martes, 31 de marzo de 2009

Elliot Ness, ¿elogio, mensaje o ingenuidad?

Salvador García Soto

La etiqueta de “héroe americano” que Barack Obama le colocó al presidente Felipe Calderón al compararlo con el mítico agente del Tesoro, Elliot Ness, podría llevar de fondo mucho más que una metáfora curiosa del estadounidense en la víspera de su primera visita oficial a México.

En el imaginario de los estadounidenses —y del resto del mundo vía Hollywood y su novela autobiográfica— Ness representa al policía honesto que lucha contra los mafiosos y la corrupción del sistema; un defensor de los valores de ese país. ¿Eso ve Obama en el presidente al que visitará en días?

En las épocas de Ness y Capone había todo un entorno de corrupción: policías, alcaldes, gobernadores, congresistas ligados a la mafia permitieron a Capone construir un emporio, y eran tales su redes de protección en el sistema, que nunca pudo ser juzgado ni encarcelado por traficar alcohol —entonces droga ilegal—, y sólo lo fue por evasión de impuestos.



¿El mismo nivel de corrupción percibe Obama en México? ¿Cree que el país que tiene al sur, y que visitará, es como el Chicago de los 20? Pues tal vez el señor Obama se lleve una sorpresa. Las mafias de Chicago, con toda su violencia y corrupción, serían “juego de niños” comparadas con el nivel sanguinario, de armamento, la diversificación de actividades y, sobre todo, la penetración de las mafias de las drogas mexicanas.


Capone en sus mejores tiempos usó la frontera mexicana como punto para establecer destilerías o como lugar para pasear por cabarets de Ciudad Juárez. Los narcos mexicanos ya penetraron todo el territorio de Estados Unidos; tienen allá plantíos, laboratorios clandestinos y eficientes redes de distribución y narcomenudeo —con participación de estadounidenses—, por no hablar del lavado de dinero en su centros financieros y un sistema que los surte de las más letales y sofisticadas armas.



Los mafiosos de Chicago se dedicaban a lo suyo: la venta ilegal de whiskey, cerveza, y si acaso controlaban la vida nocturna, giros negros y prostitución. Los capos mexicanos de hoy, igual producen y distribuyen toda clase de drogas, secuestran, cobran “impuestos de protección”, controlan la piratería y el comercio ambulante, trafican con personas a las que esclavizan y torturan, asesinan a civiles inocentes, incluidos mujeres y niños.




Ojalá cuando venga y vea de cerca, Obama se percate que su comparación —que quiso ser elogiosa con el valor de Calderón para “encarar a los narcos”— será insuficiente, y que más que un Elliot Ness, necesitaríamos a Superman para acabar con el engendro de violencia y corrupción que es el narco mexicano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Que perversa burla!