martes, 28 de julio de 2009

El deslinde de los empresarios

La Jornada

En su mensaje semanal, el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Ricardo González Sada, expresó sin ambigüedad la molestia de las cúpulas empresariales ante la administración que encabeza Felipe Calderón Hinojosa: criticó las reacciones oficiales frente la crisis económica global –se ha sacado un programa anticrisis tras otro desde mediados del año pasado”, dijo–, descalificó el manejo gubernamental del gasto corriente –“muy elevado, poco eficiente y opaco”– y manifestó su preocupación por los subejercicios presupuestales “alarmantes”, rubro en el que puso como ejemplo el caso de la infraestructura en salud, en la que no se gastó “ni 10 por ciento de lo presupuestado”. Por otra parte, el empresario abogó por una reforma hacendaria que amplíe la base de contribuyentes e incorpore al registro fiscal al sector informal, “que algunos cálculos ponen cerca de 12 por ciento del producto interno bruto (PIB), pero que pudiera incluso llegar a 50 por ciento o más”.

A renglón seguido, González Sada generalizó la crítica a todos los niveles de gobierno: “No nos olvidemos de las ‘cajas negras’ de las finanzas de los gobiernos estatales y municipales”, en las que “ni siquiera hay forma de saber a ciencia cierta el grado (sic) en que se usa el dinero público”. Finalmente, el declarante refutó las estimaciones optimistas del discurso oficial, al señalar que, en lo que se refiere a la crisis económica, “estamos todavía en la parte más baja de la curva, con miles de empresas en una situación financiera muy comprometida”.

En términos económicos y administrativos, lo dicho por el presidente del gremio empresarial en torno al gasto corriente es estrictamente cierto: ese rubro prácticamente se ha duplicado en el curso de los seis años recientes, sin que exista una justificación en la inversión y obra gubernamental ni una inflación equivalente ni un crecimiento análogo de la nómina, y la tarea gubernamental resulta, para el país, más cara que nunca. Las finanzas públicas se manejan, para colmo, con una opacidad casi inexpugnable, circunstancia que se acentúa en los niveles estatales y municipales de gobierno.
Por otra parte, estos y otros vicios graves en la administración pública resultan más exasperantes en una circunstancia como la actual, cuando la mayor parte de la sociedad sufre los embates de una crisis que los gobernantes no pudieron o no quisieron contrarrestar con medidas oportunas, lúcidas y eficaces en materia de política económica.

Sin ignorar estos hechos, resulta un tanto extraño que sea hasta ahora que la Coparmex descubre lacras administrativas que son una constante desde el inicio del régimen calderonista, que estuvieron presentes durante todo el sexenio anterior y en los gobiernos precedentes: si bien el contraste entre la frivolidad y el boato del grupo gobernante y las carencias de la mayoría de la población ha alcanzado grados de escándalo en esta administración, está presente, en esencia, desde hace mucho tiempo y, desde luego, a todo lo largo del ciclo de gobiernos neoliberales que han auspiciado la concentración de la riqueza nacional en unas cuantas manos –las de los socios prominentes de la Coparmex incluidas– al costo del empobrecimiento sistemático de campesinos, asalariados, pequeños empresarios y profesionistas independientes, entre otros sectores.

En términos políticos, resulta relevante este deslinde de la cúpula patronal ante un gobierno que se ha caracterizado por su insensibilidad frente a las necesidades sociales mayoritarias y su obsecuencia frente a los intereses empresariales nacionales y extranjeros. Es significativo, además, que la Coparmex tome distancia del gobierno poco después de la apabullante derrota electoral sufrida por el partido gubernamental en los comicios del pasado 5 de julio.

En esta perspectiva, es posible que la declaración referida se inscriba en la recomposición del grupo político empresarial y mediático que detenta el poder formal –además del fáctico– en el país y que constituya un anuncio de realineación de los grandes capitales que hace tres años fueron los más resueltos promotores de la candidatura presidencial de Felipe Calderón. En los días y meses próximos podrá confirmarse o descartarse esta posibilidad.

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