lunes, 6 de julio de 2009

Domingo, 5 de julio.

Por Morfo
06 de Julio, 2009 - 02:51
El día de ayer fue de muchas lecciones que valdría más no echar en saco roto. Vimos una elección que fue marcada por un abstencionismo brutal, de más del 60% así como un irrisorio margen de votos nulos que apenas alcanzaba el 6%. El primer fracaso fue para los nulistas quienes, incluso, aún tuvieron suficientes reservas de autoflagelación para realizar una minimarcha en la que, según ellos, celebrarían un triunfo inexistente. La crónica no podría estar completa con las declaraciones tan inoportunas de Calderón quien, como si fuese un candidato más, reconoció al grupo de ciudadanos que anularon su voto pero ignoro flagrantemente a aquellos que ni siquiera se tomaron la molestia votar; de esta forma Calderón reconoció una vez más a los selectos grupos de su preferencia y omitió a las mayorías, eso, en suma, se traduce en la verdadera vocación servil de este gobierno de facto. El gran perdedor de la elección ha sido el PAN mientras que el beneficiario indirecto de esa debacle fue el PRI. El PRD tuvo caídas pero pudo haberle ido mucho peor, mientras Convergencia consolida su posición como fuerza política que alterna con otros partidos de izquierda. Afortunadamente el PSD apunta para perder el registro ante la ínfima recepción que tuvo en el electorado.


Una jornada electoral violenta sin duda la de ayer. Un saldo que arroja una docena de muertos, muchos heridos y detenidos por prácticas que todos ya conocemos: acarreo, compra de votos y demás irregularidades que serán objeto de comentarios más no de análisis pues tales prácticas forman parte ya de los usos y costumbres de los partidos que las cometen; aunado que las autoridades electorales poco o nada harán contra esos delitos. Es ahí cuando la pobreza se convierte en un factor más en las elecciones. Sin ella sería imposible reclutar a los cientos y cientos de personas que, a cambio de un pago que apenas les durará una quincena, ofrecen su tiempo en pasar lista a otros que se han comprometido en votar por tal o cual partido. Esa pobreza sigue siendo útil para los partidos y sin ella sería imposible continuar con el ejercicio que nosotros llamamos democracia.


Resolver la pobreza, resolverla de verdad, es también materia de análisis pues cuando esta se convierte en una verdadera preocupación a atender, los poderes fácticos arremeten para evitar que esta desaparezca pues, sin ella, la estructura y privilegios que sostienen a los cúpulas no serían posibles. Lo hemos visto en Honduras, donde el gobierno legítimamente electo ha sido depuesto a fuerza de soldados por un grupo de intereses que no desean que nada cambie en aquél país. Tal situación amenaza a la región la cual sigue luchando en conjunto para que la democracia, la legítima, sea respetada a pesar del silencio del policía del mundo, Estados Unidos, que sigue en una pasividad casi de complicidad. El saldo de muertos y heridos en las manifestaciones del aeropuerto de Tegucigalpa hacen que el domingo de los hondureños haya sido un domingo negro que ha quedado marcado en la memoria de la infamia de aquél país, la derecha internacional continúa con su conteo progresivo de víctimas mortales que puede incrementarse por la actitud de Nerón de quienes han arrebatado el poder popular.


El hambre de libertad, el hambre de democracia está nuevamente cambiando los paradigmas de nuestro continente. Una ola irresistible a comenzado a cambiar la realidad de todos nosotros, aún en México, víctima de una estructura de poder tan arraigada que se resiste a ser resquebrajada por la ingente cantidad de personas que ya estamos hartos de los gobiernos que atentan contra el interés de las mayorías. Lo que hemos visto ayer, no ha sido más que el comienzo de la carrera por el 2012. El mapa ha sido ya trazado y falta que las líneas de seguimiento sean claras una vez que se confirmen los triunfos y las derrotas. Esto aplica además al resto de nuestro continente. Ya hemos visto que la derecha internacional golpista y asesina, está dispuesta a cargarse un país entero con tal de no soltar el poder, ello muestra el reflejo de lo que en México podría pasar si las fuerzas fácticas siguen empecinadas en no dejar ir lo que pertenece a cada uno de nosotros y esto es el poder de cambiar nuestra forma de gobierno cuando este ya agotó su función de utilidad en un contexto de aplicaciones prácticas a la realidad que padecemos. Hemos elegido pero nuestros derechos y responsabilidades no se detienen emitiendo un sufragio, ahora es deber de ciudadano el seguir vigilantes del cumplimiento de la voluntad de un pueblo, permanecer alertas ante cualquier intento por descalificar nuestras decisiones, eso también es democracia y no una dádiva de ningún gobierno o partido.


Como en las guerras, cuando estas se ganan se buscan héroes, pero cuando se pierden se buscan culpables y en la guerra por la sobrevivencia y la legitimación el gran perdedor ha sido Jesús Ortega quién de inmediato, e ignorando los fracasos causados por su ambición y colaboracionismo, ha lanzado su propia culpa a Andrés Manuel López Obrador quien no hizo más que refrendar su indiscutible liderazgo como luchador social en su papel de capitán de estas elecciones intermedias; es imposible negar que fue él, y los ciudadanos, quienes marcaron la pauta de esta elección.


El domingo pasado no puede dejar de tener tintes oscurantistas, hemos presenciado cómo el dinosaurio, como bien narraba Monterroso, sigue ahí, fragmentado en sus silentes luchas intestinas pero al fin encumbrado nuevamente y dispuesto a continuar con su historia de corrupción que ya todos conocemos y que, ojalá, no todos estemos dispuestos a volver a tolerar.

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