lunes, 10 de mayo de 2010

De la conjura de los yuppis a la conspiración de los necios




“El triunfo de la reacción es moralmente imposible”


ABRAHAM GARCÍA IBARRA

(Exclusivo para Voces del Periodista)


“No hay cosa más perjudicial a la República que un necio con opinión de
sabio, mayormente si tiene algún mando y gobierno…”. Huarte de San Juan

Examen de Ingenios para la Ciencia.


Al cerrarse el siglo XX, los arrogantes mandarines de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), que impusieron a las economías llamadas “periféricas” sus feroces políticas depredatorias, ante el cataclismo socioeconómico que derivó de esa criminal estrategia, declararon la última de ese periodo la Década perdida. Por fin rendían las banderas de su pretendida infalibilidad. Pero siguieron montados en su macho, hasta que, entre 2007 y 2010, la crisis del sistema económico globalizado desveló la tercermundización del campeón histórico del neomercantilismo: los Estados Unidos.


Desde la década de los cincuenta del siglo pasado, lúcidos estudiosos liberales de La sociedad de la abundancia, pertrechados en los enclaves académicos, bucearon profundo en la realidad estadunidense para desmontar ese mito genial, con el que la propaganda imperial exportó el “modo de vida americano” como modelo a armar en los territorios tercermundistas y aun en los del Primer Mundo. Pronto le cambiarían de apellido y, envuelta en sus astrosos paños, la bautizarían como Sociedad del desperdicio. Medio siglo después, sociólogos identificaron a la juventud crecida entre los mandatos de los republicanos Ronald Reagan y los Bush, como Generación X. Algunos sociólogos domésticos especulan que, caído el muro de Berlín, publicitado como inexorable triunfo del sistema capitalista, los idólatras del mercado, en su innoble euforia, se olvidaron de producir una nueva filosofía y una nueva economía que inyectara sentido de esperanza y realización a las nuevas generaciones paridas entre guerras sin justificación moral y sin gloria.







LA GENERACIÓN NINI


En México, puesto a remolque de los designios imperiales por la tecnoburocracia nativa, robotizada en el extranjero -mucho especialismo y poca sabiduría-, lo que se denominó “la anexión silenciosa” (a la “locomotora yankee”, según uso de Los científicos mexicanos decimonónicos), se ha expresado en tres décadas perdidas al hilo. La de la Decena trágica, comandada por el Partido Acción Nacional (PAN), ha registrado patente a una poblada Generación nini: Ni estudia ni trabaja, no precisamente por falta de ambición o voluntad. Es el resultado del abandono del humanismo político, volcado en una doble vertiente: 1) un eclecticismo ultramontano, enraizado en la incultura y el relativismo moral de la banda panista en turno, y 2) un pragmatismo cerril, ineficaz y estéril que, sin embargo, pretende maquillarse de excelencia.


El tema de esta entrega pretendía seguir dándole vueltas a la ensangrentada noria de la espantosa guerra calderoniana contra el narco, habida cuenta reciente filtración periodística que dio a conocer la supuesta intención del gobierno de retirar a las Fuerzas Armadas del combate directo a los cárteles, para limitarla a la localización y destrucción de cultivos y laboratorios de procesado de narcóticos.


Si fuera ese un propósito real, nos parecería juicioso desde dos enfoques: a) el de la verdadera preservación de la seguridad territorial y nacional, y de la soberanía. El desgaste físico y moral de las tropas frente a un enemigo interior al que se califica de minoría ridícula, puede ser fuente de tentación aun para el más pequeño ejército soberano de alguna República vecina que se viera en conflicto con México. Ya no digamos para los poderosos ejércitos del norte, tan ansiosos de continuar la cadena de agravios históricos contra nuestra nación, según lo recordó hace unos días aquí el ex presidente Bill Clinton. Si la primera hipótesis es simple imaginaria; la segunda es amenaza subyacente, latente y objetiva. ¿Qué resistencia efectiva pueden poner unas Fuerzas Armadas menguadas por el desaliento de una campaña sin solución de continuidad? Y…


HUMILLACIÓN AL EJÉRCITO


B) la humillación generada desde el interior mismo del gabinete presidencial. Frente al sacrificio de activos militares, a los que, a la hora de su muerte, se les rinde homenaje como héroes, al secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, se le ocurre soltar una monumental burrada, sostenida además en una vil mentira: La violencia no sólo no ha hecho huir a los empresarios de México. Lo que estamos viendo nosotros son los flujos de capital que están llegando a México. “Eso muestra que hay confianza en los inversionistas. En lugares donde el problema de inseguridad existe, hemos tenido muchas inversiones”. Ergo: Hay que seguir matándonos para satisfacer el interés de los inversores. Ruiz Mateos salió al paso así a una declaración del embajador de los Estados Unidos, Carlos Pascual, quien observa inversión extranjera a la baja por el aumento de la violencia. El cuadro se completa con una denuncia del claridoso general de división en retiro, Luis Garfias Magaña: “Hay una cosa importante: No se llega hasta arriba… Se llega con El Barbas, con El Chapo, pero no se llega hasta arriba, donde se hace el lavado de dinero (…) y verán qué sorpresas se encuentran. En México hay medios (para atacar ese frente), lo que falta es voluntad política”. (La Jornada, 22-IV-2010.)









El aplazamiento de ese tema específico que, según convicciones y cálculos de logística y estrategia militar, puede estar abierto durante los próximos diez años, nos lo impuso una licencia personal, sin embargo relacionada con la situación del México de nuestros días. La sentencia con la que encabezamos estas notas: El triunfo de la reacción es moralmente imposible, es atribuida a don Benito Juárez y la retomamos para nuestro trabajo periodístico presentado hace 25 años por El Día en Libros bajo el título Apogeo y crisis de la derecha en México. (En 1988, otros colegas nos editaron Los bárbaros del norte/ La contra mexicana, en el que, desde entonces, acopiamos información sobre las andanzas del “narco de Estado”, patrocinado desde la Casa Blanca por la dupla Reagan-Bush, una cuyas pistas genéricas se conoció como el Irán-Contra, que tuvo implicaciones decisivas y decisorias en México. Pero esa es otra historia.)



LA CONJURA EN JUÁREZ


A principios de 1982, vísperas de la sucesión presidencial -justamente seis años después de abortada la Conspiración de Chipinque (área metropolitana de Monterrey, Nuevo León, Hotel Ambassador-Chipinque), para derrocar al presidente Luis Echeverría-, precisamente en la hoy atribulada Ciudad Juárez, Chihuahua, conspicuos hombres de negocios, algunos de los cuales habían participado en el aquelarre de la capital regia, se convocaron secretamente para deliberar sobre una iniciativa y su correspondiente opción: Formar un “partido de los empresarios”, tentativa fallida a fines de la década de los setenta, cuando los impulsores del Partido Demócrata Mexicano (PDM: el partido del gallito) se negaron a la maniobra; o penetrar y apoderarse del Partido Acción Nacional. Se inclinaron por la opción. El calendario para las elecciones generales de ese año ya estaba en marcha y no daba tiempo de organizar y registrar un nuevo partido.


En el interior del PAN, hubo cuadros directivos que no ignoraban esa operación. Eran aquellos que, de su lado, sostenían contactos con la fundación alemana Konrad Adenauer -en la que se gestaron tentativas para enrolar al PAN en la Democracia Cristiana-, algunos de los cuales provenían de la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM). Casualmente, varios de los conspiradores de Ciudad Juárez combinaban maliciosamente su agenda secreta con la pública: Aceptaban la invitación de José López Portillo a la última Reunión de la República (5 de febrero, 1982, Guadalajara, Jalisco), donde el mandatario, arrinconado ya por la crisis económica, trataría de explicar su filosofía del perro defensor del peso. Un discurso improvisado y hondamente conmovedor que horas después, en acto relativamente privado, hizo exclamar al presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Manuel El Maquío Clouthier del Rincón (Chipinque-Ciudad Juárez): “Nos hizo sentir orgullosamente mexicanos…”.





MÉXICO EN “LA LIBERTAD”


Cinco meses después, se daría la elección de Miguel de la Madrid, y el 1 de septiembre el sorpresivo decreto de expropiación de la banca, oportunidad calva que los empresarios tomaron por los pelos, para cumplir el objetivo que se trazaron en Ciudad Juárez, lanzarse sobre la ciudadela panista: Quien en febrero se sintió “orgullosamente mexicano” al calor de la oratoria lopezportillista, asumió el liderazgo de la campaña antigubernamental México en la libertad y el 21 de abril de 1983 (cuando los mexicanos conmemoraban el 79 aniversario del asalto al puerto de Veracruz por tropas estadunidenses), de la mano del embajador de los Estados Unidos, John Gavin, se presentaba en Salt Lake City, Utah, para denunciar que al PAN le habían robado el año anterior la elección presidencial.


Se trataba, según el contenido de su discurso, de prevenir al gobierno norteamericano (el republicano de Reagan), sobre los grandes riesgos “al sur de la frontera” que implicaba la instalación de un gabinete presidencial sin experiencia: “Riesgos”, aseguraba, “de que las tensiones sociales retarden nuestra recuperación económica. Peligro de que el actual sistema se destruya y los activistas dogmáticos -los que reciben consignas del exterior- y los anarquistas, puedan aprovechar para alcanzar el poder. Peligro de que los cambios que habrán de producirse sean por la vía violenta. Peligro de que el temor se apodere de muchos, porque éste es mal consejero. Los problemas internos de México deben ser resueltos con ayudas y soportes de tipo internacional”. Era 1983. Este antecedente está consignado en Apogeo y crisis de la derecha en México, mayo de 1985.


1983: El PAN irrumpe exitosamente el espacio electoral bajo el impulso de la derecha clero-empresarial; la segunda pinza, resentida por la expropiación bancaria. Una victoria emblemática es el arribo del Francisco Barrio Terrazas al gobierno municipal de Ciudad Juárez, financiado por el bancario clan Vallina (Comermex). El ex candidato presidencial del PAN, Luis H. Álvarez despacha en la alcaldía de Chihuahua-capital. Para entonces, empezará a ser visible el cruzamiento de nombres entre los directorios de los comités del PAN y el de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Hacia 1985-1986, cobra fama la Triple Alianza: Embajada de los Estados Unidos-Empresariado-Clero, como tripié soporte de la marcha triunfal panista. En 1986, un segmento intelectual viaja desde la Ciudad de México “de ida y vuelta” a Chihuahua. Barrio Terraza le pone el cascabel al gato tras la gubernatura del estado, y el discurso electoral empieza ya a hablar de fraude patriótico para tratar de contener el galope de Los bárbaros del norte. Infructuosamente. En 1988, ya con el chihuahuense Luis H. Álvarez en la presidencia del partido, éste firma la Alianza estratégica con el usurpador Carlos Salinas de Gortari. Fraude patriótico a la inversa. Primera recompensa: En 1989 Salinas de Gortari cede la primera gobernación, la de Baja California, al PAN. A Barrio Terraza le tocará el premio en 1992.


AHIJADOS DEL NAZIFASCISMO


Apogeo y crisis de la derecha en México hace en 1985 un recorrido histórico, así aparezca rudimentario y francamente empírico, de las andanzas de la reacción nativa, escasa de héroes, a no ser Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna y Maximiliano, y de doctrina propia -para eso bastaba la monárquica europea, con su posterior viraje hacia el norte republicano, pero igualmente imperialista-, a fin de describir las fuentes tributarias que dieron soporte y aliento a la contra-independencia, a la contra-reforma y a la contra-revolución, y desembocaron en la Cristiada como Alma Mater, primero, de la Unión Nacional Sinarquista, y luego del Partido Acción Nacional. Ambas formaciones cobrarían vida cuando el mundo está invadido por la peste del nazifascismo, en cuyo caso la derecha en México explora en busca nuevos prototipos de “libertadores”.


En el texto comentado, se prefigura el esquema táctico empleado por la contrarrevolución en México y que, particularmente a partir del gobierno de Echeverría, opera con toda su desnudez, hasta volverse moneda corriente en la era tecnoburocrática: El constante amago del golpe de Estado para dar golpes de bolsa. En efecto, ahí se registra la recurrente acusación de la plutocracia al gobierno como proclive al totalitarismo en su modalidad socialista o comunista, mientras bajo cuerda se negocian favores inconfesables y concesiones públicas que a la larga institucionalizaron el saqueo del patrimonio nacional, que devino en lo que ahora se codifica como economía criminal.


Casos concretos, los anteriores, que nombran a quienes, con el petate del muerto, se deshicieron de sus empresas quebradas, muchas de ellas familiares, para enjaretárselas al gobierno, al que inmediatamente denunciarían como pésimo administrador y corrupto. Casos que se citan, ni casual ni gratuitamente, porque en la nómina aparecen aquellos que primero se apoderaron de las estructuras del Partido Acción Nacional, y aún antes de que el PRI fuera echado de Los Pinos en 2000, ya estaban enquistados en las esferas de decisión del sector público, donde cumplieron la labor de zapa que hizo decir a López Portillo que fue el último Presidente de la Revolución Mexicana.


EL HOMBRE “PROVIDENCIAL”


En este momento, para mejor entendimiento, conviene precisar que la mudanza doctrinaria y programática del PAN, desde la brega de eternidad de los padres fundadores hasta la década de los ochenta, no es un punto, sino un proceso de inflexión que madura a la muerte de sus creadores. En este proceso, que culminó al tiempo con la separación de los integrantes del Foro Democrático y Doctrinario, una figura señera y altamente disolvente, es la El Maquío. Descendiente de familia terrateniente (que amplió su poderío económico en los sectores comercial, bancario y financiero), aliada en Sinaloa al sostenimiento de la jefatura política -agente de la dictadura porfirista en la entidad-, Clouthier del Rincón fue forjado en la dureza de la disciplina de la academia militarizada y del futbol americanos. Pasa, no precisamente inadvertido, por el Instituto Tecnológico de Monterrey, brazo académico del otrora imbatible Grupo Monterrey, nostro grupo, según llegaron a identificarlo sus detractores en alusión a la mafia italiana.







Varón de alcurnia ya, Clouthier del Rincón responde a su vocación empresarial -que herencia no le falta- y a su formación religiosa que lo encamina al Movimiento Familiar Cristiano. Tres episodios, entre otros, parecen marcar su desarrollo público. Dedicado a los negocios privados y a cierta forma de altruismo, en los que potencia su naturaleza de líder, 1) hacia principios de los setenta, es implicado en sospechas de narcotráfico por el hallazgo de droga en una de las bodegas de El Palmito, Culiacán, de su propiedad, a la que después él mismo se refería a modo de broma como La bodega de la mariguana; 2) aunque no es militante partidista, pretende la alcaldía de Culiacán, nominado por el PRI, sin éxito, y 3) dueño del latifundio Paralelo 38, es empujado a la su defensa frente a la amenaza de afectación. Este es un hecho clave en su posterior activismo: En 1975, preliminares de la sucesión presidencial, Echeverría emite el decreto de expropiación de los latifundios de los valles de El Yaqui y El Mayo, Sonora, que pone en pie de guerra a los terratenientes del noroeste, dispuestos incluso a tomar las armas. La acción siguiente se anuncia para Sinaloa. Clouthier del Rincón se erige en caudillo. El expediente habla de que, en su predio, el Ejército descubrió e incautó un arsenal, “para lo que pudiera ofrecerse”, compuesto por R-15s. La expropiación agraria en Sinaloa se suspende.


Clouthier del Rincón dejó de ser “El Maquío de Culiacán”. Su nombre aparece ya en las primeras planas de la prensa escrita de la ciudad de México y algunos medios internacionales: A paso incontenible recorre los liderazgos nacionales de los horticultores, de la Coparmex y del CCE. En su despacho exhibe, gratificado, una fotografía con López Portillo, dedicada amistosamente por éste. Es el hombre aceptado para conducir la campaña México en la libertad, de resistencia contra la expropiación bancaria. Es incesantemente solicitado por las corporaciones empresariales de los Estados Unidos. Es cuando, en 1983, viaja a Salt Lake City. Un año después, el PAN ya tiene gafetes de invitado a la convención del Partido Republicano, en Texas, en que se lanza a Reagan a un segundo mandato.


LA AMENAZA DE LAS ARMAS


La suerte está echada: El proyecto inmediato es la disputa por la gobernación de Sinaloa. La constancia de mayoría es para el priista Francisco Labastida Ochoa. Movilizaciones multitudinarias con escala en las oficinas consulares de los Estados Unidos en Sinaloa. Personalmente da el imprimatur de Cruzada por la Salvación de México, donde cuenta esa historia, y en cuya carátula aparece la desgarbada figura de Don Quijote, aunque en el texto hace apología al rey David: “Estoy convencido de que para emprender este tipo de acciones, jamás deber ser cien por ciento racional, porque si David lo hubiese pensado mucho, no se hubiera enfrentado a Goliath…”. Es la carta de presentación que le abre el acceso a la candidatura presidencial del PAN en 1988, con el refuerzo de Poder Ciudadano, operado desde la Confederación Patronal de la República Mexicana. Luego la traición panista.


En ese tortuoso recorrido, el PAN abandonó su espíritu fundacional para convertirse en membrete de uso, costo de la tentación de Mefistófeles. No hay más “principios de doctrina”. La exclamación intimidatoria, de la que se apropian Los bárbaros del norte, retumba en todo el territorio nacional con acento clouthierano: (Si tal es el candidato presidencial del PRI), pues de plano tomamos las armas; nuestra situación no se arregla más que con las armas; mi objetivo será desestabilizar este gobierno: Tengamos confianza, pronto habremos de trazar un plan nacional para derrocar al actual régimen corrupto y opresor, aún no hemos empezado a pelear; no puedo garantizar a nadie que no habrá violencia en las elecciones presidenciales…”. Traicionado, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón acabó sus días en misterioso “carreterazo” la primera semana de octubre de 1989. El rayo se apagó, pero el trueno, a escala de escasos decibeles, quiso hacerse eco en Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón. Aquél, con sus célebres amigos, entre los que debe contar a Ernesto Zedillo y José Woldenberg; éste, con el eficaz algoritmo y la concupiscencia de consejeros y magistrados electorales que fabricaron al presidente designado.


YA NI LLORAR ES BUENO


Ahora, que no queda jugo para una lágrima -ni siquiera furtiva-, la Patria sucumbe bajo la peste de la miseria material y la lepra espiritual; la política, en viejas palabras de don Manuel Gómez Morín, fundador del PAN, es suplantada por la escatología; la sociedad se ahoga en un océano de sangre y, su potencial motor de regeneración, la juventud, está encarnada en la generación nini. ¿Es cierto o no que el triunfo de la reacción es moralmente imposible? Que quede de tarea para los “buenos mexicanos”. Mientras tanto, las bocas de ganso reeditan la historia nacional y su héroe epónimo, el usurpador, es exaltado dulcemente por su discreción. ¿De a cómo no? Sólo falta que en la segunda edición, corregida y pervertida, sea El patriota. ¿Por qué no? La insensata arrogancia de los necios da para eso y más.

2 comentarios:

Telsa Delf dijo...

Gracias Jacobino un material muy bueno de una epoca que me toco vivir muy cerquita.

Saludos....

Anónimo dijo...

Padre Abraham, como siempre: erudito, nítido, valiente, agudo, certero e inteligente. Un gusto leerte, un gusto quererte. Un gran abrazo familiar. Magdalena Mulia