lunes, 27 de septiembre de 2010

La reconstrucción - Sergio Conde Varela - Abogado


Apesar de que nuestra ciudad grita con potente voz ¡alto al fuego, su clamor no ha sido escuchado. El rostro de Juárez, ha cambiado. Del júbilo asombroso de los fronterizos en otros años, la severidad de los semblantes es manifiesto en nuestros días.

Se ha derramado mucha sangre, los derechos han sido pisoteados y se ha atentado con fiereza contra la libertad. A pesar de ello, en muchos hogares se cultiva la esperanza de que se pueda reconstruir moral, física y legalmente nuestra metrópoli. Es un anhelo profundo que anida en muchos hombres y mujeres juarenses.

Es cierto que a pesar del abandono gubernamental en que se ha tenido a esta sociedad, todavía hay hombres y mujeres del común de buena fe que desean levantar las banderas de volver a edificar entre el polvo del desierto y las balas asesinas, el nuevo perfil de esta tierra tan importante en el país.

Maestros, sacerdotes, pastores, periodistas, profesionistas de muchas carreras, industriales, pequeños y grandes comerciantes, asociaciones de toda índole entienden que todo lo sucedido debe forzosamente remediarse.

Con una planeación estratégica tendrán que sembrarse los valores que hacen que los pueblos triunfen y estos lo hacen, no por la muerte, sino por la vida. Se sabe que es urgente que una nueva generación moral tome las riendas del diario caminar. Hay muchas familias afectadas y mucho dolor en ellas y todas, absolutamente todas, quieren una respuesta a esto, que ha herido gravemente a muchas generaciones que antes le sonreían al porvenir.

El sistema de justicia está en entredicho, no sólo por la reformas a las leyes, sino por la actitud y valores de quienes la imparten o la procuran. Se ha nublado el caminar creyendo que sólo los intereses económicos son los que deben privar y como muchos de ellos no entienden lo que es el humanismo, ni el caminar a futuros luminosos, se empantanan pensando que el que “tanto tiene, tanto vale”. Por ello, se han trastocado tantas vidas y ha surgido para vergüenza de la sociedad mexicana, la generación de jóvenes “ni-nis”, muchos de ellos que nada saben del respeto a la vida, al esfuerzo, a la convivencia.

Se ha violentado la buena fe de los juarenses. Primero se dijo que entregaran sus armas, porque eso era violatorio de la ley y fueron entregadas. Sin embargo, denso armamento se ha usado por los grupos antisociales y con ello han suprimido periodistas, hogares, negocios, familias enteras y sin embargo todavía de ultima noticia se conoce, como lo publicó El Diario, que miles de armas ha vendido una firma alemana al país y se cree que en dicha transacción estaba metida una mano oficial que al parecer se benefició con la compra de marras. Esto trata de situar como ícono, como señal, que la venta de armas tiene más valor que la propia vida.

Sin embargo, empiezan a florecer en estas tierras norteñas, campamentos de jóvenes y de hombres y mujeres maduros que están emprendiendo una lucha social de rescate. Son manos amigas que se han dado cuenta que los tiempos exigen otro tipo de compromisos, diferentes a perder el tiempo en frivolidades como los antros en los cuales sin oficio ni beneficio se pervierte el ánimo, se aleja de la realidad que se vive y se mastica el dolor cuando sin saber por qué se priva de la vida a alguno de los visitantes.

Por otra parte algunos de los medios también han tomado en sus manos la antorcha de la reconstrucción y han dado instrucciones a sus miembros para que sin desfallecer procuren encender en las almas la idea de la reconstrucción moral.

En diferentes lugares se comenta que las cosas empiezan a cambiar porque ha cambiado el pensamiento del juarense hacia el bien colectivo. Los viejos moldes que se quieren imponer a la fuerza seguramente van a fracasar sin duda alguna y como la fuerza de la razón se va a establecer, no está lejos el día en que se vuelva a respirar el ambiente de paz. Estas no son palabras románticas, sino frases reales, producto de lo que se está viviendo. ¡Qué bueno que así sea


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