martes, 17 de agosto de 2010

En busca de libertad

Sergio Conde Varela
Abogado

Los juarenses y buena parte de nuestros compatriotas mexicanos, vivimos en estos días en un estado de opresión. Moramos dentro de este estado porque sentimos miedo, de manera constante, casi permanente. Todo lo que nos sucede, lo vemos como un conjunto de fuerzas que obligan a hacer lo que no se desea y la falta de certeza en las acciones del gobierno que tiene la obligación desde el más alto puesto de la república que es la Presidencia, hasta el más bajo en jerarquía guardián del orden público, a preservar la seguridad de los gobernados. Lamentablemente no es así.

David R. Hawkins, psicólogo social, subraya que la proliferación de miedos es tan ilimitada como la imaginación humana, los temores se vuelven obsesivos y pueden convertirse en paranoias y llegar a ser una tendencia social.

Existe mucha irresponsabilidad de no penetrar a fondo en lo que nos acontece, de parte de quienes se supone aceptaron los cargos públicos para resolver las necesidades colectivas. Han pasado los meses y los años y las cifras de la mortandad van hacia arriba en una estadística monstruosa de más de 28 mil homicidios, según los datos del CISEN, encargado de investigar la seguridad nacional y los planes y programas serios y eficientes han brillado por su ausencia.

Cuando existe la opresión del signo que sea, económica, social, delictiva, política o cualquier otra, el espíritu humano se rebela frente a ella y busca con ansia infinita, la libertad, Para tenerla es necesario trabajar con fuerza y valentía. Kendall, decía que el único lugar en que el éxito se encuentra antes que el trabajo, es en el diccionario, en consecuencia hay mucho que trabajar para obtener el don tan valioso que es el ser libres.

Siguiendo este orden de ideas, los juarenses, chihuahuenses y mexicanos, debemos prepararnos seriamente en un entrenamiento mental y en la transformación de actitudes frente a los tormentosos días que nos tocan vivir.

Hay muchas familias con un dolor profundo por pérdida de vidas, principalmente de jóvenes. Luego secuestros tan espectaculares como los de Diego Fernández de Cevallos y de cientos y cientos más, que se pierden en la estadística de la sinrazón y que nadie resuelve. Agrava lo anterior, la falta de sensibilidad de órganos de gobierno como IMSS, Infonavit, Hacienda y sus estados ligados por acuerdos, que arremeten fieramente contra causantes cautivos, muchos de ellos pagando dinero en instancias ilegales sin que el Estado mexicano, los defienda. Todo esto lleva a estimar que estamos en los momentos de un quiebre institucional, caracterizado por una política que proyecta en los medios muchas palabras, pero que en el campo social no dicta soluciones de fondo y forma para que esto se termine.

Esto ahoga la libertad de todos nosotros. Hay cansancio notorio.

Hay molestia en los grupos de todo tipo: organismos intermedios, familias, obreros, profesionales, maestros, niños que reflejan el temor en sus rostros. Los juarenses y mexicanos ya no queremos ser esclavos de la oscuridad. Ya es mucho el tiempo. Por ello, levantamos la voz. Hemos discernido esto y llegamos a la conclusión que queremos libertad; sólo con ella podemos alcanzar las mejores metas de una vida digna.

El caminar de los fronterizos debe ser la recuperación. Las viejas formas de enfrentarse a problemas ya han pasado y han sido superadas por éstos, de tal manera que pronto aparecerán ideas como centellas del campo mexicano que traigan luces de buenas nuevas.

Nadie puede detener a un pueblo es busca de su libertad y nosotros, cansados de tanta injusticia, tanta apatía, tanto dejo, hemos empezado a trazar un camino que nos lleve a la realización de nuestras vidas para triunfar completamente. Si no, al tiempo.

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