jueves, 10 de junio de 2010

El conflicto en la zona Triqui radica en la dominación




por PIJY GUTIÉRREZ


Contrario a lo que aseguran antropólogos o funcionarios, que el conflicto en la zona Triqui es ancestral, el académico Francisco López Bárcenas indica que esta afirmación debe ser acorde con la realidad y esto se encuentra en el modelo de dominio de la región, impulsado por la clase política después de la Revolución Mexicana.
De acuerdo con su libro San Juan Copala: dominación política y resistencia popular, de las rebeliones de Hilarión a la formación del Municipio Autónoma, publicado el año pasado por la Universidad Autónoma de México (UAM), la respuesta fácil a esta situación es decir que son "violentos por la naturaleza, porque conservan la cultura de la muerte, que es parte de su cosmovisión", lo cual es falso y discriminatorio.
En el volumen, detalla que el conflicto radica en el sistema de dominio; por un lado, los ricos y sus políticos alimentaron para su beneficio las facciones en la región, comprándoles las cosechas de café y plátano a precios bajos y vendiéndoles armas para que disputaran el poder a sus rivales.
Por el otro, la burocracia política, el Poder Judicial y los militares crearon un entramado para someterlos políticamente, dislocando la estructura del gobierno indígena al tiempo que se imponía el mestizo.
López Bárcenas explica en su libro que esta situación, así como la introducción del café en la región, en las primeras décadas del siglo XX, cambió el rostro social y político del lugar. Aumentó la cantidad de dinero que circulaba en ella y con ello los afanes de explotación económica y dominación política de los comerciantes políticos.
En el plano económico armaron un circuito para despojar a los triquis de su producción que incluía la entrega de aguardiente para que se embriagaran, lo mismo que armas para que pelearan entre ellos, con lo cual cancelaron la posibilidad de arreglos pacíficos de sus conflictos internos, les pagaron barata su producción y les robaron utilizando medidas alteradas.
En el plano político les arrebataron su categoría de municipio libre y los subordinaron a los municipios de Juxtlahuaca, en su mayor parte, pero también a los de Putla y Constancia del Rosario.


Defensa del territorio, autogobierno y autonomía


Posterior a ello, durante décadas, los triquis vivieron una de las más cruentas guerras entre hermanos. "Los triquis y algunas voces de fuera entienden el problema de manera distinta", reitera el integrante de la Asociación Mexicana para las Naciones Unidas y de la Academia Mexicana de Derechos Humanos.
En la transformación sufrida durante los últimos años tienen mucho que ver los procesos históricos, así como los impactos de las políticas estatales y las dinámicas económica y política de la región, manifiesta.
Puntualiza que las organizaciones políticas que actúan en San Juan Copala han levantado como bandera de lucha la defensa del territorio, el autogobierno y la autonomía.
Recuerda que así lo hizo en la década de los 70 el Club, primera organización conformada por los triquis; cuando ésta fue aniquilada, su bandera la levantó el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui, "durante casi una década de lucha heroica que comenzó a cambiar cuando sus fundadores fueron asesinados o emigraron para evitar la represión".
Los líderes del MULT modificaron sus demandas, primero por proyectos productivos y después entrando a la disputa por el poder estatal a través de la creación del Partido Unidad Popular, "que los acercó a los funcionarios al tiempo que los alejaba de sus bases en medio de acusaciones de corrupción".
Según el investigador, quien ha publicado diversos libros como "La fuerza de la costumbres" y las "Rebeliones indígenas en la Mixteca", el Partido Revolucionario Institucional mantuvo dos frentes, uno por conducto de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y otro con una organización que el gobierno impulsó como forma de intervenir en la región: la Unidad de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort).
A pesar de la relación con el PRI, los líderes de la Ubisort sentían que favorecían más al MULT.
Así, el gobierno mantenía el control mediante organizaciones que en apariencia controlaban a sus bases, pero cuando los recursos dejaron de fluir y los dirigentes se eternizaron en la dirección, las comunidades comenzaron a protestar, y ante la falta de respuesta o de franca represión interna, el MULT y la Ubisort se escindieron: los primeros formaron el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULT-I) y los segundos abandonaron el PRI.
Las dos nuevas expresiones políticas se juntaron y crearon el municipio autónomo de San Juan Copala, reivindicando las demandas de autogobierno, pero sobre todo el cese a la violencia, haciendo esfuerzos por construir un sistema educativo que forme nuevas generaciones de jóvenes y promoviendo programas de salud, señala López Barcenas.


Mujeres como botín


López Barcenas dice que esta situación de impunidad constituyó un suelo fértil para la violencia, donde la violación de las mujeres representaba el extremo, hechos que tampoco se denunciaban porque los bandos en pugna los consideraban parte de la "cuota" que las mujeres debían pagar en la guerra de los hombres.
El hecho que más notoriedad pública obtuvo ocurrió el 7 de agosto de 1996 en la comunidad de Yutazaní, territorio por mucho tiempo disputado por el MULT y la Ubisort, que finalmente terminaría en poder de esta última. Ese día, como a las cuatro de la tarde, varias mujeres y niños tanto de Yutazaní como de Unión de Los Ángeles, comenzaron a juntarse en los límites de esas tierras con las de San Pedro Chayuco, a esperar a las mujeres de Guadalupe Tilapa para ir a vender sus productos en Juxtlahuaca. De pronto aparecieron unos 20 armados, quienes las atacaron, sometieron y violaron a siete de ellas en público. La sospecha recayó sobre el MULT y jamás hubo responsables.

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