lunes, 27 de octubre de 2008

Columna Asimetrias. Por Fausto Fernandez Ponte

"Protestar es un derecho, reprimir es un delito".
Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos



I

¿Por qué quieren privatizar las operaciones productivas de Petróleos Mexicanos el Presidente de Facto, Felipe Calderón, y los dirigentes y legisladores de los partidos políticos, el de la Revolución Democrática incluido?

Esa interrogante es planteada con frecuencia por no pocos caros leyentes de éste espacio. Las leyentes Cristina Orta Mariño, quien nos sigue desde Tijuana, B. C., y Laura González Río, quien nos lee en el Distrito Federal, comentan al respecto.

La leyente Orta escribe: "Siempre me he preguntado por qué motivos "nuestra" clase política siempre actúa contrariamente a los intereses de nosotros. Yo soy psicóloga y para mí la respuesta tiene premisas y silogismos científicas...

"Pero me imagino, por sus escritos en el diario El Mexicano, que usted debe es o sociólogo o historiador y que la explicación a éste comportamiento de la clase política está más relacionada con la sociología o la historia que con la psicología...

"Por supuesto que la psicología nos da las claves de la conducta de la clase política, pero no es suficiente para explicar que todos nuestros representantes, elegidos por nosotros, actúen opuestos a nuestros intereses...

"Desde luego (ello) no me sorprende; lo entiendo muy bien desde la perspectiva de la psicología y mi propia cosmovisión (este es un vocablo que usted usa con frecuencia) de ciudadana profundamente preocupada por nuestra realidad tan deprimente".

II

Prosigue la psicóloga Orta:

"Traicionar es una conducta humana cuya frecuencia define nuestra naturaleza, pero que una clase --la clase política-- traicione a otra que le confía su representación es difícil de entender sin los métodos de la sociología o la historia...

"Éstas inquietudes me acucian y estoy convencida de que también acucian o intrigan a millones de mexicanos y constituyen un motivo de preocupación social a la luz de las reformas petroleras privatizadoras". A su vez, la leyente González Río escribe:

"El Senado de la República ya aprobó las reformas petroleras patrocinadas por el PRIAN y el PRD y que no están a la altura de las expectativas del pueblo de México ni (de) las planteadas por organismos civiles comprometidos con la defensa del petróleo...

"Ahora, las reformas petroleras están en la Cámara de Diputados y sospecho que ésta las votará sin correcciones, con su lenguaje ambiguo, que se presta a que los mexicanos sospechemos de que es una trampa para chingarnos (sic) el petróleo...

"Lo que sí me queda claro es que esos diputados, al igual que los senadores, no recogen el sentimiento de la mayoría de los mexicanos. ¿Por qué no se prohibe expresamente la privatización del petróleo en esas reformas? Por algo avieso...

"Yo creo saber la razón: no se trata únicamente de dejar las puertas abiertas a la opción posible de privatizar, sino porque la intención verdadera de los legisladores es, sin duda, la de privatizar; así, la posibilidad se convierte en probabilidad".

III

Que los senadores hayan mantenido viva la opción privatizadora de las operaciones productivas de Pemex tendría explicación históricista (la sociología no es el forte académico-formativo de éste escribidor, pero sí la historia) e incluso antropológicas.

La experiencia histórica --su registro, discernimiento e interpretación-- toca algo de la sociología, pues la inapropiadamente llamada clase política no es, en realidad, una clase, según la definición correcta. Es una çelite. Y responde, eso sí, a intereses de la cultura de élite. De interés egoísta. De reproducción de aquellas condiciones económicas y político-jurídicas y sociales que le permita beneficiarse aun más como élite y a costa del interés colectivo.

Así lo consigna la historia. Es también la razón de ser de la "clase política" --concepto de origen fascista-- manipula los marcos y contextos socioculturales (v. gr., el marco jurídico y los estilos del ejercicio del poder) favorables a sus intereses.

El caso que nos ocupa es, diríase, de libro de texto de historia y de antropología. Discernido éste asunto de otro jaez, es un caso típológco o, por mejor decir, arquetipológico, de antropología social y, sin duda, de historia.

Los legisladores dejan la puerta abierta a la privatización de las operaciones productivas de Pemex en función de esas premisas y, secuencialmente, de esa lógica de élite (la de la "clase" política) y del poder. Tal es el imperativo privatizador.

En el caso del PAN y, sin duda, del PRI y por emulación inconsciente, del PRD, dejar la puerta abierta a la privatización permite la corrupción y el saqueo, objetivos estratégicos de esa élite que olfatea volver al poder presidencial en carro completo.

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