viernes, 17 de septiembre de 2010

¿A quién pedir justicia? - Ciudad Juárez, Chihuahua, México

Cuando nuestro medio de comunicación ha sufrido ya dolorosas pérdidas humanas, intimidaciones, atentados contra su libertad de expresión, balaceras… agresiones todas que subsisten en la absoluta impunidad, ¿a quién recurrir? ¿A quién pedir justicia? ¿A quién exigir su intervención si todas nuestras demandas han llegado a oídos que no escuchan?

En un país en el que las autoridades han demostrado su objetiva incompetencia, ¿a quién pedir cuentas? ¿A quién reclamarle por los atropellos que cotidianamente soportamos los trabajadores de la información? Si los poderes fácticos que pretenden callarnos cuentan con la anuencia por omisión de los poderes establecidos, ¿entonces quién le dará voz a los miles que a diario son subyugados en medio de esta absurda guerra que no pedimos?

¿Qué podemos hacer por ustedes?, nos preguntan solidariamente organizaciones de periodistas de diversas partes de México y del extranjero, tras el asesinato de nuestro compañero Luis Carlos Santiago Orozco, casi dos años después de que otro entrañable colaborador, el reportero Armando Rodríguez Carreón también fuera victimado sin que hasta el día de hoy su crimen haya sido esclarecido.

Mientras no sepamos quiénes nos agreden y por qué; mientras ellos tengan la total libertad de permanecer ultrajando en este imaginario Estado de Derecho; mientras la procuración de justicia en este país, en esta entidad, siga siendo una entelequia, en realidad es poco lo que puede hacerse que no sea continuar desarrollando nuestra actividad periodística en la total indefensión. Proseguir clamando en el desierto por una justicia que no llega.

Si bien el 16 de septiembre de 2010 pasará a la historia nacional como la celebración circense de dos siglos de vida independiente, para quienes laboramos en El Diario de Ciudad Juárez, en adelante esta fecha estará marcada por el luto, por la impotencia ante la falta de respuesta. Será otra herida sangrante en el corazón de los que cada día, sin garantías de ninguna clase, arriesgamos nuestra seguridad personal para seguir informando a una comunidad que, ya de por sí, vive en el peligro constante.

Para un medio que hace tres décadas y media fue pionero en la apertura informativa y desde entonces ha luchado por permanecer en ese nivel, es muy duro enfrentar estas ominosas condiciones de impunidad porque son como un círculo vicioso e intimidatorio que cada día atenta contra nuestra amenazada libertad de expresión.

Nosotros, al igual que lo ha manifestado una gran mayoría de juarenses, no tenemos nada qué celebrar. Con el asesinato de Luis Carlos, apenas de 21 años, una vez más le ha tocado a El Diario de Juárez ofrendar su parte a este gran charco de sangre impune que ahoga a la ciudad. ¿A quién le reclamamos que no lo hayamos hecho ya?

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