como la triste consecuencia de una repulsa de Dios. Ahora bien, este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen de esta anomalía son del todo responsables, personalmente, de sus manifestaciones; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso".



Párrafos más adelante, con base en un documento titulado La colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, publicado en tiempos del Papa Juan Pablo II por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, Gutiérrez Montaño arremetió contra el feminismo.



Tras el subtítulo Las frecuentes aberraciones, el directivo de El Semanario dijo:


"Entre las principales desviaciones sobre esta materia, que en fechas recientes se han llevado a extremos, podría considerarse el feminismo. Como por desgracia nunca han faltado hombres que se dan el lujo de maltratar, humillar o golpear a la mujer, esposa o no, en un afán de mostrar su supuesta superioridad y autoridad".


"Ante tales manifestaciones opresivas fue como han resurgido con gran fuerza esas corrientes feministas que se han extendido por casi todo el mundo, y quienes las encabezan pretenden invertir el orden, crear el poder femenino y despojar al hombre de lo que se ha adueñado; esto es, de sus tradicionales cotos de poder económico, social, político, cultural etcétera, así como de sus actitudes machistas y dominantes".

Por último, calificó como "desviación" la llamada ideología de género.

"A la fecha, esta ideología ha logrado permear diversas instituciones políticas, sociales y religiosas, difundiendo la idea de que la diferencia de sexos no es fundamental, estructural o querida por Dios, sino, más bien, una cuestión surgida a través de la historia; y se señala, por ende, que cada quien tiene la libertad de escoger el género que más le plazca y le acomode según sus propias orientaciones y gustos sexuales".


"Recomiendo, entonces, a todos los fieles, leer y reflexionar sobre este capital documento La colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, y a quienes tienen responsabilidad en la sociedad, que profundizan en los errores de ese feminismo a ultranza o de esa ideología de género, que pueden dañar profundamente la concepción fundamental de lo que es el ser humano, varón y mujer, y destruir la estructura básica de la sociedad", concluyó

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