miércoles, 13 de agosto de 2008

Seguridad Pública

Hecho recurrente en México, que habiendo delitos de alto impacto los medios informativos busquen aumentar su audiencia y su facturación, utilizando estos eventos como mercancías y provocando miedo en la ciudadanía, utilizando además los hechos para enfilar baterías contra quienes consideran enemigos de sus inetereses.}

Destacado el caso del asesinato de Paco Stanley en un ajuste de cuentas entre narcotraficantes y utilizado por las televisoras para exigir la renuncia del Cuahtémoc Cárdenas, evento muy bien documentado por el Canal Seis de Julio en su serie Teletiranía (http://es.youtube.com/watch?v=IFQxsg7wqPE)

No son mercancía vendible como noticia todos los abusos contra la integridad física y patrimonial de millones de mexicanos que los poderosos cometen contra los pobres o la clase media, en peligro de extinción.

No es mercancía el asesinato de mujeres, niños y familias enteras, a manos del ejército; tampoco lo es el desempleo ni la carestía; tampoco la impunidad ramplante de delicuentes de cuello blanco. Estas son crueles agresiones cotidianas contra la sociedad, pero no son noticia.

Y estos hechos deberían provocar las mismas reacciones histéricas de los medios de comunicación. Pero no es así, porque esta información se vende mejor cuando se oculta.

La inseguridad en México no es un asunto coyuntural y no podrá resolverse jamás, mientras no haya cambios sociales de fondo, porque su causa reside en la manera en la que está construido el Estado Mexicano.

Gastón Bachelard en su obra “Vigilar y Castigar”, sostiene la tesis sencilla de que si al estado capitalista le interesara la seguridad pública, las cárceles no serían escuelas de delinciuentes. Y en México lo son. ¿Cuál es el propósito de mantener a la ciudadanía en la zozobra? Que se acepte la presencia creciente de los cuerpos represivos del estado, que no buscan salvaguardar la seguridad social sino el “status quo”. Una tesis sencilla pero elocuente.

¿ Por qué no se ha invertido en seguridad pública las millonadas que se le han pagado a las televisoras para promover el apoyo a la reforma de Pemex propuesta por el gobierno? ¿por qué no se ha invertido una parte del dinero en la supuesta guerra contra el narco, en la seguridad pública? Pues porque se necesita mantener a la sociedad asustada, arrinconada, para ampliar los márgenes de maniobra del poder y cancelar derechos ciudadanos que si no fuera por el miedo, la ciudadanía no estaría dispuesta a conceder.

Bien podrían empezar por acabar con la impunidad, ya que al terminarse con la impunidad, sin duda bajarían los índices delictivos:
· Castigar a los Fox y su familia por su evidente actividad delincuencial.
· Remover para investigar a Camilo Mouriño, cuya participación como funcionario público favoreciendo a las empresas de su familia, está sobradamente documentada.
· Remover para investigar al embajador de México en el Canadá, cuyos vínculos con los narcotraficantes sinaloenses están documentados.
· Remover a los gobernadores de Oaxaca y Puebla, cuya actividad delictiva está públicamente demostrada.
· Castigar a los funcionarios de Pemex y a los líderes sindicales que han sido acusados de enriquicimiento ilícito y a exfuncionarios que promovieron el enriquecimiento de familiares y amigos como es el caso de César Nava.
· Y así, la lista es inmensa.

El combate a la impunidad es necesario, pero no suficiente. El embalaje de la impunidad no funciona sin la corrupción de las polícías y los jueces. Esto debe combatirse con denuedo. Pero el asunto de fondo es que no se cometan los delitos. Y la única manera de combatir la delincuencia a fondo, es enfrentar la necesidad de reconstituir un tejido social desintegrado por los paradigmas de enriquecimiento rápido y fácil de la sociedad capitalista salvaje y el hedonismo inoculado por los medios masivos de comunicación, que nos quieren hacer creer que los placeres momentaneos son la felicidad y deben convertirse en un objetivo de vida.

No puede haber seguridad social donde no hay Paz Social y esta no podrá conseguirse, si no hay Justicia.

¿ Tiene caso asistir a una marcha en contra de la inseguridad? ¡Para Qué ¡ Mejor luchemos para construir un País donde las personas seamos más importantes que el dinero: La IV República de México.

Sólo hay esperanza en la acción.



¿ Hacia la destitución del usurpador ?

Tomado de la revista Proceso:

Calderón: fraude tras fraudealvaro delgado
MEXICO, D.F., 11 de agosto (apro).- “Napoleón decía que las guerras se ganan con tres cosas: dinero, dinero y dinero, así que, bueno, déjenlo como un mensaje subliminal”, aleccionó Felipe Calderón a un auditorio de empresarios alemanes, en un encuentro secreto celebrado el 14 de diciembre de 2005, en el salón Molino del Rey del hotel Camino Real, propiedad de su amigo Olegario Vázquez Raña.Faltaba poco más de un mes del inicio formal de la contienda por la Presidencia de la República, que arrancó el 19 de enero de 2006, y esa reunión era una sola muestra de la robusta estrategia de Calderón para el acopio y uso de recursos económicos --legales e ilegales-- para imponerse en el cargo, en una suerte de fondo de inversión que anticipaba fabulosas ganancias.Así fue: siguiendo el utilitarista apotegma de Napoleón, Calderón obtuvo de los magnates del país el suministro financiero para articular, desde todos los frentes --incluida la muy vigente connivencia con Elba Esther Gordillo y numerosos capos priistas--, una estrategia para ofrecerse como la única opción ante la barbarie populista y evitar que ocurriera… exactamente lo que está ocurriendo.Y esto tiene enojados a sus patrocinadores. Porque, salvo que algún lector o miembros del gobierno aporten datos en contrario, la realidad es exactamente la opuesta a la que ofreció Calderón en toda su campaña: aplicación de la ley sin privilegios, crecimiento económico robusto, generación de empleos, bajas tasas de interés, precios bajos y estables, y hasta el sencillo pago de impuestos (cuando exponía la complejidad para calcular los gravámenes recurría a un chistorete del corte de Capulina y decía que hasta Francisco Gil Díaz tenía que contratar a un contador para hacer su declaración de impuestos: Del chiste no se reía ni su vocero Maximiliano Cortázar).Y están enojados los financieros del odio no porque les importe la suerte de la mitad de los 105 millones de mexicanos condenados a la pobreza, sino porque, como la tragedia de Sísifo, su vaticinio fue en contrario por segunda vez: como en 1994, cuando Roberto Hernández, el emblema de tráfico de influencias, presagió la crisis si no ganaba Ernesto Zedillo, al cabo del fraude electoral de 2006 se repite la historia.La que fue una de las principales ofertas de Calderón, la seguridad pública, tampoco se ha materializado, sino en contrario: casi 5 mil muertos computados en menos de dos años, muchos de ellos policías, soldados y sobre todo civiles inocentes, mientras los capos reinan en amplios territorios y gozan de sus fortunas que se lavan en el sistema financiero sin ser molestados por sus socios del oficialismo. Esto, por supuesto, no es posible ocultarlo ni con más gruesas capas de maquillaje que representa la onerosa propaganda gubernamental --la oficial y la oficiosa--, y afecta por igual a los que, legítimamente o víctimas del miedo, votaron por Calderón, y los que lo despreciarán para siempre por ser espurio. Y esto, vale la insistencia, tiene enojados a los que sostienen a Calderón.Porque ni con todas sus fortunas los magnates de México se libran del asedio del crimen, ya no sólo el que los despoja de bienes materiales, sino uno de los más deleznables: el que mata a la víctima desde la captura y la ceguera que le sucede: el secuestro.En este espacio se ha detallado quiénes, de manera ilegal e impune, orquestaron en radio y televisión una campaña ilegal para favorecer a Calderón, a un costo próximo a los 200 millones de pesos, poquito menos de los 256 millones de pesos que ha gastado Petróleos Mexicanos (Pemex) entre marzo y julio para persuadir a la sociedad de que privatizar es la mejor opción para México, y también se ha descrito quiénes, haciendo uso de un derecho legítimo, le otorgaron dinero que quedó registrado en los informes que el Partido Acción Nacional (PAN) entregó a la autoridad electoral.Uno de los financieros de Calderón fue Alejandro Martí García, padre de Fernando, el niño de 14 años de edad que un grupo de cobardes secuestró y asesinó, un episodio de vergüenza que, lamentablemente, ha reeditado el clima atroz que vivimos en los meses previos y posteriores a junio de 2004, cuando se celebró la marcha contra la inseguridad.Ha vuelto ese ambiente de impotencia y furia, más que miedo, porque este crimen repugnante se cometió, no contra un infeliz anónimo en cualquier estado del país –como cotidianamente ocurre--, sino contra el hijo de un prominente empresario radicado en el Distrito Federal y con evidentes conexiones políticas al más alto nivel, incluyendo por supuesto a Calderón, como lo acredita no sólo el financiamiento de su campaña, sino la asistencia a la ceremonia religiosa posterior al asesinato.Como parte de su conducta demagógica y oportunista, Calderón recicla su proclama del 5 de febrero, en Querétaro: firman un Acuerdo por la legalidad y la seguridad para hacer frente al crimen organizado. Ya se verá: se trata de otro fraude, ya no el electoral, ni el de la ineptitud traducida en crisis en todos los ámbitos, sino el de la seguridad pública, su principal bandera desde que asumió, rodeado de la tropa, el cargo y que, en realidad, sólo fue un recurso propagandístico que tronó desde su concepción. Comentarios: delgado@proceso.com.mx