lunes, 4 de octubre de 2010

Policía Única, sin Ejército ni federales - El Diario - Ciudad Juárez, Chihuahua,

La Policía Única estatal que arranca junto con el sexenio que hoy se inaugura, es un paso adelante en la estrategia para recuperar la tranquilidad de los chihuahuenses.

Sin embargo, para que esta novedosa corporación pueda arrojar los resultados que los habitantes de la entidad esperamos, es indispensable que sea acompañada por otras forzosas acciones, como son el regreso del Ejército Mexicano a los cuarteles y el retiro de los agentes federales del estado.

De no aplicarse estas medidas con la premura que el caso requiere, de nada servirá que contemos con esa Policía Única porque la atención de la seguridad pública seguirá en las mismas condiciones en que el gobernador César Duarte recibe Chihuahua.

Y es que la supuesta coordinación entre cuerpos policiacos de las tres instancias de gobierno no ha superado jamás el mero discurso retórico.

Si alguien ha constatado lo inservible de los operativos de colaboración, llámense conjuntos o coordinados, ésos somos los juarenses, quienes en esta espiral de violencia inédita hemos visto cómo ha naufragado la estrategia en medio de conflictos entre las corporaciones y sus mandos, así como entre señalamientos de que unas apoyan a determinada organización delictiva y otras a la adversaria.

Mientras el Gobierno federal siga en manos de un partido político y el estatal en las de otro, será una completa mentira la coordinación.

De allí la necesidad de que la Policía Única se aboque a la prevención del delito en el estado para que haya un solo cuerpo responsable, con agentes bien entrenados y equipados, mientras que el Ejército, desde su lugar que es el cuartel, debe estar listo para intervenir en apoyo cuando la circunstancia lo amerite.

A su vez, la Policía Federal debe retirarse de las tareas de prevención que actualmente realiza en Chihua-hua para erigirse en una corporación enfocada a la investigación, al estilo de como lo hacen las agencias estadounidenses FBI y DEA.

Esos cuerpos concentran agentes de élite que trabajan en grupos compactos, con mejores resultados que los que se han obtenido acá, en donde los despliegues no sólo son ineficientes o escenográficos, sino que generan conflictos de jurisdicción y poder con las policías locales.

El mando no puede imponerse o compartirse, porque hasta ahora los únicos que han aprovechado esa ineficaz estrategia han sido los propios grupos delictivos en detrimento de la ciudadanía estatal.

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