domingo, 5 de julio de 2009

La fiesta de Germán


El personaje de la fiesta de hoy es Germán Martínez. Sobre sí caerá la responsabilidad del resultado electoral y político en su condición de operador del presidente Calderón. El dirigente nacional del PAN busca una referencia a modo: 31% de los votos y los 80 triunfos distritales de hace seis años. Para aminorar el costo a Germán hay quien dice que 2009 será regresar a 2003. Se equivocan: el PAN hace seis años no perdió más de 60 distritos, como habrá de ocurrir este domingo; tampoco el PRI hace seis años incrementó en más de un centenar sus triunfos distritales. Los números de 2003 serían una derrota; los responsables: el dirigente y su jefe.

No todo es culpa de Germán; el desempeño del gobierno federal ha sido desastroso, especialmente en la economía y la inseguridad. La crisis externa la explica, pero no ha habido acierto en el manejo de la economía; por donde se vea, las cifras indican que de hace tiempo, México es uno de los países con peor desempeño y sin competitividad. Los resultados de la lucha contra el crimen organizado no se miden con intenciones o balandronadas: las muertes y el aumento de las adicciones son un ominoso resumen.

La fiesta deja un país dividido, con enormes dificultades y con un liderazgo en entredicho. La condición del PAN como primera fuerza parlamentaria queda atrás. Afortunadamente, para el Presidente llega una legislatura —incluyendo a propios y ajenos— mejor equipada para asumir su responsabilidad, como ayer señalaba Liébano Sáenz. Es una paradoja que sea el PRI quien dé fin al chantaje que el otro PRI acreditó. Si hay acierto y determinación, el PRI de los gobernadores habrá de acabar con los remanentes del PRI madracista, encabezado por su ex coordinador de campaña y líder tricolor en el Senado, Manlio Beltrones.

Germán es el personaje y anfitrión de la fiesta que muy poco tiene de cívica. El candidato a gobernador del PRI en Nuevo León mucho tiene qué agradecerle. El punto de inflexión de la campaña no lo dio el escándalo de Mauricio Fernández o el desacierto de Fernando Elizondo; la tendencia a la baja del PAN coincide con el abandono de la estrategia sensata y propositiva de Elizondo, para pasar a la de confrontación y polarización de Germán Martínez. Se dejó de convocar a los indecisos, la oferta se centró en convencer a los propios, a quienes ya tenía en la bolsa. También en Nuevo León, Germán fue factor fundamental.

De los cierres de campaña se infiere que Germán hace lo que le gusta. Lo pendenciero le viene de esencia. Naturaleza propia y la estrategia recomendada fueron de la mano. Cualquiera que sea el balance de hoy día, la fiesta deja un tiradero dentro del PAN y en la relación del gobierno con la oposición.

Otra de las bajas de la guerra por el poder es el IFE. Es evidente que el Consejo General no resiste la organización de una elección presidencial. Más vale que se tomen decisiones correctivas. Lamentablemente, los mismos que destruyeron al IFE serán los responsables de enmendarlo. No se ve cómo. Las reglas deben cambiarse, pero en sentido contrario al de la reforma: los partidos deben estar sometidos a la ley y a la democracia interna.

Tampoco el Tribunal Electoral sale bien librado. Muchas decisiones no resisten la prueba y corre la versión sobre la significada influencia del senador Beltrones en las resoluciones de un tribunal de última instancia. A manera de ejemplo, es inaudito que en Iztapalapa, a más de 20 días de la elección, no se haya podido reemplazar las boletas para que los ciudadanos pudieran ejercer sus derechos sin confusión; razones de ley o de burocracia electoral, pero el tema no estuvo en el resolutivo del tribunal. Le es más fácil reemplazar a un candidato al cuarto para las doce, que modificar la papeleta.

Lo único nuevo fue el voto nulo y la convocatoria de Alejandro Martí para suscribir una muy discutible propuesta. Los promotores anulistas no advierten o no les importa los efectos colaterales de su iniciativa: la posible pérdida del registro de tres partidos y la mayoría absoluta del PRI en la Cámara. El caso Alejandro Martí es más dramático, reniega de la política, es evidente que no tiene la menor idea de las implicaciones de lo que propone.

La fiesta deja un tiradero; acabó en riña, hay heridos y uno que otro muerto, entre éstos, el personaje y anfitrión. El saldo de pensar con la víscera.

fberruetop@gmail.com

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